Fundamentos de su ética

1. Se conduce, dondequiera que actúe, como a la vista de Dios.

2. Es íntegro; sus palabras y su trato son el reflejo fiel de lo que piensa y es.

3. Usa de diplomacia, pero no de politiquería.

4. Le cuadra la calificación bíblica: “No bilingüe”.

5. No confunde prejuicios con principios.

6. Su cristianismo no es un barniz ni una vestidura; es una experiencia vivida, y un carácter modelado según el Dechado.

7. Practica la regla de oro en todas las relaciones humanas.

Relación con la organización

1. Reconoce que no puede ser leal a Dios y desleal a la obra de Dios. Sigue las directivas de la organización.

2. No mediando impedimentos de salud o incapacidad manifiesta, aceptará la responsabilidad y el lugar que se le asigne.

3. Sabe que tanto Dios como la organización esperan resultados. No procurará cubrir su falta de producción con una cortina de excusas. Antes, se dispondrá a escuchar consejos.

4. Considera un honor trabajar en la obra de Dios. Ningún cargo o trabajo le parecerá demasiado humilde, si sabe que ha sido llamado por Dios. El cargo al parecer más humilde, se agiganta proporcionalmente al tamaño de quien lo ocupe.

5. No crea problemas a la organización; antes le ayuda a resolverlos.

6. Es generoso y desprendido. Da a la obra de Dios su tiempo, sus fuerzas, sus aptitudes, sus recursos. Hay quienes son debidamente aprovechados por la obra, mientras que otros se aprovechan de ella.

7. Cuida de sus deberes más que de sus derechos.

8. Se preocupa más por los resultados de su trabajo que por el dinero que gana. Los quejosos harían bien en averiguar lo que cuesta a la organización cada alma ganada. (Su sueldo y gastos, dividido por el número de almas ganadas.)

Relación con los dirigentes

1. Tiene el debido concepto de lo que es la organización y sabe que la misma no puede existir sin dirigentes. Se constituye en un colaborador inmediato de los mismos.

2. Procede con lealtad. Si disiente de los dirigentes, expondrá su punto de vista con humildad y si no es aceptado, no por eso niega su colaboración.

3. No es adulón ni servil, sino respetuoso, servicial, cortés, cumplidor y diligente con respecto a las directivas recibidas. Obreros Evangélicos, pág. 501. La diligencia consiste en hacer las cosas debidas, en el tiempo debido y en la forma debida.

4. No tratará de hacer resaltar los defectos o los errores de los dirigentes.

5. Sabe que no asciende por escalafón, sino que es llamado por Dios a una responsabilidad. No culpa a los dirigentes de que no le dan una oportunidad.

6. Aleja de sí la envidia. Sabe que Dios y la organización guiarán las cosas de tal manera que pueda ocupar el cargo, la responsabilidad y el lugar que más convengan a los fines de la obra.

“La lucha por la supremacía manifiesta un espíritu tal, que si es albergado, cerrará el reino de Dios para aquellos que lo hacen”.

7. No conserva amarguras. “Toda amargura… sea quitada de vosotros” (Efe. 4:31). “Ninguna raíz de amargura, brotando os impida y por ella muchos sean contaminados” (Heb. 12:15). “Estad siempre gozosos” (1 Tes. 5:16).

Relación con los colegas

1. Colabora con el cuerpo ministerial, facilitándole el trabajo en lo que pueda. “Porque nosotros, coadjutores somos de Dios” (1 Cor. 3:9). Dios es el Dirigente supremo. Con distintas responsabilidades en su obra, nosotros somos sus inmediatos colaboradores humanos.

2. Se alegra del triunfo del compañero. No disminuye sus méritos diciendo que el campo era más fácil, mayor la ayuda material o más eficiente el equipo.

3. Se vale de la emulación bien entendida y de la sana ambición en su autodisciplina.

4. Los mayores triunfos del Evangelio serán los móviles de su esfuerzo y de sus ansias de superación. No serán sus móviles el morboso placer de derrotar o rebajar a un compañero, la satisfacción del orgullo personal, el deseo de escalar posiciones o ganar más dinero.

5. Intercambiará ideas, propaganda evangelizadora empleada con éxito, métodos fructíferos en el evangelismo o la obra pastoral, etc.

6. En conversación franca y cristiana, zanja cualquier dificultad que pueda surgir entre colegas.

“Es siempre humillante ver señalados nuestros errores. Nadie debe amargar tan triste experiencia con censuras innecesarias. Nadie fue jamás regenerado con censuras, pero muchos por medio de ellas fueron repelidos y fueron inducidos a dejar endurecerse sus corazones a toda convicción. La ternura, la mansedumbre y la persuasión, pueden salvar al extraviado y cubrir una multitud de pecados” (El Ministerio de Curación, pág. 157).

7. No pronunciará juicios o insinuaciones que minen la confianza que se tenga en un colega en el ministerio.

8. Si tiene algo que decir, lo dirá a quien corresponda, como corresponda, cuando corresponda y donde corresponda.

Relación con los ayudantes

1. Procede con dignidad de jefe, pero con actitud de compañero.

2. Distribuye la tarea y vela por su cumplimiento. Se vale de su experiencia o conocimientos para que el ayudante triunfe. Enseña tanto por práctica y ejemplo como por teoría y precepto.

3. No rehúye las cosas difíciles ni las deja a cargo del ayudante.

4. Se alegra si el ayudante lo supera. Reprime los celos si la congregación demuestra simpatía hacia el ayudante.

5. Escucha opiniones y sugerencias. Si las rechaza, lo hace con fundamento y no por prurito de autoridad.

6. Requerirá labor y cumplimiento, pero reconocerá y encomiará el deber cumplido.

7. Lo que exige, lo hará más por el estímulo que por la orden autoritaria.

8. Alternará el trabajo duro con alguna expasión o reunión de camaradería. “…y reposad un poco” (Mar. 6:31).

9. Comparte el éxito.

Relación con la iglesia

1. Conduce, instruye y alienta a la feligresía. No azota ni esquilma.

Ilustración: Estando en Palestina, un turista se sorprendió al ver a un hombre que arreaba en vez de conducir el rebaño. Al interrogarle, recibió la siguiente contestación: “No señor, yo no soy el pastor. Soy el carnicero”.

2. Gana la simpatía y la confianza de la congregación. Lo podrá lograr por medio de:

a) Trabajo.

b) Presentando alimento espiritual sólido.

c) Ayudando a los hermanos a resolver sus problemas.

d) Presentando resultados positivos.

e) Estudiando psicología y aplicando sincera y correctamente los principios de esta ciencia.

3. Es cortés sin ser familiar ni frívolo. Véase Joyas de los Testimonios, tomo 2, pags. 234 244.

4. Se abstiene de todo favoritismo.

5. Predica y aconseja aquello que puede soportar la prueba.

6. No se desalienta por la incomprensión o ingratitud de sus beneficiados.

7. Usa de mucha paciencia sin desmerecer la dignidad y autoridad pastorales.

8. Se adhiere a normas y principios que dignifican su carácter y resultan una invitación y un desafío para los miembros, de alcanzar un nivel de vida más elevado.

9. No emplea ni la dureza ni la lisonja. “Se necesitan pastores —pastores fieles— que no lisonjeen al pueblo de Dios, ni lo traten duramente, sino que lo alimenten con el pan de vida; hombres que sientan diariamente en sus vidas el poder “transformador del Espíritu Santo y abriguen un fuerte y desinteresado amor hacia aquellos por los cuales trabajan” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 377, 378).

10. Defiende la iglesia ante la organización y a ésta ante aquélla.

11. Corrige y amonesta con tacto y bondad. “Poco se saca en querer reformar a los demás atacando de frente lo que consideramos ser sus malos hábitos. Tal proceder resulta muchas veces en más perjuicio que ventaja. En su conversación con la samaritana, en vez de desacreditar el pozo de Jacob, Cristo le presentó algo mejor” (El Ministerio de Curación, pág. 146).

Relación con su hogar

1. Enseña orden, pulcritud, puntualidad y responsabilidad a los miembros de su familia.

2. En el hogar se prueba su idoneidad para el ministerio. 1 Tim. 3:4, 5. Su hogar sirve de modelo a otros hogares. Los miembros de iglesia observan su hogar y sus hijos. La esposa, por estar más tiempo con ellos, puede influir más sobre los hijos que el esposo. Cuida del comportamiento de los hijos en las reuniones.

3. Es atento y cortés con la esposa.

4. Ayuda en los cuidados de la casa.

5. Efectúa algún paseo con la familia.

6. Participa en algún juego con los hijos.

Un ideal de buenas relaciones

“Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad, palabra sana e irreprensible; que el adversario se avergüence, no teniendo mal alguno que decir de vosotros” (Tito 2:7, 8).

Sobre el autor: Presidente de la Misión del Norte.