En los últimos cien años, la Iglesia Adventista del Séptimo Día extendió su presencia en el noreste del Brasil de forma impresionante. Iglesias, escuelas, internados y demás proyectos avanzaron de forma rápida, especialmente en los grandes centros urbanos de la región. Actualmente, son 3.200 congregaciones frecuentadas por 320.000 fieles. Aún así, existen 650 municipios sin presencia adventista, que tienen como centro administrativo pequeñas ciudades de difícil acceso. La mayoría de estas ciudades son habitadas por menos de diez mil habitantes. Establecer la presencia de la iglesia en esta región de grandes desafíos económicos y sociales es el fundamento de la campaña “Tierra de Esperanza”, el mayor esfuerzo misionero adventista en la historia de la región. El objetivo es alcanzar todas esas ciudades en el espacio de seis años. La base de este plan conjuga un esfuerzo de marketing y una apelación a grupos específicos de la iglesia, permitiendo la participación de todos en la jornada misionera. Hasta el momento, 120 terrenos ya fueron adquiridos para la construcción de templos en ciudades incluidas en el desafío. Es esta entrevista, el pastor Geovani Queiroz, de 52 años, presidente de la Unión Nordeste Brasileña (UNEB), nos habla sobre el crecimiento de la iglesia en la región, detallando la importancia de los Grupos pequeños y la construcción de iglesias como proyectos de consolidación del adventismo en el noreste. Además, explica los detalles de la campaña “Tierra de Esperanza”. Oriundo de Quarapj, Bahía, el pastor Queiroz inició su ministerio en 1982. Fue obrero bíblico y pastor de distrito en San Pablo, director del departamento de Ministerio Personal de la Asociación Paulista del Sur, presidente de la entonces Misión Mato-Grosense, de la Misión Costa Norte y de la Asociación Pernambucana. Hace siete años fue nombrado presidente de la UNEB. Lleva 27 años de matrimonio con Rosicler Linhares, y tiene dos hijos: Jónatas y Camila.
Ministerio: ¿Cuál es el secreto para el crecimiento de la iglesia en el nordeste brasileño?
Pr. Queiroz: Gracias a Dios, la iglesia ha crecido de manera extraordinaria en nuestra religión. No podemos decir que es solo un secreto. En primer lugar, creo que se debe a la bendición de Dios. Él desea que la iglesia crezca; es su iglesia y se interesa en su crecimiento. Anhela que cumpla su misión. Entonces, atribuyo todos los logros a la bendición y la voluntad del Señor. Luego, podemos enumerar otros motivos. Por ejemplo, la experiencia de los Grupos pequeños. Hoy, tenemos catorce mil grupos pequeños. Hace unos doce años, bajo el liderazgo del pastor Roger Cavalcante, actual presidente de la Unión Centro-Oeste Brasileña, los pequeños grupos comenzaron a implantarse en la UNEB. Sin duda, el crecimiento y fortalecimiento de este proyecto divino impulsó el crecimiento de la iglesia en nuestro territorio. Nos tomó aproximadamente cien años establecer cerca de tres mil iglesia. En once años, fueron plantados catorce mil Grupos pequeños, o sea, catorce mil iglesias en los hogares. Estas pequeñas células contribuyen mucho al desarrollo de la iglesia en esta región.
Ministerio: ¿Cuáles son los nuevos desafíos que surgen para la iglesia debido al crecimiento proporcionado por los Grupos pequeños? ¿Qué nuevos planes surgen de ahí?
Pr. Queiroz: Con el surgimiento acelerado de los grupos pequeños, las personas se fueron bautizando. Hemos bautizado en promedio entre 35 y 40 mil personas por año. Con ese crecimiento de los Grupos pequeños y de los bautismos, surgió la necesidad de plantar nuevas iglesias. Entonces, en los últimos cinco años, lanzamos el desafío de construir mil iglesias nuevas. Es decir, cada pastor de distrito plantaría una iglesia por año. Luego, al sumar, esperábamos levantar mil congregaciones. Gracias a Dios, el proyecto funcionó. Alcanzamos 1.083 templos nuevos entre los años 2005 y 2009.
Ministerio: Ahora existe un nuevo desafío, la campaña “Tierra de Esperanza”. Háblenos de este proyecto.
Pr. Queiroz: La característica de la iglesia en esta región es la inmediata receptividad de los desafíos misioneros. Entonces, entendemos que no puede existir sin un gran desafío. La iglesia sigue plantando iglesias a un ritmo irrefrenable. Entonces pensamos en un nuevo desafío. El nordeste brasileño tiene unos mil seiscientos municipios. En unos cien años, el adventismo ha llegado a más de mil, consolidando una iglesia pujante. Por ejemplo, si usted va a Salvador, capital de Bahía, encontrará más de trescientas congregaciones. En Recife, capital de Pernambuco, encontrará aproximadamente doscientas congregaciones. En Itabuna, ciudad del interior de Bahía, existen cincuenta iglesias. Tenemos presencia en aproximadamente mil ciudades. Pero, quedaba una preocupación. Aunque estamos presentes en mil municipios, con cerca de tres mil doscientas congregaciones diseminadas por la región, constatamos que aún hay unas 650 ciudades sin presencia adventista. Para que usted se haga una idea, solo en el estado de Picuí, existen unos 280 municipios sin adventistas. En Paraba, son 185 ciudades en esas mismas condiciones. Esta es nuestra “Ventana 10/40”. Así, desafiamos a la iglesia a que establezca el adventismo en 650 ciudades entre los años 2010 y 2015. Existen aproximadamente siete millones de personas en estas ciudades. Nuestro sueño es que el pueblo conozca el adventismo en un período de seis años. Es un proyecto ambicioso, pero estamos viviendo en una época en que todo comienza a definirse en términos de la realidad del regreso de Jesús. Necesitamos ser realmente audaces. Somos optimistas en cuanto al éxito del proyecto.
Ministerio: ¿Cuál es la estructura del funcionamiento de este proyecto?
Pr. Queiroz: Si pienso en establecer por mi cuenta las iglesias en los 650 municipios, no lo conseguiré. Pero tengo una iglesia con aproximadamente 320.000 miembros. Los estoy convocando para participar activamente con su tiempo, vigor y recursos para alcanzar este objetivo. Formamos un contingente de catorce grupos capacitadores. Éstos son el motor, el cerebro del proyecto: Tienen liderazgo propio, y se hacen cargo de proveer los medios para iniciar la evangelización y establecer las iglesias.
Ministerio: ¿De qué manera específica actúan estos grupos capacitadores?
Pr. Queiroz: Cada grupo se hizo responsable de por lo menos cuatro municipios. Los grupos están constituidos por segmentos. Hay grupos formados por administradores, tesoreros, escuelas, colportores, conquistadores, y otros. Siento que ellos iniciarán el proyecto con una fuerza destacable. Los presidentes de campo formaron un grupo que, incluso, ya inauguró una iglesia en Santa Luz, Piauí, en el mes de abril. Los secretarios formaron un segundo grupo. Otro está formado por los pastores de distrito. El personal de las oficinas también formó un grupo. Los conquistadores, las mujeres y los colportores de cada campo formaron grupos. Ellos están a cargo de la elaboración de la estrategia, la captación de los recursos para mantener a los obreros que vivirán en las ciudades, el pago del alquiler, la compra de los terrenos y el inicio de la construcción de los templos.
Ministerio: ¿Quiénes son estos obreros y en qué condición se mudan a la ciudad que será evangelizada?
Pr. Queiroz: Además de los grupos capacitadores, necesitamos obreros que vivan en esos municipios, a fin de realizar el trabajo de evangelización y llevar personas al bautismo. Cuando se inicia un proyecto de Misión Global, es necesario tener personas dispuestas a vivir en medio del pueblo a ser ganado, aprendiendo sus costumbres e interactuando con ellos. Realizamos una invitación para formar un grupo especial de voluntarios, integrado por jubilados, colportores, profesionales independientes y personas dispuestas a mudarse a las ciudades como evangelistas. Nuestra sorpresa fue grande al ver que al primer encuentro de capacitación concurrieron cien personas. Estos hermanos fueron entrenados en una semana, y conocieron técnicas misioneras, de marketing personal, de relaciones humanas y de otras disciplinas. Después de esto, comenzamos a enviarlos a las primeras ciudades. Ahora, al inicio de este semestre, estamos enviando un segundo grupo de cien personas.
Ministerio: ¿De qué manera colaboran los grupos capacitadores? ¿Ellos donan sus propios recursos o también recurren a otras fuentes de financiamiento?
Pr. Queiroz: Una buena idea puede ser solo eso si no se pone en marcha. Sin una gran movilización, poco o nada sucederá. Por esto, tomamos algunos resguardos. Primero, hicimos diez mil revistas con toda la información sobre el proyecto, que se entregan con el objetivo de divulgarlo. También preparamos un documental en DVD, contando la historia del adventismo, desde su inicio en Gaspar Alto (Santa Catarina) y su expansión en la Rep. del Brasil. Es un documental de unos 25 minutos, preparado por un equipo de profesionales capacitados. Ya se distribuyeron más de once mil copias en el Brasil y en el exterior. Todo esto tiene como objetivo hacer conocido el proyecto y motivar a las personas a colaborar de alguna manera.
Ministerio: ¿Podríamos decir que esta es una oportunidad que tiene la Iglesia Adventista del nordeste, fuerte en los grandes centros urbanos, de imitar a sus pioneros del siglo pasado en la evangelización de áreas remotas?
Pr. Queiroz: Sin duda. Aquí en el nordeste tenemos una historia de pioneros riquísima. Son casos como el del pastor Plácido da Rocha Pita, que conquistó las riberas del río San Francisco y del desierto de Bahía; el del colportor Luis Calebe, pionero del desierto de Pernambuco y otras regiones en las que dominaba el prejuicio contra los evangélicos. Hubo muchos otros que se sacrificaron, dando sudor y sangre, y volcando su propia vida en la tarea de evangelizar en la región. Indudablemente, estos pioneros generan gran motivación. Si hoy tenemos una iglesia pujante, debemos agradecerles a estos hermanos. Los 650 municipios que deseamos alcanzar en estos seis años tienen como sede pequeñas ciudades, la mayoría de las cuales tienen una población inferior a diez mil habitantes. En realidad, tenemos la gran oportunidad de salir de los grandes centros urbanos y llevar la salvación a los territorios más remotos
Ministerio: ¿Cuáles son las expectativas que usted prevé para el futuro de la Iglesia Adventista en esta región?
Pr. Queiroz: ¡Preveo un futuro brillante! Actualmente, somos 320.000 miembros distribuidos en más de 3.200 congregaciones, diez asociaciones y misiones. Bajo la gracia divina, estamos dando grandes pasos para el cumplimiento global de la misión que nos fue confiada por Jesucristo. Entonces, queremos recibirlo en gloria y, con él, vivir eternamente. Nuestro proyecto tiene como lema “cien años en seis”. Como iglesia, no queremos pasar otros 100 años en la tierra. Queremos ir pronto al cielo. Por esto tenemos prisa; aquello que se hizo en cien años, queremos hacerlo en los próximos seis, para la honra y gloria de nuestro Dios.