Más tarde la ciudad llego a ser una fortaleza para la naciente iglesia cristiana. Los primeros obispos de Cesarea tuvieron nombres neotestamentarios tales como Zaqueo, Cornelio y Teófilo.[5] Dos grandes dirigentes de la iglesia residieron en Cesarea: Orígenes y Eusebio. Estos dirigentes de la iglesia la hicieron centro de sus academias de investigaciones eruditas. Orígenes pasó la mayor parte de sus últimos veinte años (230 a 250 DC) en Cesarea, donde escribió su obra magna, la Hexapla.[6]  A comienzos del siglo IV el obispo de Cesarea fue Eusebio, tal vez nacido en esa ciudad. Allí sirvió durante 25 años, y su Historia Eclesiástica, un panorama de la historia de la iglesia, es un clásico. Las bibliotecas de estos dos eruditos pueden muy bien yacer bajo el polvo de Cesarea porque nunca han sido localizadas.

La naturaleza cosmopolita de esta gran ciudad es evidente por la actitud más bien tolerante que existía allí durante los difíciles tiempos del comienzo de la era cristiana. Mientras las persecuciones llegaban a muchas otras regiones (y la persecución de los judíos después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, como ya se dijo, fue terrible), parece haber tenido muy poco impacto sobre la comunidad cristiana de Cesarea. No hay registros de persecuciones en Cesarea en los primeros años de los decretos romanos (202-256 DC). Sin embargo, ocurrieron algunas durante los desgraciados tiempos de Valeriano y Dioclesiano (303-311 DC), pero aun estas persecuciones parecen haber sido menores y a veces originadas por los mismos mártires.[7]  Así, a pesar de los horrores causados por las persecuciones en la historia cristiana primitiva, la comunidad cristiana de Cesarea parece haber sobrevivido casi intacta.

Las mismas excavaciones nos han provisto con mucha información acerca de la ciudad y su historia en relación con los tiempos bíblicos. Los descubrimientos amplían nuestra comprensión de los procuradores asignados a Judea por el gobierno romano. El asiento del poder estaba en Cesarea, y la arqueología nos ayudó a identificar a varios de ellos por las inscripciones que se encontraron en las ruinas de los edificios. El título oficial de Poncio Pilato fue descubierto en una inscripción latina en el anfiteatro: una referencia a Poncio Pilato, “prefecto”. Este era el título de los gobernadores romanos hasta el tiempo de Claudio. Más tarde se los conoció como “procuradores”. Este descubrimiento en el teatro de Cesarea proveyó la primera referencia secular para este personaje bíblico.[8]

Uno de los proyectos más grandes en las excavaciones es proveer información con respecto al plano de la ciudad de Cesarea. ¿Qué aspecto presentaba la Cesarea del Nuevo Testamento? Las excavaciones previas descubrieron el teatro de la ciudad con su imponente vista de la sección del puerto y la costa. El hipódromo, o arena deportiva, excavado a mediados de la década del 70, fue el lugar donde se realizaron juegos romanos muy parecidos a las olimpíadas y, como ellas, realizados cada cuatro años. Tal vez Pablo obtuvo aquí las ilustraciones atléticas que usa en varias cartas del Nuevo Testamento a diversas iglesias. Heredes Agripa I celebró la inauguración de la reconstruida ciudad con una gran fiesta de dedicación. “Determinó celebrar un certamen musical y juegos atléticos, preparó muchas luchas de gladiadores y de fieras, carreras de caballos y todo aquello que se realizaba en Roma y otras partes”.[9]  Juegos semejantes a estos pueden muy bien haber sido el escenario de la caída y muerte de Heredes mientras estaba de visita en Cesarea.[10]

Las excavaciones en los veranos de 1978- 1980 confirman la extensión de esta ciudad costera. El equipo de excavaciones encontró evidencias de calles cruzadas (decumani) que ayudan a calcular el número de manzanas reales, o Ínsula, en la ciudad. Se descubrió una de las principales cardos, o calles, que evidentemente se extendía desde la salida (vomitorium) del teatro, a lo largo de la costa y más allá de los edificios públicos, hasta lo que posiblemente fue el foro. Unas 700 columnas grandes, que ahora descansan en el puerto, pueden haber sido erigidas a intervalos regulares a lo largo de la longitud de 440 metros de este hermoso paseo cubierto. Siendo que el plano de las calles parece haber sido construido sobre la base de una ciudad romana, los individuos que vivieron en el período bizantino (330-640 DC) sin duda gozaron de su techo de tejas, sus columnas y el hermoso pavimento de mosaico. Al caminar hoy a lo largo de la costa es posible imaginarse la belleza, ahora desaparecida, de esta ciudad romana.

Cesarea fue rica en mosaicos además de aquellos que se encontraban en la cardo principal; se han excavado más de cincuenta otros. Un hallazgo notable de 1980 indica la riqueza artística que todavía se conserva bajo la arena: un calendario adornado con los rostros y torsos de mujeres vestidas con ropas adecuadas a las estaciones. Estos retratos del siglo V, maravillosamente conservados, ilustran el esplendor de la ciudad cristiana bizantina.

Uno de los hallazgos más sorprendentes, sin embargo, se relaciona con las ocho bóvedas para almacenamiento de granos (horea) que Herodes construyó a lo largo del complejo portuario en los tiempos del Nuevo Testamento. Al comienzo de la excavación de 1973 se descubrió allí el ahora famoso Mithraeum, con su medallón de mármol que muestra al dios Mithra en el acto de matar un toro para el sacrificio, evidenciando que estas bóvedas fueron vueltas a usar por soldados romanos e incluso adoradores paganos.

Había excitación en 1979 cuando el equipo arqueológico encontró en estas bóvedas lo que ha llegado a llamarse “la galería de los santos”.[11] En 1980 fue mi privilegio estar en el pequeño grupo que entró en la bóveda de esa galería y compartió la experiencia del descubrimiento. Al entrar a los almacenes desde arriba, uno se desliza sobre una acumulación de restos muy antiguos para descubrir un fresco de 14 metros de largo sobre la pared occidental, uno de los mayores que se descubrieron en el cercano oriente. Sus líneas rojas y negras sugieren que el proyecto artístico tal vez nunca se completó. Una delgada capa de argamasa, de origen árabe, cubría el fresco, tal vez para proteger la figura o simplemente para conservarla para un uso posterior. Con cepillos dentales quitamos cuidadosamente el yeso y encontramos una inscripción griega y trece figuras. La figura central, mayor que el resto, está sentada mientras las demás sostienen cruces. Delante de ellos está lo que parece ser una mesa. La connotación religiosa, incluso cristiana, es evidentemente notable. Aparentemente, tanto los cristianos como los paganos volvieron a usar estas bóvedas para su propia adoración.

Si esta es una escena de la Cena de la Pasión o simplemente un grupo piadoso es materia de especulación, sin embargo, la experiencia es profundamente conmovedora. Se hicieron planes de seguir excavando estas bóvedas en 1982.

Como el plano de la ciudad quedó al descubierto, y se continúa excavando dentro de estas áreas de depósitos, es probable que se obtenga una información que nos amplíe la comprensión de esta gran comunidad cristiana.


Referencias

[5] C. H. Turner, “The Early Episcopal Lists”, Journal of Theological Studies (1900), págs. 181-200, 529-553; (1926-27), págs. 103, 104.

[6] Lee Levine, Caesarea Under Román Rule (Leyden, E. J. Brill, 1915), pág. 113.

[7] Charles T. Fritsch, ed., The Joint Expedition to Caesarea Marítima, t. 1 (Missoula, Montana, Scholars Press, 1975), págs. 26-28.

[8] Benjamín Mazar, The Mountain of the Lord (Garden City, N. J., Doubleday and Company, 1975), págs. 81, 82.

[9] Josefo, Antigüedades, XVI, 5. 1.

[10] Hech. 12: 21-23; véase Josefo, Antigüedades, XIX, 8.2.  

[11] Bull, op. cit., pág. 3.