Nota editorial: Esta carta fue enviada por un pastor a su congregación. La adaptamos y compartimos ahora con nuestros lectores, seguros de que será motivo de meditación.

Estimado miembro de iglesia:

Este sábado se bautizarán en nuestra iglesia tres hermosas familias. Como le pediremos que vote su admisión en nuestra feligresía, quiero darle algunos informes referentes a ellas. Posiblemente no llenen todos los elevados requisitos que se deben esperar en un nuevo adventista, pero puesto que ninguno de nosotros es perfecto, no tiene derecho a juzgarlos. Debemos tener una “mente amplia y ser tolerantes”.

La mayoría de la hermandad conoce a la familia Díaz; sus integrantes han asistido a nuestra iglesia durante varias semanas. Como Ud. habrá notado, la Sra. Díaz emplea gran cantidad de cosméticos. Nosotros la hemos animado para que los abandone. Pero nos ha presentado una objeción. Nos ha dicho que como la mayoría de los miembros presentes también emplea cosméticos, no es razonable que esperemos que ella deje de usarlos en tanto no se lo prohibamos a muchos otros miembros de iglesia. Creemos que tiene razón, y debido a que “lo que vale es lo interno y no lo externo”, hemos decidido no crearle problemas por una cuestión de “menor importancia”.

Los Pinto constituyen otra pareja agradable, a quien sólo conocen unos pocos hermanos, porque estos esposos han estado en nuestra iglesia una sola vez después de haberse interesado en el mensaje. Ambos trabajan largas horas durante la semana y cuando llega el sábado están completamente exhaustos, de modo que no pueden asistir a la escuela sabática. Pero nos han prometido que tratarán de venir a la iglesia por lo menos dos o tres veces por año, para demostrar que verdaderamente desean ser adventistas.

Debido a un accidente los Pinto han tenido grandes gastos médicos, y como también han comprado un automóvil nuevo, y han tenido que hacerle varias reparaciones costosas a su televisor, no podrán pagar el diezmo hasta que hayan saldado todas sus cuentas, cosa que les llevará un año o dos. Todavía no han aceptado plenamente nuestro mensaje de salud. Aún siguen bebiendo café y té. Pero nos han dicho que tienen la intención de abandonar esos hábitos tan pronto como les sea posible.

La tercera familia que se va a bautizar este sábado es la de los Actis. Esta familia ha asistido ocasionalmente a nuestra iglesia. El Sr. Actis todavía debe trabajar en sábado, cuando se le junta el trabajo en la oficina, pero piensa conseguir un ayudante dentro de pocos meses. Entonces podrá asistir a la iglesia con regularidad.

Desafortunadamente, la Sra. Actis usa aros y, como Ud. sabe, no podemos bautizar a nadie que use joyas. Pero sus aros son muy bonitos, y ella afirma que son más sencillos que algunos de los grandes y llamativos prendedores que usan nuestras hermanas en sus vestidos. Como resulta difícil explicarle la diferencia que hay entre un par de aritos y un gran prendedor y otros adornos semejantes, le permitiremos que los use. Es preferible proceder así antes que “ofenderla o desanimarla”, puesto que es tan sensible en este aspecto.

Los integrantes de estas tres familias son personas distinguidas, y están ansiosos por bautizarse y unirse a la iglesia remanente.

Ud. votará para que sean aceptados como miembros, ¿verdad?

¡Cálmese! No se le pedirá que haga tal cosa.

Todo lo anterior es ficticio. Sólo hemos intentado desafiar su juicio y crear un interrogante: Nuestra iglesia de Florida, ¿debe mantener dos clases de normas, una para los que se están por unir a la iglesia, y otra para los que ya son miembros de ella?

Las cuatro personas que se van a bautizar este sábado han aceptado las elevadas normas que nos presenta la Biblia y el espíritu de profecía.

Oramos fervorosamente para que sean fieles a los sagrados votos que han debido tomar para llegar a ser miembros de la iglesia remanente.

¿No tratará Ud. de ayudarles a mantener sus votos? ¿O será una piedra de tropiezo para ellos debido a que Ud. mismo ha comprometido sus propios y sagrados votos bautismales?

Sinceramente lo saluda su pastor, Héctor Giménez.