Mi querido hijo:

            Pronto te unirás a las filas de jóvenes ministros, vistos por algunos con vacilación, como una fuente de problemas. Esto no es nada nuevo; Pablo reconocía que la juventud de Timoteo podría hacer que otros lo menospreciaran (1 Tim. 4:12).

            Personalmente, veo a tu generación como la esperanza de la iglesia. Tu capacitación ministerial fue excelente. Estuviste involucrado en todo tipo de prácticas pastorales, incluso cuando aprendiste griego y hebreo, teología y homilética. Pienso especialmente en la campaña de evangelización en la que participaste durante tu formación para el ministerio. Sí, dormiste en el piso, gastaste las suelas de tus zapatos por tanto caminar, diste montones de estudios bíblicos, ayudaste a cuidar la carpa y tocaste la trompeta casi todas las noches. Y cuando alguno de aquellos con los que estudiaste se bautizó, ¡cuán emocionado estuviste! Qué preparación para el ministerio.

            En esta carta, no necesito recordarte cómo predicar y dar estudios bíblicos. Eso lo sabes. Solo tocaré tres aspectos: tu vida espiritual, tu ministerio público y la construcción de una iglesia viva.

TU VIDA ESPIRITUAL

            De todas las cosas, quiero que, como un joven ministro, seas un hombre de oración y estudio de la Biblia. Separa un tiempo específico cada día, preferentemente que sea la primera cosa en la mañana, para profundizar y enriquecer tu amistad con Jesús y absorber la verdad de su Palabra. Planifica tu vida en tomo a este tiempo sagrado. No permitas que nada interfiera. Sin la fuerza obtenida de una rica vida devocional y de estudio, no serás capaz de responder exitosamente a 1as complejidades del ministerio. Sin estar inmerso en la Palabra de Dios, fácilmente podrías perderte en lo que Pablo llamó “discusiones inútiles” (1 Tim. 1:6, NM). Una vida devocional y de estudio constante, y disciplinada, te habilitará para pelear la buena batalla, mantener una conciencia limpia y evitar un “naufragio en la fe” (vers. 18, 19).

            En algún punto de tu estudio diario de la Biblia puedes descubrir lo que parece ser una nueva gema de la verdad. Si esta idea simplemente enriquece 1o que ya sabes, dale gracias a Dios por compartir contigo algo de su vasto tesoro. Predica sobre tu descubrimiento, habla de él sin temor. Sin embargo, si este descubrimiento nuevo entra en conflicto con la opinión aceptada generalmente, estúdialo muy, muy cuidadosamente. Luego, antes de que comiences a predicar tu “nueva luz”, consulta con pastores de experiencia. Si los maestros y los pastores eruditos y temerosos de Dios de la antigua generación encuentran que tu nueva luz es poco convincente, acepta su veredicto y regresa a la Palabra. Si por segunda vez no tienes éxito en convencer a los líderes, bien podrías estar equivocado. Que Dios te revele a ti solo una gema de la verdad y no impresione a otros sobre su validez sería realmente extraño. O quizá no ha llegado el momento oportuno. Aguarda ese momento. Recuerda que nuestra fuerza como iglesia proviene de marchar juntos, bajo Cristo, como él oró que podríamos (Juan 17:21-23).

            Al darte este consejo, no estoy pensando tanto en cómo puedes mantener tu trabajo, sino en cómo puedes crecer espiritualmente. Ese crecimiento te habilitará para cuidar del rebaño que Dios te ha confiado.

TU MINISTERIO PÚBLICO

            Al hablar sobre tu ministerio público, recuerda que te estarás convirtiendo en un constructor, no de una estructura, sino de una comunidad amante y viva de creyentes. Harás crecer a esta congregación como parte de la familia de Dios en la Tierra.

            Estoy segura de que recuerdas cómo los hermanos y las hermanas vinieron tan voluntariamente a dar una mano a la iglesia destartalada, con goteras en el techo, donde elegimos asistir. Venían a los servicios del sábado de mañana, se iban a la casa para almorzar, hacían su trabajo misionero por la tarde y regresaban para las reuniones de jóvenes, a menudo trayendo visitas. Se quedaban para tomar algo caliente y cualquier cosa social que siguiera. Además de eso, muchos venían el domingo para ayudar a reparar el viejo edificio, después de lo cual, hombres y niños jugaban al futbol en la parte de atrás del terreno. Hasta los niños venían para la reunión de oración de los miércoles a la noche; aunque sea para escuchar otro capítulo de la historia continuada. Esas personas anhelaban toda la semana ir a la iglesia y todo lo que esta significaba para ellas. La iglesia era el centro de su vida espiritual, social e, incluso, intelectual.

            ¿Cómo conviertes a la iglesia en el centro de la vida de las personas? Primero, lo que la iglesia ofrece debe cubrir las necesidades de la gente. Tus sermones, preparados cuidadosamente y con mucha oración -y siempre identificados con su vida-, alimentarán a-l rebano. Pocas veces las iglesias tienen un solo tipo de personas; de la misma manera, tendrás que hacer provisión para diferentes niveles de conocimiento espiritual. Sea 1o que fuere que prediques, debería ser tan simple que el no escolarizado pueda beneficiarse y, a la vez, tan profundo que e1 graduado universitario se vaya saboreando lo que dijiste. Por medro de tu ministerio de predicación, aprenderán a estudiar y a entender 1as Escrituras por sí mismos.

            E1 otro lado de la necesidad espiritual de la gente incluye la necesidad de compartir su conocimiento y su experiencia con otros. Con demasiada frecuencia se omite esta necesidad, y las necesidades espirituales nunca se satisfacen completamente. Tendrás que mostrarles a los miembros cómo compartir estudios bíblicos en marcos informales o en marcos estructurados. No puedes dar por sentado que serán capaces de hacerlo solamente porque su corazón desborda con el amor de Dios.

            Predicar no es suficiente. También necesitarás ser un maestro. Muestra a tus miembros cómo estudiar la Biblia y cómo compartir su conocimiento con otros. Recuerdo al hermano Juan, un vendedor de la feria. Aprendió a estudiar y a compartir, se convirtió en un colportor y, más tarde, en un líder de la iglesia y predicador. ¡Apenas lo hubiera soñado!

            Puedes ayudar a tus miembros a desarrollarse socialmente. Para esto, también necesitarán la fuerza espiritual de tus visitas en sus hogares, de tus oraciones con y por ellos, especialmente en momentos de emergencia. Esto tiene que ver con las necesidades sociales de compañerismo que tiene la gente.

            En el mundo occidental de hoy, puede que no sea considerado necesario por la gente satisfacer sus necesidades sociales en la iglesia. Sin embargo, vemos que el compañerismo del Grupo pequeño ayuda a que 1a iglesia crezca. Si la iglesia es lo suficientemente pequeña, un grupo es suficiente. Usualmente, tendrá que haber varios grupos, especialmente cuando haya distintos tipos de personas en una iglesia: adultos, jóvenes, niños, hombres, mujeres, y así sucesivamente. Estos grupos trabajan eficientemente de manera independiente pero cuando se juntan, estas reuniones más grandes se transforman en algo así como una reunión familiar (y ya sabes cuán divertidas son).

            La juventud de la iglesia necesita hacer cosas en grupo. Pero no pienses que hay que entretenerlos. Pueden entretenerse a sí mismos y ser útiles mientras lo hacen. Ayúdalos a canalizar sus energías en proyectos útiles. Para trabajar con jóvenes, necesitas convertirte en uno de ellos. Ayúdalos a jugar y a llevar a cabo actividades interesantes a las cuales puedan invitar amigos, compañeros de clases y parientes.

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IGLESIA VIVA

            Finalmente, quiero hablarte sobre la construcción de una iglesia fuerte y viva. Después de todo, de eso se trata el ministerio: cuidar de la comunidad de la fe. Aquí hay cinco sugerencias que te ayudarán.

  1. Aprender juntos es vital. Algunos miembros de iglesia saben cómo satisfacer su necesidad de información y de conocimiento, otros, no. Puedes ayudar a que la iglesia se convierta en el centro de su vida si ayudas a los miembros a que amplíen sus facultades mentales. Una iglesia es un escenario excelente para todo tipo de clases: Biblia, testificación, crianza, naturaleza, salud, etc. Las clases que son brindadas por una iglesia también pueden abrir una puerta para satisfacer las necesidades de la comunidad, y hacer que la iglesia sea útil para más y más personas.
  2. Haz que la iglesia sea de ellos. Como pastor, eres un líder, un facilitador, un promotor (nunca un jefe). Debes sembrar ideas, y después de suficiente incubación esas ideas regresarán, posiblemente con un nuevo aspecto y ahora como la idea de ellos. Acepta gentilmente el cambio de propiedad y déjalos hacer avanzar sus ideas.
  3. Permite que todos los miembros desarrollen sus talentos individuales. No sientas que tienes que predicar o enseñar todo el tiempo. Dale a tu gente lugar para crecer. En nuestra pequeña iglesia, decidí entregar la enseñanza de la lección de Escuela Sabática de los niños a Daisy, para que ella pudiera aprender cómo enseñar. ¡Cómo me angustié e1 primer mes! Pero aprendió a enseñar a los niños y se convirtió en una líder. Por supuesto, no son audibles los talentos de todo el mundo. La abuela María cuidaba de gente enferma y hacía ropas de material descartado. Anima a todos a hacer algo. Cuanta mayor variedad, mejor.
  4. Mantén a tu familia de la iglesia en la búsqueda de otros con los que puedan compartir el amor y la seguridad que han encontrado en su iglesia. Conoces la historia de un mendigo que le contaba a otro dónde encontrar pan. Enséñale a tu familia eclesiástica a compartir; anímalos a invitar a amigos y familiares a las actividades de la iglesia. Haz que tu iglesia esté orientada hacia la misión. La meta de tu iglesia es crecer, expandirse; obrando así, todos estarán felices.
  5. No dejes a los niños esperando para ser involucrados en las actividades de la iglesia. Solo piensa en lo que te habrías perdido si -a los once años- no te hubieras encargado de la música en nuestra iglesia las dos semanas en que los otros músicos se habían ido. En ese entonces creo que podías tocar diez himnos en tu trompeta.

            La iglesia que estoy describiendo se puede parecer más bien a una colmena que a una iglesia convencional. En la colmena, hay actividad continua. En la iglesia, debería ocurrir lo mismo. Cómo deseo que algún pastor joven trabaje con un arquitecto visionarlo para diseñar un edificio que pueda proveer salones, un comedor, un gimnasio (que durante los sábados se convierta en un lugar de adoración). Hay un desafío para ti.

            Como adventistas, tenemos el sábado, un período de 24 horas, para educar a esta familia de Dios. Con frecuencia hablamos del sábado como de un “tiempo en familia” y no tenemos presente que no estamos hablando necesariamente sobre la familia tradicional. Que las actividades variadas -todas inclinadas hacia la obra misionera, la adoración, la hermandad y el servicio- hagan del sábado el mejor día y el más ocupado de la semana.

            Si tu iglesia es una colmena donde se comparte y se sirve alegremente, no necesitas preocuparte por tu trabajo. El presidente de la Asociación estará encantado contigo y hará 1o mejor para mantenerle en su campo. No hay necesidad de preocuparse.

            Tengo fe en ti y en tu generación. Puedes -bajo la guía de Dios y en su poder- infundir vida nueva a la iglesia. Apenas puedo esperar para verlo.

            Que la fuerza y la gracia de Dios abunden en ti y en la iglesia que pastorearás. Estaré orando por ti diariamente.

            Con amor,

                        mamá

Sobre el autor: Es un seudónimo