Todos hemos experimentado el poder del canto. “Es uno de los medios más eficaces para impresionar el corazón con la verdad espiritual” (Evangelism, pág. 496). El Señor ha utilizado muchas veces este medio con resultados admirables. Por esto el diablo se ha dedicado a pervertirlo según su costumbre de presentar lo falso como verdadero, a fin de contrarrestar la verdad.

El campo de la música se presta para fáciles desviaciones a uno y otro lado de la línea central. Hay música pesada y sin sentido, común en las actuaciones de ópera, las cuales se nos ha dicho que “no agradan a los ángeles” (Id., pág. 510). Hay una clase de música descripta como ruido y discordancia —sentimentalismo barato e intrascendente que prevalece en la actualidad— que se canta en nombre del culto religioso. Finalmente existe la tendencia de suprimir casi enteramente el servicio de canto, y en cambio otros emplean demasiado tiempo cantando, quitando de este modo un tiempo precioso a la predicación. Y no faltan los que tienden a realizar producciones teatrales con el programa musical, convirtiendo esta parte del culto en una ostentación de sí mismos. Se nos ha hablado de la necesidad de utilizar música suave y sencilla en la que pueda participar toda la congregación. El blanco a alcanzar sería cantar esta música “con el espíritu y con el entendimiento” (Id., pág.509).

Importancia del servicio de canto

“El canto forma parte de la adoración a Dios, pero por la forma chapucera como se lo conduce a menudo, no constituye una buena reputación para la verdad ni honra a Dios” (Id., pág. 506). Sabemos, entonces, que el canto forma parte del culto —no es un “relleno” que se introduce hasta que el público llega, sino una parte integral del todo. Nuestro propósito principal es predicar la verdad y honrar a Dios. Esto puede cumplirse mediante un servicio de canto debidamente dirigido. Si no existiera la posibilidad de llevarlo a cabo en “forma chapucera”, la Inspiración no habría advertido contra ella. El diablo pretende frustrar los mejores planes de Dios privándonos de su bendición durante esta parte del servicio. Cuán importante es entonces que aprendamos a obtener el máximo de beneficio de la hora de la música. Nadie puede pretender poseer todas las respuestas a determinado problema, pero a continuación hacemos unas pocas sugerencias que consideramos de utilidad.

Organización

“Debería haber sistema y orden en esto [la música] como en cualquier otra parte de la obra del Señor” (Ibid.). La parte musical del servicio debería organizarse cabalmente. Los pastores deben saber el orden de presentación de los cantos, orquesta o solos instrumentales. Una forma de lograrlo es sacar copias del programa de canto y música y distribuirlas entre los pastores actuantes. Generalmente el cantante-evangelista estará a cargo de la coordinación del programa de la conferencia —la designación del que orará y de quienes llevarán a cabo otras tareas. Esto requiere una preparación anticipada, pero la importancia de esta parte del programa justifica el esfuerzo.

La música a emplearse

“La música debería tener hermosura, sentimiento y poder” (Id., pág. 505). Esta indicación elimina los cantos movidos y la música insustancial de tipo de ópera. La instrucción inspirada dice que la música que se presenta en la iglesia debe ser “fácil y sencilla de cantar”, “cantada en tono natural”, “con el espíritu y el entendimiento” (Id., pág. 509).

El coro

“Organícese un grupo con los mejores cantores, cuyas voces puedan guiar a la congregación, y luego que se unan a ellos todos los que así lo deseen” (Id., pág. 506). El coro no tiene rival en su poder para el bien en el culto. Mientras la gente entra a la sala o al templo, el coro debería cantar. Así se crearía una atmósfera que conduciría a preparar el terreno para la acción del Espíritu de Dios. Los ángeles están presentes para cantar con ellos. Tal vez los que cantan no se destaquen por sus voces, pero si cantan con armonía, Dios bendice y los ángeles “llevan arriba las estrofas que se cantan de corazón con el espíritu y el entendimiento” (Id., pág. 510). Puede invitarse a las visitas a unirse en el canto, y así se convertirá el coro en un instrumento ganador de almas. Después de la presentación, que puede durar 25 minutos, en la cual se cantan cantos conocidos —algunos se ensayan para ocasiones futuras, y otros se cantan por el puro gozo de cantar—, se ofrece una oración pidiendo que el Cielo bendiga la música presentada, al orador y a los asistentes. Esto ayudará a poner el debido énfasis en la música. La hora del canto debe terminar unos cinco minutos antes de la conferencia, porque así el cantante evangelista puede reunirse con los demás pastores a fin de participar en la oración antes del acto público.

El servicio de canto

A la hora anunciada, el cantante-evangelista, acompañado por todos los ministros actuantes, pasa a la plataforma. Mientras pasan, el coro puede cantar suavemente un himno apropiado. El mismo puede cantarse en todas las reuniones como característica. Luego, en mi caso, me adelanto y agradezco al público por su presencia. El servicio de canto comienza de inmediato. “Tantas veces como sea posible, permitid que toda la congregación se una” en el canto. “El canto no siempre debe ser hecho por unos pocos”. “Todos los presentes deberían ser animados a unirse en el servicio de canto” (Id., pág. 507). Tal es el consejo inspirado. A la gente le agrada cantar y vienen a cantar. Los quince minutos que dura el servicio de canto pueden aprovecharse muy bien dejando que cante la gente.

El director del canto debe mostrarse animado y feliz, pero debe evitar parecer frívolo. A fin de afirmar la atmósfera de dignidad que iniciaron los cantos anteriores del coro, tengo la costumbre de hacer una corta oración después del primer himno cantado por la congregación. La siguiente sirve de ejemplo: “Te agradecemos, Señor, por esta oportunidad de cantar estos himnos de alabanza. Daños un canto en nuestros corazones esta noche. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén”. Esto realza el canto como parte del culto.

El último himno de este servicio de canto puede tener como tema la entrega personal de Dios. Se puede pedir que la congregación se ponga de pie para cantarlo. Después de esto todo está preparado para la oración de apertura.

Como variante en el servicio de canto, se puede pedir al coro que cante una estrofa de uno de los himnos. Periódicamente el coro puede presentar una selección especial. Ocasionalmente, otros grupos pueden dar realce a este servicio, pero en general, ¡déjese cantar a la gente!

Casi todos los evangelistas piden un número especial antes de la conferencia. Esta es una oportunidad y responsabilidad de presentar una parte que llame la atención de todos y prepare su mente para recibir el mensaje. Si el cantante canta lo que siente y siente lo que canta, entonces está “cantando con el espíritu y el entendimiento”. Este canto, de ser posible, debería complementar el mensaje de la noche. Sin embargo, un buen canto espiritual e inspirador servirá para casi cualquier mensaje.

Variaciones

1. Para que el público se conozca. —En la primera noche del ciclo de conferencias, o en una ocasión cuando están presentes muchas visitas, he utilizado el himno “Salvo en los tiernos brazos”. Después de cantar una estrofa, le pido a la gente que se pongan de pie y que se saluden cada uno con el compañero que tiene al lado. Después de esto les digo mi nombre y les presento a los instrumentistas. Luego cantamos otra estrofa y les pido que se sienten, y el servicio de canto prosigue.

2. Noche de música especial. —Habrá muchos que pedirán cantar como solistas o en grupos. Anótense sus nombres en un registro especial. Luego, un sábado de noche por ejemplo, hacia el final de la campaña, anúnciese una noche de música especial, y hágase participar a todos los que figuran en la lista. Este programa tendrá que comenzar más temprano que la hora acostumbrada. Contribuirá a aumentar la asistencia, y además creará buena voluntad entre los músicos. Los ¡miembros del coro deben tener prioridad en la participación en estas noches, por su fiel asistencia y leal apoyo.

3. Himnos favoritos. —Estas ocasiones son muy apreciadas por los asistentes. Se anuncian con varios días de anticipación. En la noche elegida, después de cantar una estrofa de un himno y de la oración, se pide al auditorio que solicite sus cantos favoritos. Conviene cantar una estrofa de cada uno. porque así se dará oportunidad a un número mayor.

4. Repaso de la última noche. —En la última noche de la campaña se presentan los mejore? números habidos en los programas anteriores. Este servicio especial de canto debe comenzar por lo menos una hora antes de la conferencia. En esta ocasión, sin excepción, asiste el mayor número de personas de toda la serie. En esta noche pueden obtenerse buenas decisiones para Jesús. También proporciona una excelente ocasión para recibir una abundante ofrenda de agradecimiento.

Contrariamente a lo que se acepta comúnmente, he encontrado que el himno-tema puede emplearse con gran ventaja al final del servicio. La gente sale con las palabras del canto en sus mentes y esto les ayuda a tener la seguridad de que recibirán las bendiciones del Cielo al decidir seguir la nueva verdad descubierta.

Cada conferencia termina con estas palabras del cantante-evangelista: “Buenas noches, y hasta mañana a esta misma hora. Que el Señor los bendiga”. El piano y el órgano tocan el himno-tema o bien algún otro apropiado, mientras la gente sale.

Estos son algunos de los recursos que he empleado como cantante-evangelista, pero cada cual descubrirá muchos más en su práctica del canto y la música para honrar a Dios.

Sobre el autor: Cantante-evangelista de la Asociación Georgia-Cumberland