Después de todo, la aniquilación es un castigo eterno, aunque no sea un tormento eterno” (Nature, Man and God, pág. 460).

            “Hay algo que podemos decir con toda confianza: La doctrina del tormento eterno debe ser completamente descartada. Si los hombres no hubieran importado la noción* griega y antibíblica de la indestructibilidad del alma, y si hubieran leído el Nuevo Testamento sin este prejuicio, hubieran extraído de él la creencia, no en el tormento eterno, sino en la aniquilación. Del fuego se dice que es eterno; no de la vida que se arroja en él” (Christian Faith and Life, pág. 81).

            “¿Cómo puede existir Paraíso para algunos, mientras para otros hay un Infierno concebido como un tormento eterno? Toda alma que se supone ha sido condenada, nació en el mundo como hijo de una madre, y el Paraíso no puede ser tal para ella si su hijo se encuentra en el Infierno” (Id., pág. 454).

            Dr. GERARDUS VAN DER LEEUW (1890-1950), catedrático de la Universidad de Groningen. Onsterfelijheid of Opstanding (Inmortalidad o resurrección), 1947.

            Luego de citar Eclesiastés 3: 19-21, comenta:

            “La inmortalidad (innata) es una concepción que corresponde a la filosofía panteísta. Con la muerte no se nos da la inmortalidad, sino la Resurrección” (Pág. 30).

            “La Iglesia (no importa cuán helenizada pueda estar en doctrinas y prácticas), siempre ha sustentado la idea de la resurrección del cuerpo… El cuerpo muere; no se niega la muerte en absoluto. Incluso el espíritu, el alma que yo soy, dejará de existir. El alma también morirá. Sin embargo, el hombre será renovado íntegramente por Dios. El Señor me levantará ‘en el día postrero’” (Id., pág. 32).

            “Sólo Dios es inmortal (1 Tim. 6:16). Él ha dado al hombre la promesa de la resurrección… “La creación se transformará en una recreación. Y la recreación es resurrección, es ser levantado por Dios” (Id., pág. 36).

            “Muchos predicadores en estos últimos tiempos han dudado si debían predicar o no acerca de la inmortalidad. Sin embargo, antiguamente, cuando predicaban acerca de la vida eterna, lo hacían sin ningún esfuerzo; y se espaciaban en ideas acerca del cuerpo corruptible, y del alma inmortal. Los antiguos libros devocionales e himnos de las iglesias estaban empapados de esas ideas. Aun hoy se consuela a la gente con esas mismas ideas en las casas mortuorias y en los cementerios, aun cuando no guardan ninguna relación con el cristianismo, puesto que son de origen griega y contrarios a la esencia misma de la fe cristiana” (Id., pág. 20).

            Dr. AUBREY R. VINE (1900-…), director de The Congregational Quarterly; profesor del Colegio Unido Independiente, de Yorkshire. An Approach to Christology, 1948.

            “La inmortalidad natural del alma es un concepto más bien griego que cristiano” (Pág. 314).

            “En oposición a la idea de la inmortalidad natural del alma, presentamos el hecho de que Dios es el único que existe por sí mismo, y que nada existe o seguirá existiendo si no es por su gracia y voluntad, dentro de este esquema o de cualquier otro. Dios es el único que queda fuera de todo esquema. De manera que cuando usamos. la palabra “inmortal”, para referirnos a cualquiera menos a Dios, debemos recordar que sólo Dios es inmortal por su propia naturaleza y sin limitación” (Id., pág. 315).

            “‘Inmortal’ únicamente podría aplicarse al alma humana si reconociéramos claramente que es inmortal por la gracia y la voluntad divinas. Sólo Dios es inmortal por su propia naturaleza y sin limitación” (Id., pág. 311, nota de pie de página).

            Dr. MARTIN J. HEINECKEN, profesor de teología sistemática del Lutheran Theological Seminary, Filadelfia. Basic Christian Teachings, 1949.

            Hablando del hombre como una unidad, declara:

            “En el relato bíblico de la creación se nos dice que Dios hizo al hombre del polvo de la tierra, y que luego sopló en su nariz y el hombre llegó a ser alma viviente. Esto se interpreta generalmente como que Dios hizo un alma, que sería la persona real, y que luego le dio un hogar temporario que sería el cuerpo, hecho del polvo de la tierra. Pero éste es un falso dualismo… El hombre debe ser considerado una unidad” (Págs. 36, 37).

            “Estamos refiriéndonos a un ser único, una persona, y no a algo llamado alma que habita en una casa llamada cuerpo, como si el cuerpo no fuera más que un instrumento que utiliza el alma, y no realmente una parte de la persona” (Id., pág. 38).

            En relación con el tema de la inmortalidad del alma, dice:

            “Algunos sostienen que dentro de cada hombre hay una inmutable e indestructible esencia, que es inmortal por derecho propio. No la afecta el tiempo, no ha tenido principio, ni tampoco tendrá fin. Siempre ha sido y seguirá siendo. Vino a este convulsionado mundo desde el ámbito de la eternidad, y allí volverá” (Id., pág. 133).

            “El punto de vista cristiano por ningún motivo debe identificarse con esta creencia de la inmortalidad del alma. El cristiano cree en la inmortalidad proveniente de su relación con Dios, y en la resurrección. El dualismo cristiano no se refiere al alma y el cuerpo —espíritu eterno y cosa pasajera— sino a la dualidad Creador y criatura. El hombre es una persona, un ser único, responsable, que se halla frente a su Creador y Juez. No tiene vida ni inmortalidad en sí mismo. Llegó a existir sólo por el poder creador de Dios; y pasará tantos años en esta tierra como la providencia divina así lo quiera. Le espera la muerte como la paga del pecado” (Id., págs. 133, 134).

            “El hombre ha especulado así: Al morir, el alma se separa del cuerpo. Entonces se presenta ante Dios en un juicio preliminar (no mencionado en ningún lugar de las Escrituras) y pasa por una etapa previa, ya sea de beatitud o de condenación. Más tarde, cuando suena la trompeta en el día final, el cuerpo resucita y se vuelve a juntar con el alma y, completo una vez más, cuerpo y el alma unidos se presentan para la escena pública del juicio final, desde donde irán a la gloria o a la condenación definitiva. No es de extrañarse, entonces, que debido a estas creencias el hombre le haya dado escasa importancia a la resurrección, y que finalmente la haya descartado y se haya contentado con la salvación del alma” (Id., pág. 125).

            “Entonces, morir significa pasar por la resurrección y el juicio final. Incluso si alguien dijera que todos los hombres van a dormir hasta que suene la trompeta en el día final, ¿qué será el tiempo que transcurra para los que duerman? Para ellos, el paso de la muerte a la resurrección será instantáneo. Será como ir a la cama por la noche y despertarse por la mañana” (Id., pág. 136).

            DAVID R. DAVIES (1889- …), rector de la Iglesia Santa María Magdalena, St. Leonard, Inglaterra. The Art. Of. Dodging Repentance, 1952.

            “El alma no es inmortal por naturaleza. Es susceptible de ser destruida. La Biblia no ofrece ningún tipo de fundamento para creer que el alma está inmune a la. muerte y a la destrucción. El alma puede ser destruida.

            “La inmortalidad del alma no es una doctrina bíblica, sino filosofía griega. La doctrina bíblica acerca del alma es la resurrección. El hombre es un ser creado. Dios lo creó de la nada. Fue creado para ser inmortal, pero por su rebelión contra Dios se hizo mortal” (Pág. 84).

            “La idea de la inmortalidad del alma deriva de la filosofía griega que concebía la vida de ultratumba en el hades, un submundo espectral y tenebroso, en el cual el alma vivía una sombría existencia. Hemos traducido la palabra griega hades por e’1 vocablo castellano infierno, que nos hace pensar en un lugar de dolor y tormento. Sin embargo, el hades griego no era un lugar de tormento. El infierno como lugar de tormento, deriva más bien de la gehena hebrea que del hades griego, el cual ofrecía una existencia paupérrima y tenebrosa, pero carente de padecimientos y sufrimientos. Era el resultado del punto de vista que tenían los griegos acerca del hombre: Un compuesto de materia y espíritu, que separaba la muerte, liberando al alma de la prisión de la materia para que lograra una existencia independiente.

            “El punto de vista de los hebreos en relación con el hombre era completamente diferente. En la Biblia vemos al hombre como una unidad de ‘vida’ o espíritu, que se manifiesta a sí mismo como alma y cuerpo. Desde que el hombre se redujo a la condición de mortal, su alma fue afectada por esa mortalidad. El hombre no es una combinación de dos entidades separadas, materia y espíritu, sino una unidad espiritual que funciona como materia y alma. Esa unidad es mortal” (Id., págs. 84, 85).

            Dr. BASIL F. C. ATKINSON, vice bibliotecario de la Universidad de Cambridge. The Pocket Commentary of the Bible, Primera Parte: Libro de Génesis, 1954.

            En su comentario de Génesis 2:7, nos dice:

            “Se ha pensado algunas veces que el otorgamiento del don de la vida, tal como se nos presenta en este versículo, confería la inmortalidad del espíritu o alma. Se ha dicho que el haber sido creados a la imagen de Dios, implica poseer inmortalidad. Pero, la Biblia no lo dice en ninguna parte. Si implica la inmortalidad, ¿por qué no la omnisciencia, la omnipresencia o cualquier otro atributo del Infinito? ¿Por qué habría de escogerse sólo uno de ellos? Dios no sopló aliento de vida en el corazón del hombre, sino en su nariz. Eso quiere decir vida física. A lo largo de toda la Biblia el hombre separado de Cristo aparece como hecho de polvo y paja, una criatura física a quien Dios le ha prestado el aliento de vida. Los pensadores griegos tendían a concebir al hombre como dotado de un alma inmortal, prisionera en su cuerpo. Aunque este concepto contradice a la Biblia, ocupa un lugar preeminente en el pensamiento cristiano” (Id., pág. 32). (Continuará.)