Lo que se debe hacer cuando aparentemente fallan todos los intentos para el crecimiento de su iglesia.

Es domingo de mañana. Terminé de ver un bien disputado juego de fútbol. Durante el primer tiempo, un equipo dominó enteramente al otro. Pero, en el intervalo, el equipo antes dominado hizo tan buenos cambios que reasumió el control del partido y terminó venciendo la disputa, en el segundo tiempo.

¿Qué podemos aprender, como iglesia, de esos cambios que llevaron al equipo a la victoria?

El problema

Primeramente, confieso que casi me quedo enfermo cuando observo lo que el enemigo realiza en nuestras comunidades: la expansión del delito, vicios, hogares quebrantados y el vacío expresado en muchos rostros. Cuando nos volvemos hacia la iglesia como un lugar de esperanza, un lugar en el que las preguntas pueden ser respondidas y donde la vida puede recomenzar, frecuentemente encontramos actitudes independientes, espíritus críticos, esfuerzos divididos, relatividad moral y una soledad que hiere. Volviendo a la analogía del juego de fútbol, el contador nos muestra que estamos perdiendo.

Imaginemos que estamos en el entretiempo. ¿Qué cambios debemos hacer para que nuestro “equipo” vuelva a ejercer impacto en la comunidad? En primer lugar, prestar atención a las instrucciones del técnico. Jesús, el “Técnico”, estableció nuestra misión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat. 28:19, 20).

Abordaje pastoral

Hay quienes piensan que un método tradicional para cumplir esa misión, la evangelización pública, se hará costoso y grandemente ineficaz. Muchos pastores ya renunciaron a él. He escuchado acerca de colegas que intentaron realizar una campaña de evangelización y no apareció ningún visitante. “Bien, estas reuniones son buenas para la iglesia también”, dicen resignados. Eso puede ser verdad, pero no programamos campañas de evangelización con ese propósito. La comunidad, no la iglesia, es el blanco. Algunos también creen que, por el hecho de que las campañas de evangelización no funcionan bien en algunos países, las personas no están interesadas en nuestro mensaje para los últimos días. Eso, sencillamente, no es verdad.

Creo que la Iglesia Adventista no crecerá sin evangelización pública. Estoy convencido de que la iglesia que pastoreo no crecerá sin evangelización pública. Hemos realizado una serie de evangelización cada año durante los últimos nueve, y sé que debemos, a lo largo del año, arar el terreno, lanzar la semilla y fertilizar el suelo. Esos pasos mantendrán a la iglesia concentrada en el rumbo que la llevará al éxito en las campañas de evangelización. Nuestro “Técnico” estableció el ejemplo: “Únicamente el método de Cristo dará verdadero éxito para alcanzar a la gente. El Salvador se mezclaba con los hombres como alguien que deseaba su bien. Les manifestaba simpatía, atendía a sus necesidades y ganaba su confianza. Luego los invitaba así: ‘Sígueme’ (Obreros evangélicos, p. 376).

Miles de folletos e invitaciones dejados en buzones de correo jamás sustituirán el valor del contacto personal. Cuando hacemos amigos, participamos de eventos en la comunidad, visitamos la vecindad, oramos en los hogares de las familias con problemas, conquistamos la confianza y la simpatía de las personas. Así, abrimos el camino para hablar a su corazón e invitarlas a un Grupo pequeño establecido para profundizar las relaciones.

Nuestros Grupos pequeños no necesitan realizar nada más que hacer amigos. Un líder del Grupo pequeño de nuestra iglesia me dijo lo siguiente: “Cuidaré de la amistad, de las relaciones y de los estudios bíblicos. Después encaminaré a los participantes del grupo al local de la campaña de evangelización y usted hará el resto”. Haga amigos, y la oportunidad de invitarlos a las reuniones de evangelización surgirá naturalmente.

Nuevo modelo

Los ajustes, los cambios y las adaptaciones en un proyecto marcan la diferencia. Por ejemplo, el año pasado llegamos a la conclusión de que sería impropio esperar a que las personas de nuestra comunidad asistan a una programación de evangelización durante veinte días seguidos. Me gusta jugar al golf; pero jamás podría asistir a una serie de veinte juegos seguidos, aun en el verano, por más que deseara hacerlo. Estoy muy ocupado. Entre otras características peculiares, las personas de nuestra comunidad también están muy ocupadas, al igual que los miembros de la iglesia.

¿Que decidimos hacer, y cómo hicimos, entonces, para facilitar la asistencia de las personas a la programación? Hechos 15:19 dice: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se conviertan a Dios”.

Primeramente, nos preparamos a lo largo del año. Después, y aquí está el punto en que tuvimos que hacer ajustes, decidimos realizar las reuniones en tres fines de semana. Así de simple. Esa fue nuestra campaña de evangelización.

En la noche de apertura, un viernes de noche, fueron presentados dos sermones. Sin preliminares, sin música, tuvimos nada más que una calurosa bienvenida, un tentempié sobre la mesa, explicaciones acerca del cuidado dispensado a los niños, informaciones acerca del programa en sí y una presentación previa, corta, acerca de los encuentros del día siguiente. Los dos sermones fueron presentados por diferentes oradores: yo hablé acerca de las señales del regreso de Cristo y nuestro pastor asociado concluyó el programa hablando acerca de la manera en que Jesús volverá.

Invitamos a los asistentes a regresar a la siguiente mañana, en que hablé acerca de Daniel 2, en el culto de sábado. A las 18, servimos algunos alimentos y tuvimos mucha asistencia. Luego, presentamos otras dos charlas. Esa fue la programación de los otros dos fines de semana; y, durante toda la campaña, 115 personas participaron regularmente. En ese período, cubrimos quince temas, aprovechando los cultos de sábado por la mañana.

Pasados los tres fines de semana, establecimos una nueva Escuela Sabática compuesta por nuestros nuevos amigos y por algunos hermanos que establecían vínculos con ellos. A partir de entonces, fueron abordados otros asuntos. Se estableció también una clase bíblica, y en ella presentamos una serie de estudios bíblicos titulada “Tras los pasos de Pablo”. Aproximadamente treinta personas fueron bautizadas hasta el fin del año como fruto de este trabajo.

Considerando que algunos todavía no hicieron pública su decisión por el bautismo, pero continúan asistiendo asiduamente a las reuniones, cerramos la serie de estudios bíblicos y los transferimos a una clase bíblica especial en la Escuela Sabática, que es dirigida por nuestro obrero bíblico. Esas personas continúan estudiando nuestras creencias fundamentales y están avanzando en el caminar que las llevará a dar el paso decisivo de su experiencia con Cristo.

Iglesia transformada

Cuando las personas de una comunidad pasan a saber quiénes son los adventistas, algo poderoso le sucede a la iglesia. Todo el cuerpo gana vida; la iglesia adquiere una nueva fragancia, con una nueva atmósfera que invade el ambiente, fluyendo a través del centro de adoración. Se encuentran vestigios de fuerza, expectativa, en todos los lugares. Esa atmósfera permea toda la iglesia, que antes estaba centralizada en sí misma, pero que ahora, con nuevos ajustes y alteraciones en su estrategia, se convierte en lo que Dios siempre deseó que fuera: un organismo dedicado a alcanzar personas y encaminarlas a su Reino.

Solo algunos cambios. Eso es todo, para que la iglesia vuelva a tener vida. Creo que nuestro “Técnico” nos está llamando a reasumir el control del juego: el mismo equipo, las mismas reglas, el mismo objetivo; pero una nueva estrategia. Estamos en el entretiempo del partido, y Dios nos está abriendo los ojos y la mente a la necesidad de cambiar de dirección, en busca de la victoria. ¿Continuaremos haciendo lo que hemos hecho durante años, corriendo el riesgo de arrastrarnos, moribundos, en el segundo tiempo? ¿O tendremos el coraje y la determinación de hacer los cambios necesarios, asumiendo una nueva actitud, que nos posibilite cambiar el rumbo de la confrontación?

Sobre el autor: Pastor adventista en Washington Estados Unidos.