Cosecha 90 es el nuevo tema para la evangelización mundial. Este artículo inspirará y desafiará su pensamiento. El autor centra su atención en el elemento clave de la ganancia de almas.
Los discípulos habían pescado toda la noche y no habían obtenido nada. A la orden de Jesús lanzaron sus redes una vez más. “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (Luc. 5: 6). Esta narración de la pesca milagrosa es un símbolo de la productividad evangelizadora que se garantiza cuando la iglesia responde con una disposición de obediencia a la comisión divina de Cristo.
El desafiante mandato
El desafiante mandato de Cristo a sus discípulos es “boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar” (vers. 4). El reloj del tiempo ha hecho sonar la hora cuando la iglesia debe embarcarse en una nueva y revolucionaria aventura de ganancia de almas de magnitud sin precedentes, dirigida por el Espíritu. El mandato de Cristo a “bogar mar adentro” es un llamado para que toda la iglesia se fije objetivos evangelizadores mayores y más atrevidos. Es una directiva divina para movilizar y encauzar a toda la feligresía de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para un avance evangelizador con toda su energía. Es un llamado a poner en acción una nueva ola de acción ganadora de almas que abarcará cada pueblo, villa, ciudad y país en este mundo con el mensaje redentor del Evangelio eterno. Ahora es el momento para que el pueblo de Dios se lance mar adentro y deje caer la red el Evangelio para una extraordinaria pesca de hombres y mujeres para el reino de Dios. Con Isaías se nos desafía a ensanchar el sitio de nuestra tienda, a alargar nuestras cuerdas y reforzar nuestras estacas (Isa. 54: 2).
La directiva divina de “bogar mar adentro” tiene un toque de urgencia. La iglesia no puede continuar más tiempo esperando dramáticos resultados pentecostales en la evangelización mientras se está pescando en las aguas superficiales de la complacencia espiritual, la falta de compromiso con sacrificio, y la tibieza laodicense. ¡Mantenernos en las aguas superficiales de los pequeños objetivos en cuanto a la ganancia de almas es una trágica negación de nuestra sublime misión! La Iglesia Adventista comenzó con espíritu de urgencia, ¡y también debe llegar a su clímax con urgencia y una llamarada de triunfo! A medida que la iglesia se acerca definidamente a la hora del crepúsculo, bogar mar adentro debe convertirse en el santo y seña de cada congregación, institución, industria y organización adventista. Tenemos el mensaje salvador y redentor de la hora del juicio que debe ser dado a toda la humanidad con pasión arrolladora. Están ocurriendo cambios religiosos, sociales, políticos y económicos en todo el mundo con asombrosas implicaciones para la iglesia en el cumplimiento de su divina comisión. Una ideología política diabólica y materialista amenaza ahora el avance del Evangelio en algunas áreas del mundo. No somos inmunes a estas ideologías ateas. Mientras que las puertas permanecen abiertas, la iglesia, en un compromiso colectivo dirigido por el Espíritu debe bogar mar adentro y dejar caer la red del Evangelio para que cientos de miles puedan ser traídos a la iglesia de Dios.
Bogar mar adentro es el llamado imperioso de Dios a un nuevo reavivamiento y a un despertar que da prioridad a una evangelización total. Bogar mar adentro en esta etapa inicial de Cosecha 90, da prioridad incuestionable a la evangelización en todas las formas y en todos los niveles de la organización de la iglesia. Esto implica evangelización pública, evangelización personal, evangelización laica, evangelización juvenil, evangelización pastoral, evangelización de la salud, evangelización por los medios masivos de comunicación, etc. El mensaje doble “bogar” y “echar” para la pesca es una orden tanto como una promesa de increíble éxito. Todas las órdenes de Dios son promesas.
Mar adentro
La orden de “bogar mar adentro” está dirigida a los laicos tanto como a todas las categorías de obreros denominacionales. Ya es tiempo de abandonar nuestros abrigados puertos de complacencia, autosatisfacción e imperturbable contentamiento religioso y lanzarnos mar adentro para la ganancia de almas. Hoy, mientras incontables millones continúan alejándose a la deriva con la marea de la laxitud moral, el materialismo y la bancarrota espiritual; hoy, cuando las multitudes buscan desesperadamente una forma de escapar de la creciente inquietud política, el derramamiento de sangre, el caos económico, la injusticia y la opresión social, Dios ordena a sus discípulos modernos “bogar mar adentro” con las buenas nuevas de la liberación y de la redención por medio del Evangelio eterno, que todo lo abarcan y es todo suficiente.
La palabra “mar adentro” en este imperativo es una descripción de la población en explosión que todavía debe ser alcanzada con el Evangelio salvador de Jesucristo. Los pescadores nunca van a pescar a piletas de natación. Se lanzan mar adentro: en ríos, lagos, corrientes, y el ancho océano. “Mar adentro” abarca las masas tanto como la elite, la aristocracia y los más inteligentes. Incluye a los capitalistas tanto como a los socialistas, la clase alta como la clase media, la clase baja como a los de ninguna. Incluye a los que tienen y a los que no tienen. La Iglesia Adventista del Séptimo Día, al lanzarse mar adentro, está bajo las órdenes de Dios de confrontar a la gente de todas las razas, persuasiones y estatus con el mensaje redentor y escatológico confiado a nosotros en esta hora crepuscular de la historia humana. Es tiempo de dejar las aguas superficiales de los métodos formales y mediocres de ganancia de almas y bogar mar adentro, a las profundidades de la evangelización llena del Espíritu. Mar adentro, millones de hombres y mujeres destinados al juicio están esperando tan sólo ser reunidos en la red del Evangelio.
La estrategia de Dios para el crecimiento explosivo
Bogar mar adentro es la exclusiva estrategia de Cristo para un prolífico crecimiento de la iglesia. Es la receta de Dios para una iglesia creciente y progresista. Nótese que Cristo nos ordena que “echemos las redes” para la pesca. ¡Es hora de pescar! La pesca es contingente con el lanzamiento de las redes. Sin fe viviente y acción dinámica no hay producción. La clave principal de la genuina explosión evangelizadora en la iglesia adventista está claramente expresada en la respuesta sin vacilación de Pedro a la orden de Cristo de “bogar mar adentro”. Por ser el factor de fe en la respuesta de Pedro: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (Luc. 5: 5). Nótese bien la confiada expectativa en la frase “echaré la red”. Esto es fe que espera resultados. Es la palabra de fe acoplada con una acción de sumisión. Pedro era un excelente profesional en cuanto a pesca. Él sabía cómo, cuándo y dónde pescar.
Esto es un ejemplo clásico de la eficacia de la fe y de las obras en adecuada combinación. Pedro, el pescador profesional, había empleado todas las técnicas y la experiencia de la actividad pesquera. Admitió haber trabajado toda la noche y no haber recogido nada. Esto es típico de la futilidad de los esfuerzos humanos sin la unción divina. “La noche era el único tiempo favorable para pescar con redes en las claras aguas del lago. Después de trabajar toda la noche sin éxito, parecía una empresa desesperada echar la red de día. Pero Jesús había dado la orden, el amor a su maestro indujo a los discípulos a obedecerle” (El Deseado de todas las gentes, pág. 212).
Pedro no cuestionó ni por un momento la directiva del Maestro de “bogar mar adentro, y echar las redes” para la pesca. Para demostrar su obediencia al Maestro pescador, sin vacilar echó la red y con fe esperó los resultados. Pero sabía por experiencia personal que las técnicas de Cristo llevaban una total garantía de éxito. Había llegado a conocer y a confiar en la eficacia de los métodos infalibles de Dios. Es el mismo pensamiento que Zacarías expresó en su famoso pasaje: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4: 6).
Como Pedro, hemos pescado durante demasiado tiempo en las aguas superficiales e improductivas de los esfuerzos humanos. Planes evangelizadores hechos por los hombres, programas impresionantes, algunas técnicas, incentivos y un enfoque altamente programado están a veces en directo conflicto con la dirección del Espíritu Santo. Como Pedro, la totalidad de los laicos y de los dirigentes de la iglesia de Dios son desafiados a embarcarse en una nueva aventura de fe evangelizadora. “Boguen mar adentro, echen sus redes para pescar” es el resonante desafío de Cristo a la iglesia hoy. La evangelización, a fin de producir extraordinarios resultados cuantitativos, debe seguir la directiva de Cristo. Bogar mar adentro no depende de la sabiduría humana, agudeza, programación sofisticada, presupuestos cada vez más grandes, comodidades complicadas y técnicas complejas, sino de la obediencia promovida por la fe. Cuando la totalidad de la iglesia, unida en acción evangelizadora, se dirija mar adentro por la fe en el mandato de la autoridad de Dios, ¡el Pentecostés retornará con sorprendente esplendor!
El desafío más impresionante de todo para el pueblo de Dios en esta hora de crisis es cómo levantar, reclutar, entrenar y movilizar a la totalidad de los laicos en un plan sistemático para evangelizar la explosiva población de este mundo. En el lenguaje de Pedro, la iglesia debe confesar: “En tu Palabra” nos hemos de lanzar mar adentro por medio de la fe y la obediencia, y esto transformará nuestros cientos en miles y nuestros miles en cientos de miles. Cuando nos lancemos mar adentro, los resultados evangelizadores del pasado y del presente aparecerán poco impresionantes en comparación con lo que una iglesia unida, obediente y expectante pueda lograr bajo la poderosa influencia del Espíritu Santo.
Los sorprendentes resultados
El abrumador resultado de la rápida respuesta de Pedro a la orden de Cristo de “bogar mar adentro” está vívidamente reflejada en Lucas 5: 6, 7. El pasaje claramente indica que cuando los discípulos hubieron echado las redes mar adentro como Cristo lo había indicado, “encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían”. Esos dos versículos están llenos de verdades vitales para la iglesia en su misión evangelizadora. Dios garantiza los resultados cuando la iglesia y sus líderes en obediencia y fe aceptan e implementan la estrategia evangelizadora de Cristo. Cuando lo seguimos, Él se hace totalmente responsable de hacernos pescadores de hombres (Mat. 4: 19). Sí, todo lo que Él necesita son vidas obedientes y disponibles, y El arreglará los detalles y llenará la red del Evangelio a medida que nos lancemos mar adentro por fe. El conmovedor mensaje de estos dos versículos tiene una especial relevancia para la iglesia en la implementación de su misión evangelizadora.
En primer lugar está la impresionante pesca. Los discípulos obtuvieron una cantidad tan impresionante de peces que sus redes comenzaron a romperse (Luc. 5: 6). ¡Qué dramático cambio! Habían pescado toda la noche y no habían logrado nada. Ahora, en respuesta a la orden de Cristo, están abrumados por la masiva pesca que rompe sus redes. Esto es precisamente lo que Dios está esperando hacer con su iglesia durante Cosecha 90. En estos tiempos del fin Cristo está llamando a sus discípulos modernos a ir “mar adentro y echar las redes” para pescar. Cuando esto sea hecho podemos esperar con sorprendente admiración a medida que cientos de pecadores salvados por la transformadora gracia de Dios entran en la comunión de la iglesia. Bajo el poder de la lluvia tardía, cada congregación ha de explotar con el influjo de nuevos creyentes que acepten el mensaje salvador de Dios.
Cada iglesia debe lanzarse a las comunidades, predicando el Evangelio eterno, ganando nuevos conversos, organizando nuevos grupos de iglesias, y confirmando a nuevos creyentes en este precioso mensaje. La red que se rompe es vívido símbolo de una iglesia progresiva, dinámica y creciente. Dios está listo para quebrar nuestras redes con los resultados pentecostales de la ganancia de almas. Para disfrutar esta increíble experiencia, toda la iglesia en acción colectiva debe lanzarse mar adentro -ciudad por ciudad hasta la última ciudad, casa por casa hasta la última casa, persona por persona hasta la última persona.
El segundo resultado notable de bogar mar adentro es el impacto unificador sobre la iglesia. Totalmente incapaz de hacerse cargo de la colosal pesca, los discípulos “hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían” (vers. 7). Esto significa que toda la iglesia participa en la común bendición de la ganancia colectiva de almas. Esto incluye el concepto de compañerismo y camaradería. No es ya más un bote vacío, sino más bien dos botes llenos de peces hasta el punto de hundirse. ¡Las bendiciones de Dios son siempre exageradas! Tengo el sueño de que durante este tiempo de Cosecha 90, la iglesia de Dios emergerá en una nueva era espectacular de evangelización sin precedentes, y el crecimiento de la iglesia será similar a las actividades pesqueras de los discípulos. ¡Qué dramático cambio! ¡Después de una noche completa de pesca monótona sin resultados, viene un día nuevo y excitante, pleno de acción, de abrumadora productividad! Dios está esperando ansiosamente para producir una experiencia similar en su iglesia hoy. Una iglesia que trabaja es siempre una iglesia unida, y una iglesia unida siempre es una iglesia creciente (léase Hech. 2: 42, 47, para una confirmación asombrosa de esta declaración).
El tercer resultado de bogar mar adentro es que esta extraordinaria productividad produce extraordinarios desafíos. Las redes que se rompían y los botes que se hundían son algunos de los desafíos de la evangelización de aguas profundas. Una membresía en explosión seguramente impondrá tremendas demandas a los recursos materiales y espirituales de la iglesia y su liderazgo: las demandas de fondos adicionales para más y más edificios de iglesia para acomodar a las crecientes congregaciones, la presión para tener escuelas y otras comodidades para enfrentar las necesidades crecientes de una explosiva membresía joven, al igual que una adecuada provisión de pastores para administrar esas congregaciones que crecen a pasos agigantados. El secreto bíblico para enfrentar estos desafíos está en las palabras: “hicieron señas a los compañeros… para que viniesen a ayudarles”. Esta es la reacción en cadena de la ganancia de almas unificada y colectiva. “Hicieron señas a sus compañeros”. Los departamentos de Ministerios de la Iglesia, de Salud y Temperancia, de Educación y de Publicaciones, juntamente con el liderazgo pastoral y administrativo, todo unidos en acción conjunta y colectiva.
Como en el caso de los discípulos, ha llegado el tiempo para que toda la iglesia se una y coordine todos sus recursos espirituales y materiales en una campaña unida para evangelizar el mundo para Cristo. La evangelización total requiere bogar mar adentro por medio de iniciativas, apoyo y participación administrativa. Requiere la total cooperación y compromiso de cada departamento y servicio de la iglesia, manos que se unen y corazones juntos en oración, en consagración, compañerismo, armonía doctrinal y actividades evangelizadoras. Hemos de unirnos para el crecimiento y la consolidación cualitativa de la iglesia. Juntos hemos de compartir la excitación de las redes que se rompen y los botes que se hunden al bogar mar adentro.
La pesca de hombres
En el excitante clímax de esta pesca superlativa, asegurado de que la lección había llegado elocuentemente al corazón de los discípulos, Cristo concluyó el episodio con esta conmovedora seguridad: “Jesús dijo a Simón: no temas; desde ahora serás pescador de hombres” (vers. 10). En Marcos 1: 17 Cristo nos invita bondadosamente: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres”. En Lucas 5:10 Jesús usa la palabra griega zogréo, que significa “atrapar vivos”. Significa atrapar peces em forma tal que todavía están vivos cuando se los lleva a la orilla para su venta. Pedro había aprendido las técnicas perfectamente. En el día del Pentecostés, la profecía de Cristo se hizo realidad cuando tres mil fueron capturados vivos para Cristo.
Bogar mar adentro enfatiza la necesidad de pescadores, de hombres entrenados para ganar a hombres y mujeres vivos para Jesucristo y para la comunidad de la iglesia. Bajo la unción del Espíritu Santo, trabajando por el reavivamiento, la unidad y la movilización laica, hemos de lograr proezas para Dios durante Cosecha 90. Boguemos mar adentro y dejemos caer las redes evangelizadoras para una pesca sin precedentes de almas para el reino de Dios. Capturémoslos vivos y mantengámoslos vivos en el dinámico compañerismo de la iglesia. Recordemos siempre que la prioridad básica de la iglesia es evangelización agresiva. Existimos a fin de enviar a pescadores de hombres para tomar a los hombres vivos para el reino de Dios. En esta hora crepuscular de la historia humana, boguemos en forma unida y echemos la red del Evangelio para atrapar hombres para su reino.
1. Joás y una oportunidad malograda
El rey Joás tenía la autoridad regia con la cual se lo había investido (801-786 AC). Pero carecía de poder. Como rey de Israel asumió el mando en condiciones difíciles. Su padre Joachaz (2 Rey. 13:2) había sido un mal gobernante. La guerra con Siria había sido desastrosa (2 Rey. 13: 7). El ejército estaba deshecho (2 Rey. 13:7), y las perspectivas para el futuro eran totalmente oscuras. Joás se dio cuenta de que su única oportunidad de superar la crisis estaba en Dios. Se entrevistó con el profeta Elíseo en procura de ayuda (2 Rey. 13: 14).
Elíseo le anticipó una triple victoria sobre Siria. Joás tuvo muchas evidencias del favor de Dios, pero su fe y su compromiso con el Cielo estaban divididos. “Pon tu mano sobre el arco y tira”, le dice el profeta. O como lo dice el Targum, “toma tus flechas y muestra cómo vas a herir a tus enemigos”.
El creyente usa sus recursos al máximo para la glorificación de su Creador, persevera sin dejar tarea inconclusa. Quizá nosotros hemos estado tirando unos pocos dardos, como lo hizo Joás, haciendo débiles esfuerzos. Pero tomados de la mano de Dios podemos ir lejos, ganando nuevas victorias.
2. Elíseo, el varón de Dios
Más que la grandilocuencia de su ministerio profético, lo que nos atrae en Eliseo es su sentido de lealtad y compromiso con la verdad. Aunque atacado por una grave enfermedad, no se dejó abatir por el pesimismo o la autocompasión. Tampoco se dejó sobornar por los halagos del poder, ni titubeó ante los peligros de las amenazas. Más que la aprobación de los gobernantes terrenales, prefirió la aprobación de Dios. Vivió para la eternidad.
Obsérvense las siguientes características en la vida de Eliseo:
a) Varón de Dios. Enfermo, pero no derrotado. La muerte no lo aterra, y aun es capaz de motivar a otros (2 Rey. 13: 14-20). Eliseo es un hombre de poder, porque era un hombre bueno. Los hombres buenos son el fundamento sólido de una nación. Eliseo era una personalidad respetada por sus conciudadanos. Una vida santa demanda respeto universal. La santidad no necesita de abogados. Ella se vindica a sí misma.
b) Irradia confianza. Eliseo no era cobarde, él puso “sus manos sobre las manos del rey” (2 Rey. 13: 16, 17). Él tenía confianza en Dios, sabe que está del lado que ha de ganar. Aunque estaba muriendo, quiso compartir su fe con sus semejantes. Él sabía que “nadie vive para sí y nadie muere para sí”. Los mejores hombres de todas las edades han sido los que hicieron provisión para el futuro, que dejaron su legado de amor y fe para las nuevas generaciones.
c) “Abre la ventana” y mira hacia afuera. Descubre un mundo necesitado que es a la vez un mundo de oportunidad donde el hijo de Dios pelea la batalla de la fe y vence. Elíseo, a una edad avanzada y frente a una enfermedad que le anticipa la muerte, abre para el rey Joás una ventana de esperanza. Nadie puede renunciar a su responsabilidad mientras viva. Todos tenemos tareas que cumplir hasta el último momento.
d) “Hiere la tierra”. Elíseo es un hombre lleno de entusiasmo que pide herir la tierra con entusiasmo y decisión, pero Joás lo hace sólo tres veces. ¿Por qué renunciar tan pronto? El enemigo de las almas nunca será vencido si nuestros esfuerzos son parciales, fragmentarios y momentáneos. La perseverancia, el esfuerzo decidido y el compromiso total, son características del vencedor.
e) Se enojó con él. Nadie puede detener a una persona que tiene conciencia de la presencia del Salvador en su vida.
Abrahán dejó la tierra de sus antepasados en aquella jornada de fe; Moisés condujo a las huestes de Israel por los ásperos e inhóspitos senderos del desierto; Elíseo en su lecho de enfermo anticipó la muerte. Todos encontraron seguridad, paz y esperanza en la convicción de que Dios estaba con ellos. Elíseo no tuvo miedo y se- disgustó ante la incapacidad de Joás para mostrar más entusiasmo y decisión en la agresiva aventura a la cual Dios lo estaba invitando. Cuando Dios envía a una misión, también capacita para la misma con el poder del Espíritu Santo.
3. Reflexión acerca del éxito
La urgencia que empuja a los seres humanos a sobresalir pareciera ser ahora mayor que en el pasado. Merezca nuestra aprobación o no, el éxito en muchos casos significa avanzar desplazando a otros. La senda que lleva a la cumbre no es tan suave como algunos imaginan, ya que más de la mitad de los que se consideran exitosos en sus actividades no son felices. Esa infelicidad se manifiesta en forma de ansiedad, depresión, soledad, insatisfacción, falta de sentido por la vida, etc. Es que gran parte de esos individuos no toman tiempo para formularse las grandes y fundamentales preguntas: ¿Quién soy yo?, ¿de dónde vengo?, ¿adonde voy?, ¿cuál es el sentido último de mi vida?
Nuestra sociedad occidental se mueve con rapidez excesiva; sentimos como si estuviéramos en un torbellino. En última instancia, el verdadero éxito en la vida -así como nosotros lo entendemos- queda determinado no tanto por los títulos académicos o profesionales que tenga la persona, ni por los sueldos que reciba por su trabajo. Mientras muchas personas equiparan el éxito con dinero, poder y posición, el creyente lo iguala con servicio.
4. Las circunstancias
Somos asaltados de continuo por circunstancias de todo tipo, y nuestra actitud frente a ellas puede determinar nuestro futuro. Dios usa las circunstancias como un vehículo de la gracia. Forma parte del idioma con el cual nos habla. “Dios nos habló muchas veces y de muchas maneras en el pasado” (Heb. 1: 1, 2). En nos habla por la naturaleza que es su revelación general; también por su Palabra que es su revelación especial. En ocasiones por el Espíritu Santo y, no cabe la menor duda, también nos habla por las circunstancias, que en el propósito de Dios llegan a ser oportunidades salvíficas.
La misión del creyente consiste en “moldear las circunstancias pero nunca debe permitir que ellas le amolden a él. . . debemos valernos de las circunstancias como de instrumentos para obrar. Debemos dominarlas, y no consentir en que nos dominen” (El ministerio de curación, pág. 399).
No es el lugar el determinante, sino la persona. Pablo afirmó: “He aprendido a contentarme con lo que tengo” (Fil. 4:11, versión Dios habla hoy). Probablemente, la corona más hermosa que jamás haya sido colocada sobre cabeza alguna es la que llevó en su coronación la esposa del destituido último rey de Persia. En mis viajes he tenido ocasión de ver en los museos que visité riquezas fabulosas, pero ninguna dejó en mi ánimo una impresión más profunda y duradera que las coronas de Persia conservadas en Teherán. Cuando contemplé la corona que fue colocada sobre la cabeza de Farah Diba en el día de su coronación, pregunté al guía de dónde habían venido todos esos diamantes. “Muchos de ellos contestó vienen de la mina Golconda”. Allí se encontró el famoso Ko-hi-nor y el Orloff. La historia de esta mina fue hecha famosa por Russell Comwell en su libro Acres of Diamonds.
Hubo un hombre llamado Alí Hafed que vivió en Irán. Tenía una finca y vivía satisfecho con su producto. Tenía esposa e hijos; criaba ovejas, cabras y sembraba cereales. Vivió feliz hasta la llegada de un sacerdote, quien le habló de unas cosas extrañas llamadas diamantes. Alí nunca había oído de diamantes, pero el visitante le dijo que los diamantes son piedras que brillan como la luz de cien soles. “Son las cosas más bellas del mundo”.
“¿Dónde se encuentran esas piedras? -le preguntó Alí-. Yo quiero conseguirlas” -insistió. “Dicen que se las puede encontrar en todas partes. Busca un arroyo que arrastre arena blanca y que esté flanqueado por altas montañas. Allí encontrarás diamantes”.
Así que Alí Hafed vendió su finca, colocó a su esposa e hijos al cuidado de sus vecinos y salió a recorrer el mundo en busca de diamantes. Recorrió Palestina, fue al país del Nilo, Egipto, llegó a España. Miró todos los arroyos de aguas cristalinas cuyo lecho tenían arenas blancas y estaban flanqueados por altas montañas. Los años pasaron, sus cabellos encanecieron y un día se encontró en la costa de Barcelona, pobre, enfermo y descorazonado. En un momento de desesperación se arrojó al mar y murió.
Mientras tanto el hombre que había comprado la finca de Alí Hafed, mientras abrevaba su ganado, removió una piedra que le pareció interesante, la llevó a su casa y la usó para mantener la puerta abierta. Un día, el sacerdote pasó de nuevo por el lugar y al mirar la piedra vió que a través de una fisura salía una luz extraña. “Es un diamante, ¿dónde lo encontraste?” “La encontré allí donde mi ganado bebe”. Los dos corrieron al lugar, escarbaron y encontraron diamantes y más diamantes. Ese es el origen del descubrimiento de la mina de diamantes más grande del mundo.
Así es. Donde usted está, Dios está, y allí donde el Señor está, hay belleza, planes de avance y de victoria, siempre que usted abra sus ojos para ver las posibilidades. Las circunstancias son, generalmente, medios salvíficos por los cuales el Señor nos introduce en un terreno donde nuestro carácter se templa.
Sobre el autor: George Brown es presidente de la División Interamericana de la Iglesia Adventista