El comienzo del camino de la fe

El rito judío que los padres de Jesús cumplieron al presentarlo en el Templo implicaba la dedicación del primogénito y la purificación de la madre, según lo establecido en la Ley de Moisés (Lev. 12; Luc. 2:22-24). Elena de White describe esta escena de la siguiente manera: “El sacerdote […] tomó al niño en sus brazos y lo sostuvo delante del altar. Después de devolverlo a su madre inscribió el nombre ‘Jesús’ en el rollo de los primogénitos”.[1]

El mismo día en que el pueblo de Israel celebró la primera Pascua, Dios ordenó que todo primogénito le fuera consagrado como recuerdo de su liberación de Egipto. La Biblia dice: “Conságrame todo primogénito varón entre los israelitas. El primer nacido me pertenece a mí; tanto de los hombres como de los animales, son míos” (Éxo. 13:2). Puesto que el Señor perdonó a los primogénitos de Israel durante la décima plaga, se convirtieron en su propiedad especial y debían ser dedicados a él.[2]

La dedicación, o rescate de los primogénitos, incluía la presentación de una ofrenda al Señor. José y María, por ejemplo, ofrecieron un par de pichones de paloma. Esta era una opción permitida para las familias más humildes (Lev. 12:8), lo que revela su modesta condición económica.

Aunque no tenemos un mandato bíblico explícito, la dedicación de los niños es una práctica basada en las Escrituras y en la tradición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A diferencia del bautismo de los bebés, la dedicación de los niños sigue el ejemplo bíblico de José y María al presentar al niño Jesús en el Templo. Además, la forma en que Jesús se refirió a los pequeños nos anima a dedicar a los niños a Dios (Mat. 19:13-15; Mar. 10:13-16; Luc. 18:15-17).

Otro ejemplo se encuentra en la historia de Ana y Samuel (1 Sam. 1:2). Elena de White comenta: “En su oración, Ana había hecho la promesa de que, si su pedido le era concedido, ella dedicaría a su niño al servicio de Dios. Le dio a conocer esta promesa a su esposo, y la confirmó en un acto solemne de adoración, antes de abandonar Silo”.[3]

Podemos identificar cuatro objetivos importantes en la presentación de los niños:[4]

1. Dar gracias a Dios por el milagro del nacimiento.

2. El compromiso de los padres de educar al niño en los caminos del Señor.

3. El compromiso de la iglesia de apoyar a los padres a través de ministerios que ayuden en la educación de sus hijos.

4. La consagración, bendición y dedicación de los niños a Dios.

Significado

El acto de dedicar o presentar un hijo al Señor representa el reconocimiento por parte de los padres o tutores legales de que Dios es el creador de la vida y de que los hijos no nos pertenecen. Ellos son de Dios, y por eso se los dedicamos. También simboliza el compromiso de los padres ante Dios de educar a sus hijos en los caminos del Señor (Prov. 22:6). Este acto no solo implica a los padres, sino también a la iglesia, representada por el Ministerio Infantil, que se compromete a apoyar la educación religiosa de los niños a través de la Escuela Sabática y el Club de Aventureros.

En nuestras iglesias, estas ceremonias especiales deben celebrarse como momentos únicos y memorables para los padres y la comunidad de fe. Esto requiere organización, planificación y consagración.

El acto de dedicar un hijo a Dios está directamente relacionado con la adoración. En 1 Samuel 1:28 se menciona que Ana adoró a Dios con motivo de la dedicación de su hijo Samuel. ¿No debería ser este también el aspecto central de toda ceremonia de dedicación de un hijo hoy en día? Aunque se trata de un momento alegre y festivo, todos los participantes deben recordar que es una ceremonia de adoración a Dios.

Dios llama a los pastores de hoy a consagrar y pedir la bendición de Dios para los más pequeños de la iglesia: “Tomen los ministros del evangelio a los niñitos en sus brazos, y bendíganlos en él nombre de Jesús. Háblense a los pequeños palabras del más tierno amor; pues Jesús tomó a los corderitos del rebaño en sus brazos, y los bendijo”.[5]

Planificación

La presentación de los niños debe tener lugar preferentemente en la iglesia, que es un lugar dedicado al culto. Lo ideal es que esta ceremonia tenga lugar durante el servicio del sábado, cuando hay mayor presencia de miembros.

¿Quién puede oficiar esta ceremonia? Aunque normalmente la celebran los pastores, también es aceptable que la oficien los ancianos ordenados, siempre que sea en la iglesia donde ejercen su cargo.[6]

En cuanto a la edad, lo ideal es que el niño sea introducido lo antes posible, incluso desde bebé. Sin embargo, no hay límite de edad para introducir a los niños al Señor.

La ceremonia debe ser breve, sencilla, reverente y muy significativa. La mayoría de las veces se utiliza el rincón infantil para realizar esta ceremonia.

A continuación, veremos algunos consejos importantes sobre la preparación previa:

1. Los padres interesados en dedicar a sus hijos deben hacer la coordinación previa necesaria con el pastor de la iglesia o, en su ausencia, con los ancianos.

2. La fecha y la hora de la dedicación deben fijarse de antemano. En una visita a la familia, el pastor no solo puede ajustar los detalles de la dedicación, sino también enfatizar el estudio de la lección de Escuela Sabática, fomentar la lectura de libros como Conducción del niño y sugerir la preparación de una ofrenda especial para el día de la ceremonia.

3. Se debe avisar al Ministerio Infantil de la iglesia local para que prepare un certificado de dedicación, con la firma del oficiante y, si es posible, una Biblia especial para niños.

4. En algunos lugares, es tradicional imprimir la huella del pie de un bebé en una sección en blanco de la Biblia. Este acto simbólico representa colocar los pies del niño en las enseñanzas de la Palabra de Dios.

5. Si hay música especial, los detalles deben acordarse de antemano para evitar que la ceremonia sea muy larga.

6. Se suelen utilizar videos o presentaciones en PowerPoint con fotos familiares. Sin embargo, corresponde al pastor o al líder a cargo orientar a los padres sobre el uso de fotos apropiadas para el momento del culto.

Programa sugerido

He aquí algunos aspectos importantes sobre la secuencia de la ceremonia de dedicación:

1. Invitar a los padres. Se invita a los padres a subir a la plataforma junto con el bebé o el niño que se va a dedicar, mientras suena música de fondo. En función del espacio disponible, también se puede invitar a participar a familiares cercanos.

2. Música, video o presentación en PowerPoint. La música puede sonar antes o después de la lectura del texto bíblico. En este momento, se puede proyectar un video o una presentación de diapositivas con imágenes del bebé o del niño que se va a dedicar.

3. Mensaje. Debe ser breve y significativo, haciendo énfasis en el cuidado y la educación de los niños, para que eso quede grabado en la memoria de los miembros de la familia. Algunos pasajes apropiados para utilizar en el mensaje son los siguientes: Deuteronomio 6:4-7; Salmo 127:3-5; Isaías 8:18; Mateo 18:2-6; 19:13-15; Marcos 10:13-16; Lucas 2:22-38; 18:15-17.

4. Oración de dedicación. Cuando sea posible, el pastor o el oficiante puede tomar al bebé en brazos e invitar a los padres a arrodillarse para la oración de dedicación y consagración. Si hay más niños para dedicar, se puede pedir a los ancianos ordenados que participen. Es importante mencionar los nombres de los bebés o los niños en la oración. Los miembros de la iglesia pueden permanecer sentados mientras se pronuncia la oración.

5. Al final, los líderes del Ministerio Infantil deben pasar al frente para dar la bienvenida a los niños y entregarles el certificado de dedicación. En algunos casos, si hay una Escuela Adventista, se puede invitar a los directivos para que animen a los padres a matricular a sus hijos en la escuela.

6. Algunos pastores tienen la costumbre de “desfilar” por el pasillo central de la iglesia con el bebé en brazos después de la oración de dedicación. Esta “moda” puede distraer la atención del culto. En estas ocasiones, se aplica el viejo dicho: “Menos es más”. El centro del culto debe ser Cristo, no el pastor ni el niño. Además, algunos familiares o visitantes pueden encontrar esta postura (de “desfilar” o levantar al bebé) bastante descortés.

Recuerda siempre que la dedicación debe caracterizarse por la sencillez y la solemnidad, buscando preservar el significado de gratitud y entrega. Además, esta ceremonia puede convertirse en un momento evangelizador, sobre todo cuando participan familiares y amigos no adventistas, que de otro modo nunca asistirían a la iglesia.

Sobre el autor: Secretario ministerial de la Unión Peruana del Norte


Referencias

[1] Elena de White, El Deseado de todas las gentes (ACES, 2008), p. 36.

[2] Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día (ACES, 1991), t. 1, pp. 570, 571.

[3] Elena de White, El ministerio pastoral (ACES, 2015), pp. 230, 231.

[4] Guía del ancianato (ACES, 2023), p. 145.

[5] Elena de White, El evangelismo (ACES, 2015), p. 352.

[6] Manual de la iglesia (ACES, 2024), p. 81.