Lo que la iglesia debe hacer para cumplir la plenitud de la Gran Comisión
En estos últimos tiempos, hemos hablado mucho sobre la misión de la iglesia. Pero, en su opinión, ¿cuál es nuestra verdadera misión? ¿Tiene alguna respuesta clara para esta pregunta? Buscamos trabajar dirigiendo todas nuestras fuerzas, estrategias, nuestros proyectos y recursos para cumplir la misión. Pero ¿de qué estamos hablando en realidad? ¿Compartimos la misma visión sobre la misión?
Para algunos, el concepto incluye específicamente entregar libros misioneros, realizar campañas de evangelismo, organizar clases bíblicas y parejas misioneras. Para otros, es cumplida al llevar personas al bautismo. ¿O será que, además de las cuestiones espirituales, la misión incluye prestación de servicios a la comunidad? Para la mayoría de los miembros de iglesia, la misión es un movimiento de adentro hacia fuera; de la iglesia hacia quienes no entregaron el corazón a Jesús.
Pero ¿acaso esta no es una visión parcial de la misión? Concuerdo con que todo lo que fue mencionado hasta aquí tiene una relación directa con la misión; pero necesitamos ir más allá. La misión no se limita a la predicación del evangelio, sino que incluye la preparación de un pueblo para el encuentro con el Señor. Es decir, nuestra misión es salvar personas. Esta es la esencia de la orden de Cristo a la iglesia.
Cuando encaramos la misión desde este punto de vista, comenzamos a entender que no incluye solo a los de afuera, sino también a los de dentro de la iglesia.
Desafío interno y externo
Si queremos preparar a un pueblo para el encuentro con el Señor Jesús, necesitamos confirmar a los que un día aceptaron el camino y diariamente buscan renovar su experiencia de salvación. Parte de este trabajo implica comprometerlos con la búsqueda de esas personas que todavía no tomaron esa decisión. Nuestra misión incluye un desafío interno y externo.
Esa visión más amplia y completa necesita ser la base de nuestras estrategias de trabajo. Una iglesia que centra su misión solo en actividades internas, intentando mantener la pureza, la vida espiritual, la calidad de la adoración y actividades relacionales quedará vacía, árida y sin vida. En el otro extremo, está una congregación cuyas actividades se limitan solo al movimiento externo. Podrá parecer atrayente y dinámica, pero será superficial. Cree que puede dar lo que no tiene; pero, finalmente, se vuelve llena de personas vacías. Necesitamos estar atentos al riesgo del desequilibrio en esta visión.
Al mismo tiempo, necesitamos desarrollarla de manera sencilla, para que sea fácilmente comprendida, aceptada y aplicada en la vida de la iglesia, en cualquier lugar o cultura. Una visión que fortalezca a los de adentro y atraiga a los de afuera. Tal vez sea, aparentemente, una tarea imposible, pero después de mucha oración, investigación, discusión y evaluación, encontramos un camino sencillo que puede llevar a la iglesia a cumplir integralmente su misión.
La solución
El discipulado es el camino. Incluye una visión que profundiza y fructifica la experiencia de la iglesia. En los últimos años, renombrados autores se han dedicado a investigar y a escribir sobre el asunto, y grandes editoriales cristianas multiplican el número de títulos en esta área. Sin embargo, a pesar de ser amplio y, a veces, presentado de manera compleja, necesitamos entender el asunto y presentarlo de manera sencilla y accesible.
Vamos a trabajar con solo tres principios de discipulado, que se presentan en palabras bien fáciles de ser usadas y memorizadas: comunión, relaciones y misión. El debate sobre el discipulado puede incluir una metodología más amplia e ir más allá de estas palabras. Pero ellas resumen la esencia de la caminata con Dios. Si discipulado es seguir los pasos del Maestro, eso sucede magníficamente a través de la comunión, las relaciones y la misión. A partir de esta visión se deben derivar todas las demás iniciativas de la iglesia. Sin esta base, nuestros esfuerzos podrán parecer bien intencionados, pero serán superficiales.
Por eso, quiero invitarte a mantener esta visión en tu vida, tu ministerio, la predicación, en la planificación del trabajo distrital y en las demás actividades que realizas, sea cual fuere la función que desempeñas en la iglesia. Cuanto más fortalezcamos estos principios y su aplicación práctica, más sólida será la experiencia espiritual de toda la iglesia. Juntos, necesitamos concentrar nuestros esfuerzos en esa dirección. El primer paso es entender; después, experimentar; finalmente, hacer que la iglesia participe.
La práctica
El programa de la División Sudamericana para 2013 está dirigido a fortalecer en cada adventista la experiencia cristiana incluida en las tres palabras mencionadas. Al planificar tu trabajo pastoral, sigue este plan, siéntete libre para ampliar las iniciativas, de acuerdo con tu realidad; pero manteniendo los tres principios. Estos son los planes:
Comunión: Este es un llamado a la reconsagración, ocupando la primera hora del día en la presencia de Dios, clamando por el bautismo del Espíritu Santo. Para eso, la iglesia dispone de excelentes recursos devocionales como la Biblia, la Lección de la Escuela Sabática, las Meditaciones Diarias, los escritos de Elena de White, los manuales de la Jornada Espiritual, entre otros. No te olvides del proyecto “Reavivados por su Palabra” (twitter: #rpsp), lanzado por el liderazgo mundial de la iglesia y que ha sido una bendición, a través de la lectura diaria de un capítulo de la Biblia (veja www.reavivamentoereforma.com ).
Otra iniciativa son los diez días de oración (28 de febrero al 9 de marzo). El último sábado de esa semana será una convocación a que toda la iglesia permanezca en ayuno y oración, durante diez horas.
Relaciones: En este ámbito, debemos hacer que cada miembro participe de un Grupo pequeño, que es el ambiente relacional más fuerte y eficaz que poseemos. En el Grupo pequeño las personas se sienten más incluidas, amadas, capacitadas y profundizan más las relaciones. Buscamos un proceso progresivo, maduro y equilibrado de los Grupos pequeños a través de los prototipos, de la multiplicación y de la formación del liderazgo. Una iglesia comprometida con los Grupos pequeños se hace más fuerte interna y externamente.
El programa de evangelismo de Semana Santa (24-31 de marzo de 2013) se realizará en los Grupos pequeños. Tendrá su inicio en las casas y terminará el último fin de semana (de viernes a domingo) en el templo.
Misión: Cada miembro de la iglesia debe estar comprometido con la tarea de testificar a sus amigos, de acuerdo con sus dones espirituales; es decir, de la manera que más les gusta o hacia la que se sienten más inclinados. Unos podrán predicar; otros, invitar personas, entregar literatura y orar. Lo importante es que todos participen.
Tres iniciativas especiales están programadas para este ítem del programa.
Plantío de iglesia, con énfasis en las grandes ciudades. Dentro del desafío de la iglesia mundial, cada Campo escogerá una ciudad grande y, en una región de élite o desafiante, trabajará a fin de plantar una iglesia. Al mismo tiempo, cada distrito pastoral continuará empeñado en plantar una iglesia durante el año.
Impacto Esperanza. El día “E”, día de la esperanza, será el 20 de abril. En ese día terminaremos la entrega del libro La gran esperanza, en cada casa. En lugares en los que el libro ya fue entregado, se distribuirá el DVD “La última esperanza”, que contiene 15 estudios sobre las cartas del Apocalipsis. El material fue grabado en Tierra Santa, por el Pr. Luís Gonçalves, evangelista de la División Sudamericana.
Evangelismo vía satélite. A partir de una casa, el Pr. Luís Gonçalves predicará para miembros y amigos reunidos en Grupos pequeños, o en hogares adventistas. El programa será transmitido en idioma portugués, los días 17 al 23 de noviembre. En español, entre el 24 y el 30 de noviembre.
Querido pastor, sé que tu ideal es conducir al rebaño del Señor a una profunda y fructífera relación con él. Por eso, profundiza esta visión de misión y discipulado; participa de las iniciativas programadas, y verás que tu vida, tu ministerio y tu iglesia tendrán una marcada experiencia con Dios.
Sobre el autor: presidente de la División Sudamericana.