Uno de los ritos más importantes y frecuentes de la iglesia es la ceremonia bautismal. Elena de White destaca que “todo lo relacionado con este santo rito debe revelar una preparación tan perfecta como pueda hacerla” (Evangelismo, p. 231). Sin embargo, es común escuchar entre pastores diversas historias sobre bautismos “inolvidables” que celebraron. Me gustaría compartir algunos relatos inusitados que ocurrieron conmigo, a fin de sugerir consejos para hacer que, de hecho, estas ceremonias sean momentos positivamente memorables.
En cierta ocasión, fui a una ciudad para iniciar una serie de evangelismo de tres meses. La iglesia en la que ocurriría la campaña estaba en construcción, y el bautisterio había quedado pequeño e incómodo. Al buscar al hermano responsable por la construcción con la intención de darle algunas sugerencias en relación con el bautisterio, escuché la siguiente respuesta: “Si no le gusta, ¡hágalo usted!” En la primera ceremonia bautismal de aquella iglesia, fui el responsable de inaugurar el bautisterio… con un candidato alto y calvo. Al sumergirlo, su cabeza raspó en la pared, causándole una lastimadura. Como si eso no hubiera sido suficiente, al salir del agua, su frente se golpeó contra una viga que cruzaba la escalera, produciéndole instantáneamente un edema. Para ese nuevo miembro, sin duda alguna, ¡su bautismo fue inolvidable!
A veces, el bautismo es inolvidable para el pastor. Mientras visitaba una iglesia, fui abordado por una señora que había bautizado hacía unos 25 años. Ella me miró, y riéndose me dijo: “¡Usted es el pastor que yo bauticé!” Entonces me acordé de la situación. Su miedo al agua era tan grande que, en el momento en que la sumergí, ¡ella me hundió a mí! Por eso es importante conversar con el candidato antes de la ceremonia, para explicarle cómo será el bautismo y tranquilizarlo.
Algunas veces tuve que cambiarme de ropa en lugares inadecuados, y otras veces, frente a los catecúmenos. Sin embargo, jamás me olvidaré del día en que necesité cambiarme de ropa en la sala que estaba al lado del bautisterio. Aunque tomé ciertas precauciones, no fueron suficientes. En el momento exacto en que estaba con nada de ropa, la puerta que daba acceso a la nave de la iglesia se abrió. Para mí, y para todos los espectadores de aquella ceremonia, ¡ese fue un bautismo inolvidable! Recuerda, por lo tanto, proveer de vestuarios adecuados para atender al pastor y a los candidatos con privacidad.
En determinadas ocasiones será necesario utilizar un tanque bautismal portátil. En esos casos, es importante instalarlo y decorarlo muy bien, especialmente para que la entrada y la salida de los candidatos sea muy discreta. En mis campañas de evangelismo, he preferido oficiar la ceremonia en un río o en una piscina.
Otro detalle importante es la cantidad de agua. Cuanta más agua, más fácil será sumergir al candidato. Eso evita que el pastor tenga que agachar demasiado a la persona que está bautizando, llevándolo a reaccionar con cierta aprehensión cuando salga del agua. Además de eso, es mejor entibiar el agua antes de la ceremonia, especialmente en las zonas más frías.
El bautismo de personas discapacitadas o con necesidades físicas especiales exige mucha atención. He visto candidatos que fueron llevados con un gran esfuerzo a las aguas en una silla, o que fueron cargados por dos o tres diáconos, mientras la congregación acompaña la escena con cierta preocupación. Pregunto: ¿no sería posible bautizarlo en otro momento, en mejores circunstancias, acompañados por algunos pocos miembros de la iglesia y los familiares?
La realización de grandes ceremonias bautismales también merece una organización especial. Cuando era evangelista con poca experiencia, bauticé a cerca de doscientas personas en solo una tarde. Además de eso, les entregué los certificados, las flores, las Biblias, etc. Es decir, fue algo más que “una tarde”, porque la ceremonia terminó poco después de la medianoche. Por esto, cuando haya muchos candidatos, ejecuta cada parte del modo más breve posible. Si fuera necesario, elimina la entrega de regalos y certificados. Tú puedes mostrarlos y decir que se los van a entregar en otra oportunidad. Elige uno o dos testimonios y termina con un llamado, antes de que comiencen a salir aquellos que podrían aceptar la invitación para seguir a Cristo.
Sin duda, una ceremonia bautismal bien organizada lleva a las personas a comentar por mucho tiempo todo aquello que vieron y escucharon. Cuando eso ocurre, de hecho, ¡es un bautismo inolvidable!
Sobre el autor: Pastor jubilado, reside en la Rep.Argentina.