Cómo lidiar con el déficit relacional en el ministerio

Mi padre fue pastor. Cuando yo era adolescente, él cuidaba de siete congregaciones y una escuela confesional, lo que significaba que nunca estaba en casa. Yo siempre prometí que sería diferente. Entonces, me casé, tuve hijos e hice exactamente lo opuesto a lo que había prometido. Yo también tenía un distrito con varias iglesias y una escuela. Infelizmente, seguí el mismo camino que mi padre.

 Conciliar el trabajo pastoral con la familia es un desafío. Digo esto a partir de mi experiencia. En los primeros 10 años de ministerio, fui un pastor productivo y un marido terrible. Dejé de lado a mi esposa. Les pasé la responsabilidad de criar a mis hijos a aquellos que los cuidaban. Era exitoso en el trabajo y un fracaso en casa. Yo herí a mi familia. Mis prioridades estaban invertidas. Esa es mi historia, pero no es necesario que sea la tuya. El Señor actuó en mi vida y aprendí con mis equivocaciones. Él realizó algunos cambios en mí; con el tiempo, descubrí que estaba sufriendo de déficit relacional.

Definición

 La palabra “déficit” es utilizada en disciplinas como Economía y Contabilidad para indicar una condición en la que hay un desequilibro entre las entradas y las salidas. De la misma manera, el déficit relacional podría ser definido como el resultado de actividades diarias, relaciones y decisiones que reducen la energía, la visión y el optimismo sin ningún tiempo para recuperación, o sea, es cuando tú das mucho más de ti mismo de lo que recibes.

 Déjame darte un ejemplo personal para ilustrar a qué nivel de déficit relacional se puede llegar. Recuerdo un viernes lluvioso, alrededor de las diez de la noche, cuando mi hija tenía apenas cinco años. Mi esposa llevaba a varios adolescentes a sus casas, después de una reunión del Grupo Pequeño en nuestra casa. Mientras tanto, yo aguardaba al líder de una pequeña iglesia que estábamos plantando, que iba a buscarme para un retiro espiritual. Cuando él llegó, mi esposa todavía no había regresado; a pesar de eso, el hermano me apresuró, diciéndome que teníamos que salir, pues los miembros estaban esperando solamente a mí. En aquel momento yo estaba entre dos alternativas y necesitaba tomar una decisión: esperar a mi esposa que debía regresar a casa o dejar a mi pequeña hija sola mientras ella no llegara.

 Mi semana había sido muy complicada. El hermano me presionaba para salir y yo necesité considerar de la manera más rápida posible mis opciones. Tomé la decisión equivocada. Le di una caricia a mi hija, le coloqué un video de “Los vegetales”, le di un beso y la dejé sola “rapidito”, hasta que mi esposa llegara a la casa. Poco después, relámpagos y truenos cortaban el cielo, los árboles se balanceaban de manera atemorizante con la fuerza del viento y la lluvia azotaba las ventanas de la casa. Mi esposa quedó presa en una calle por una hora, porque un árbol cayó y bloqueó el camino. Mientras tanto, mi hija estaba sola. Para empeorar la situación, hubo corte de energía eléctrica. En vez de tener a su padre al lado para protegerla en la tempestad, diciéndole que todo iba a estar bien, ella estaba sola, en una casa grande y vacía, en aquel momento oscuro. Y yo estaba “cumpliendo los deberes de mi ministerio”, en la iglesia que estaba plantando…

 El déficit relacional causó negligencia parental. Descubrí que el ministerio es estresante y que, si no tenía cuidado, afectaría directamente a mi familia. Este no es un caso aislado; muchos líderes y pastores tienen problemas en casa que son ignorados, relegados u olvidados; pero es importante recordar que problemas privados afectan el trabajo público, generalmente en el peor momento. Y mucho de eso puede ser explicado por el déficit relacional.

Depósitos y extracciones

 John Townsend (*) menciona siete tipos de personas con quienes todos nosotros nos relacionamos. Algunas de ellas hacen depósitos en nuestra cuenta emocional, otras realizan extracciones. Podemos evaluar el impacto que esas personas tienen sobre nuestro ministerio. Veamos:

  Mentores: Son aquellos que están donde tú quieres llegar. Ellos ya pasaron por ese camino llamado ministerio. Como buenos líderes, ellos pueden motivar, aconsejar y evitar innecesarios dolores. Quedo sorprendido al saber que hay pastores que piensan que pedir consejos los hará parecer débiles; ellos prefieren el silencio del orgullo antes que a los consejos que llevan al éxito. Los mentores son necesarios. ¿Quién es esa persona para ti? ¿A quién tú puedes dirigirte con regularidad, sabiendo que esa persona está dispuesta a invertir en tu crecimiento? depósitos o grandes extracciones. Las personas con quienes tú trabajas pueden mejorar tu vida o ser ¡una espina en tu carne!

Amigos: Son personas con quienes tú compartes la vida. Son aquellos que te conocen muy bien y –a pesar de eso– te aman. Tú no necesitas fingir delante de ellos. Es consenso que el ministerio es una vocación solitaria, pero eso no necesita desanimarte; tú necesitas amigos más allá de tu esposa. ¿Quiénes son tus verdaderos amigos? ¿Con quién tú puedes hablar por teléfono y decir todo lo que estás sintiendo, sabiendo que esa persona te va a escuchar sin juzgarte? Los verdaderos amigos depositan en nuestra cuenta relacional, porque nos sentimos aceptados y amados, incluso cuando las cosas no están yendo bien.

  Compañeros de trabajo: Son personas que trabajan contigo.Ellos pueden ser una espada de dosfilos: algunos ocupan el doble papel deamigo y compañeros de trabajo, y hacendepósitos en nuestra cuenta relacional.Otros son hostiles para con nosotros,realizando constantes extracciones.Tener buenos compañeros de trabajo,con quienes podamos pasar tiempo, esimportante. Más que cualquiera de losotros siete tipos de personas con quienesnos relacionamos, ellos entienden lo quees ser pastor. ¿Con cuál de tus compañerosde trabajo te relacionas bien? ¿Con cuál deellos puedes compartir ideas y estrategias,conocimientos y dudas? Ese tipo derelaciones puede proporcionar buenos depósitos o grandes extracciones. Laspersonas con quienes tú trabajas puedenmejorar tu vida o ser ¡una espina en tu carne

  Conocidos: El año pasado nuestra casa se transformó en un nido vacío. Nuestros hijos crecieron y se están estableciendo en otros lugares. El tiempo que les dedicábamos a ellos, ahora está libre. “¿Qué hacer?”, me pregunté. Como siempre me gustó jugar béisbol, me inscribí en un equipo compuesto por jugadores con más de 50 años. Ellos son mis conocidos; personas con quienes paso algún tiempo, pero que no son mis amigos. Ellos generalmente son agradables, no tienen muchas expectativas sobre mí y me permiten relajar. ¿De qué actividades sociales y recreativas tú participas? ¿Tienes algún conocido con quien puedas salir a pasear o ir a comer alguna cosa? Generalmente, los conocidos hacen pequeños depósitos en nuestra cuenta relacional. Ellos son bienvenidos, pero no podemos sobrevivir teniendo –apenas– conocidos en nuestra vida.

  Dependientes: Son personas que están bajo nuestro cuidado. En el caso del pastor, son miembros y líderes de sus iglesias. Tú estás designado para cuidarlos y ofrecerles orientación, liderazgo y visión. En esa relación, inviertes mucho de ti mismo y –generalmente– no obtienes ningún retorno inmediato. Verlos crecer espiritualmente y como líderes es una gran satisfacción, pero es preciso dedicarle esfuerzo, tiempo y tener paciencia; especialmente cuando son personas difíciles.

 ¡Observa que no dije que sean personas malas! Generalmente, ellas sacan más de lo que depositan en nuestra cuenta emocional.

  Reincidentes: Son personas de la familia o del trabajo que, por más que tú se lo expliques, los ayudes o los motives, no aprenden. Ellas piden consejos, escuchan las orientaciones que tú les das, demuestran estar de acuerdo en seguir tus instrucciones, pero salen y hacen exactamente lo contrario. Ellas tienen problemas crónicos con drogas, dinero, sexualidad, y una larga lista. No son personas malas, pero no aprenden.

 Ellas no hacen depósitos en nuestra cuenta emocional, pero retiran mucho. No saben lo que significan los límites; por lo tanto, si tú no tienes cuidado, podrás pasar mucho tiempo ayudándolos en las diferentes crisis en las que se involucran. Los reincidentes desgastan, pero no tan rápido como lo hacen los problemáticos.

  Problemáticos: Sin lugar a dudas, esas personas consumen rápidamente tu capital relacional. Ellas quieren lastimarte. Por eso, siempre están ávidas para saber cómo pueden arruinar tu vida. Hacen escándalos, envían mensajes hostiles y te odian. Un solo problemático puede causar mucho daño en tu cuenta emocional pese a que los otros seis tipos anteriores estén ayudándote. Tú nunca conseguirás agradar a estas personas. Sugiero que, si fuera posible, le des a ellas aquello que Jon Acuff llama “el regalo de la distancia”. Bloquéalas en las redes, documenta todas tus conversaciones y, si es posible, sácalas de tu vida. El contacto regular con ellas desgasta y estresa. Nuestro problema es que pensamos que, si los problemáticos nos dieran suficiente tiempo, podríamos convencerlos para que vean las cosas como nosotros las vemos y entenderían que somos buenas personas. Eso casi nunca ocurre. Lo que acontece, en la realidad, es que cuando gastamos energía con los problemáticos privamos a los otros seis tipos de relaciones de nuestro mejor esfuerzo, que se lo dedicamos a las personas equivocadas. ¿Quién identificas como problemático en tu entorno? ¿Qué medidas estás tomando para limitar la influencia de esa persona en tu vida?

 Estos son los siete tipos de relaciones que tú tienes en el momento. La manera más sencilla de saber si sufres con déficit relacional es analizar cuánto tiempo dedicas a los cuatro primeros en relación con el tiempo que dedicas a los tres últimos. Cuanto más tiempo pasamos con quienes hacen depósitos, obviamente es mejor.

Saldo negativo

 ¿Qué sucede cuando pasamos a vivir en déficit relacional? Me gustaría presentarte tres consecuencias.

 Disminución del dominio propio: Cuando tu saldo emocional está negativo, tú fragilizas tu dominio propio, perjudicando, de esa manera, tu capacidad de tomar buenas decisiones y aumentando la posibilidad de hacer elecciones equivocadas. Una persona con déficit relacional, generalmente se alimenta mal y termina navegando por mares contaminados en las redes sociales. Esos comportamientos son nada más que estrategias de fuga de la realidad.

 Impacto sobre aquellos a quienes amamos: Cuando converso con pastoresy líderes denominacionales que estánenfrentando desafíos debido al déficitrelacional, difícilmente escucho las frases:“Mi iglesia entiende” o “mi Asociaciónentiende…”

 Siempre pensamos (y yo pensaba así también) “mi familia entiende…” Cuando estamos viviendo en déficit relacional, lastimamos profundamente a aquellos a quienes más amamos. Debemos tener como objetivo de vida ser respetados y queridos por aquellos que nos conocen profundamente. Esto acontece cuando llegamos trastornados a casa, con nuestra batería relacional alrededor del 5%. Siempre recuerda que, un día, las personas que te estresan hoy no estarán más en tu vida, pero tu familia estará allí contigo hasta el final.

 Comportamiento cínico: El cínico de hoy es el optimista de ayer que sufrió un déficit relacional del que no se recuperó. El cínico dice: “Yo sé cómo va a terminar esta historia”. Cuando nuestra cuenta emocional queda en rojo, comenzamos a resentirnos con las mismas personas que deberíamos servir. Una de las consecuencias del cinismo es que mata la creatividad, y el ministerio demanda que seamos muy creativos. Líderes cínicos crean seguidores sin compromiso. Por eso es importante nutrir relaciones saludables para mantener un grado continuo de optimismo que inspire a las personas que están a tu alrededor, especialmente a tu familia. ¿Cuántos hijos de pastores no están más en la Iglesia porque vieron el cinismo en su hogar y asociaron a la iglesia y a la religión con ese elemento negativo?

Conclusión

 ¿Qué hacer? Ahora que tú conoces los tipos de relaciones que existen, puedes comenzar a ser más intencional en relación a los depósitos y extracciones que realizas en tu cuenta emocional. El camino no será fácil, pero lo que se hizo hasta ahora puede ser mejorado. Quiero compartir una pequeña experiencia que espero te dé ánimo.

 En cierta ocasión, mi esposa me dijo: “Siempre realizamos encuentros de matrimonios con Cristo y predicamos sobre familia; entonces, ¿por qué no vamos a un retiro para aprender a crecer?” Fue una excelente idea. Un momento increíble para hacer depósitos emocionales. Separamos un fin de semana para ir a un encuentro de matrimonios con Cristo, sin responsabilidades ni sermones para predicar. Nada para ajustar, presentar o preparar. Fueron 72 horas de crecimiento matrimonial.

 Tomamos dos decisiones importantes durante aquel final de semana. La primera, fue aumentar el número de nuestros encuentros románticos. Teníamos uno por mes, pero decidimos aumentarlos a uno por semana. La otra decisión fue ayunar por nuestros hijos una vez por semana. Son jóvenes adultos y necesitan intensamente nuestras oraciones. ¡La inversión valió la pena!

 Finalmente, y tal vez no te hayas dado cuenta de esto, la iglesia existió por mucho tiempo sin ti y continuará existiendo después de tu traslado. Tu familia, por otro lado, no puede vivir sin ti. ¡Piensa en eso!

Sobre el autor: Secretario ministerial y evangelista en el sur de Estados Unidos.


Referencia

(*) John Townsend, People Fuel (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2019).