¿Cuál ha sido su actitud hacia la obra del Señor durante estos últimos años? ¿Se siente parte de ella o está trabajando como un simple empleado? Si la iglesia fuera suya, ¿trabajaría en forma diferente de como lo hace hoy? ¿Usaría su tiempo o administraría su dinero como ahora lo hace?
Es deber de cada obrero interesarse verdaderamente por el bienestar, el desarrollo y el crecimiento de la iglesia, tratando siempre de brindar lo mejor. La Biblia nos presenta varios ejemplos de gente que hizo todo lo que estaba a su alcance para la obra del Señor. Esdras y Nehemías nos traen buenos recuerdos. Tenían celo, estaban comprometidos y amaban la obra que llevaban a cabo.
Esdras anhelaba restaurar el Templo, que había sido destruido y que estaba abandonado después de un cautiverio de setenta años. Nehemías quería reconstruir los muros derribados de Jerusalén, que eran símbolo de seguridad y protección para el pueblo. Los dos tenían una gran obra que hacer; pero la convicción de que no sólo trabajaban para Dios sino también conél contribuyó al éxito en el cumplimiento de esa desafiante tarea. Y eso fue lo decisivo.
Esos dirigentes no trabajaban para la gente sino con la gente. Ese método de trabajo produjo resultados fantásticos. Nada fue fácil, es verdad, porque tuvieron que enfrentar oposición y grandes desafíos internos y externos. Contra ellos estaba la mano de Satanás, procurando detener la obra o retardarla (Esd. 4). No podemos subestimar la idea de que, cuando la obra del Señor no avanza, ciertamente el enemigo está actuando. Él es experto en impedir, atrasar y dificultar la predicación del evangelio. A veces, emplea situaciones, circunstancias y gente con el fin de alcanzar sus objetivos.
En el capítulo 4 del libro de Esdras, vemos que Satanás se valió de un ofrecimiento de ayuda de parte de los enemigos de Dios. Él siempre busca una brecha que dejemos abierta, un paso en falso, un descuido de nuestra parte, con la intención de estorbar el progreso de la causa. Y Pablo nos advierte, muy oportunamente por cierto, contra este peligro, en Hechos 20:29 al 31.
Tal como en el pasado, necesitamos analizar con atención a los que pertenecen a la iglesia y que no obstante no se empeñan genuinamente en mejorarla. Los servidores que no manifiestan compromiso, ni son leales ni dedicados, deberían ser evaluados de nuevo. También debemos estar atentos a los que se dedican a distorsionar la verdad o se ocupan en difamar a la iglesia.
En el libro Obreros evangélicos, página 372, Elena de White nos advierte: “Vendrán a nuestras congregaciones, con el fin de desviar nuestra atención de la obra que Dios quiere que hagamos, personas que se apartaron de la fe”. Y completa la idea afirmando que “debemos tener más del espíritu de aquellos hombres que estaban empeñados en edificar las murallas de Jerusalén. Estamos haciendo una obra importante, y no podemos bajar. Satanás logra su objeto al mantener a algunos hombres ocupados en contestar las objeciones de los oponentes, impidiéndoles así hacer la obra más importante del tiempo actual” (p. 390).
El enemigo sigue empleando hoy la misma estrategia que usó en los días de Esdras y Nehemías. Pero esos obreros del Señor no detuvieron la obra que tenían que hacer en esa época; y nosotros, en la nuestra, debemos seguir su ejemplo. La obra de Dios se puede retrasar, a veces, por algunas circunstancias; pero el enemigo no la puede detener para siempre: Dios es soberano. Así como Esdras terminó de reconstruir el Templo y Nehemías culminó la reconstrucción del muro, también se debe concluir la obra que el Señor nos confió. Para que eso ocurra, debe desaparecer la indiferencia, la neutralidad y una actitud complaciente de parte de los que trabajan.
Se nos insta a realizar con habilidad, compromiso y consagración la obra que se nos asignó; sólo así se la podrá finalizar. Y la promesa es que la misma alegría que hubo entre “los hijos de Israel, los sacerdotes y los levitas y el resto de los exiliados” (Esd. 6:16) se manifestará también entre los obreros fieles en estos días.
Sobre el autor: Secretario asociado de la Asociación Ministerial de la Asociación General.