Queríamos presentar algo para las esposas de nuestros aspirantes. Y, ¿por qué no habría de escribirlo la esposa de uno de nuestros obreros jóvenes, para quien la experiencia y sus lecciones no han perdido aún su frescura? Sabedores de la notable contribución que hizo la Sra. de Guild para el éxito del trabajo de su esposo en relación con una de nuestras campañas evangélicas en una ciudad grande, le pedimos que escribiera este artículo. Ella estaba en inmejorables condiciones de escribirlo, porque en los últimos años tanto ella como su esposo han tenido la responsabilidad de preparar a varios aspirantes y a sus esposas. —N. de la R.
No hace mucho que yo también era la esposa de un aspirante. Cómo me hubiera gustado saber desde el principio lo que se esperaba de mí y de mi esposo. Desde entonces hasta ahora he observado muchas cosas que me han ayudado y espero que le ayuden a Ud. también.
En su calidad de aspirante, su esposo está sobre una base temporaria; está a prueba, por así decirlo. Sin duna trabaja con un obrero de experiencia que está tratando de guiarlo, prepararlo y darle los conocimientos prácticos que le ayudarán en el futuro. Si desde el mismo principio Ud. comprende que su esposo todavía se está preparando para la obra de su vida, y no ha alcanzado la plenitud de su propósito solamente por haber sido incluido en la lista de obreros de la asociación, Ud. podrá ser de mucha ayuda para él. Ahora es la oportunidad de que se dedique al trabajo con todo ahínco y lo ayude en todas las formas posibles, para que su esposo alcance éxito en su obra. En este momento necesita más de su ayuda que en cualquier otro.
El aspirante, por lo común, no comprende en su plenitud la responsabilidad de un pastor al principio, sino varios años después, cuando se le encarga una iglesia. Siente entonces que si hubiera comprendido más pronto esas responsabilidades, hubiera sido un aspirante más eficiente y una ayuda más efectiva para el pastor con quien trabajaba.
Hagamos de cuenta que estamos preparando una lista de los deberes y los privilegios de un pastor ordenado. Abarcaría las actividades a que se tendrá que dedicar su esposo dentro de unos años, con la aprobación de Dios: visitas pastorales, consejos pastorales a cualquier hora del día o de la noche, el ministerio público, el estudio, la preparación de los sermones, la financiación de la escuela de iglesia, la organización y promoción de todos los grupos de la iglesia, la presidencia de la junta de la iglesia, la atención de los enfermos y de los que sufren, la atención de los confinados, las visitas a los débiles en la fe y a los apóstatas, las visitas constantes a los que están pasando por tribulaciones, los problemas financieros de la iglesia, la atención del edificio y su conservación, la correspondencia, las publicidad, la campaña de la Recolección, las campañas de Vida Feliz, Juventud, El Centinela, La Revista Adventista, etc., las semanas de oración de los jóvenes y los adultos, la promoción de ofrendas especiales. Estas, y muchas más, son las actividades del pastor.
Y hay un segundo aspecto de las actividades del pastor que tienen por fin ganar almas, a saber: la evangelización de los no adventistas del vecindario. Esto incluye la presentación de estudios bíblicos, la organización de los servicios de la iglesia, y a veces, campañas evangélicas en amplia escala. Durante estas campañas, el pastor, además de sus responsabilidades corrientes, tiene que preparar varios sermones más por semana, preocuparse de la publicidad y de una cantidad grande de detalles. Además, tiene que visitar a muchas personas, incluso a los interesados que visitan los aspirantes.
Si Ud. y su esposo comprenden en parte la carga que descansa sobre el pastor ordenado con quien trabajan, podrán ser comprensivos, cooperadores, y estar más dispuestos a ayudarle a realizar su misión. Por supuesto que el pastor no va a convertir a su esposo en un chico de los mandados, pero sin duda le va a dar suficiente trabajo como para que esté fuera de casa durante la mañana, el mediodía y la noche. Ayúdelo, anímelo, ore con él, y estimúlelo a aprovechar al máximo las preciosas oportunidades que se le dan para prepararse a fin de llevar responsabilidades mayores.
Tal vez la mejor forma de llegar a la médula de nuestro asunto consistirá en hacer dos listas de la manera siguiente:
Cómo lograr que su esposo fracase en el trabajo
1. Apártese de su obra y no se interese en ella. No lo acompañe nunca a un estudio bíblico, ni lo escuche, ni trate jamás de ayudarlo a resolver un problema.
2. Déle mucho trabajo a su esposo. Trate de que no vaya a la reunión, cuando Ud. crea que debe quedarse en casa cuidando al bebé mientras Ud. va de compras. Envíelo de compras al almacén por lo menos una vez al día, y consiga que le ayude a lavar la ropa.
3. Procure que haya en su trabajo la mayor cantidad de interrupciones posibles. No lo libre jamás de las llamadas telefónicas innecesarias. Cuando está estudiando y el nene llora, ingénieselas para que él lo atienda. Si Ud. lo está atendiendo y percibe que la llama de la cocina necesita más intensidad, pídale a él sin vacilar que se preocupe del asunto. Tenga especial cuidado de que disponga de suficiente trabajo antes de que se vaya a la mañana de manera que no tenga tiempo de orar.
4. Asegúrese de que nunca tenga tiempo. Arregle su programa de manera que no pueda comer regularmente, lo menos nueve veces de cada diez. Es un asunto sencillo de organización. Pero si Ud. quiere que su esposo fracase, ingénieselas para que sus horas de comida sean irregulares. (Este es el camino más seguro para las úlceras estomacales.)
5. Felicite a su esposo por todo lo que hace. No les dé nunca sugerencias beneficiosas con respecto a sus sermones: por ejemplo, en relación con sus ademanes o su pronunciación.
6. Procure que su ropa no esté del todo limpia, y repásela y plánchela a la ligera. Tenga cuidado de que nunca lustre su calzado más de una vez por semana.
7. Recuerde que Ud. puede hacer lo que le dé la gana, comportarse como quiera y que los miembros de la iglesia no deben meterse a ordenar su vida. ¿Por qué no habría Ud. de usar alguna joya, un poco de maquillaje y algún vestido llamativo? ¿Por qué no habría de aportar Ud. su chismecito estando en rueda de amigas? El pastor es su esposo, ¡no Ud.!
8. Mantenga siempre endeudado a su esposo. Quéjese del sueldo y gaste a discreción.
Cómo lograr que su esposo tenga éxito
1. Preste atención primordial a su corazón. Dedique tiempo para disponer de momentos de quietud, y si no lo hubiere, hágalo. Si hay hijos, es probable que no lo pueda hacer en las primeras horas de la mañana, pero en el primer momento disponible dedíquese a la oración. Si hemos de ser fuertes en el Señor, ésta es una necesidad.
2. Haga de la obra de su esposo la suya propia. Aconséjelo, ore con él, cuando las cosas no marchan del todo bien, anímelo y nunca permita la entrada del desánimo; por el contrario, manténgase alegre y confíe en el Señor. Ingéniese para que la atención de sus hijos le deje tiempo para acompañar a su esposo en las visitas pastorales. Al hacerlo, comprenderá cuán cansador es visitar a la gente hora tras hora y día tras día. Comprenderá mejor su obra, y podrá aconsejarlo y ayudarlo. Asista a todas las reuniones evangélicas en las cuales él ayuda, para que llegue a sentir lo que significa ganar almas. Acompáñelo cuando él visite a algunos interesados. Más tarde, cuando él mismo celebre un ciclo de conferencias, Ud. será su consejera más apreciada.
3. Sea una buena madre. Haga de sus hijos un ejemplo de la grey mediante la oración fervorosa y la educación esmerada. Cuide de que nunca se pasen por alto las horas de culto. Es mejor tener el culto matutino al rodear la mesa para tomar el desayuno. A veces tendrá que celebrar el culto vespertino a solas con los chicos. Ayúdele a su esposo a ser un buen padre. Sometido a la presión del trabajo puede ser que descuide a los niños. Recuérdele de vez en cuando que con sólo quince minutos de juego por día después de la cena le dará a sus hijos una alegría grande, les brindará algo que anhelaron durante todo el día, y asegurará un vínculo de confianza con los niños que podría significar que enderezaran sus pisadas por la senda que lleva a la vida eterna.
4. Sea amigable con los vecinos. Haga esfuerzos para ganarlos. Sea un buen miembro de iglesia. Puede ser que no le resulte posible aceptar un cargo; paciencia, lo importante es que trate de asegurar el éxito de su esposo. Pero puede manifestar una actitud amistosa hacia los miembros y los extraños. Puede ofrecer una palabra de aliento al oficial de la escuela sabática, a esa señorita, a ese joven o a esa madre. Las damas de edad también apreciarán su interés y su amabilidad.
5. Contribuya a fortalecer la vida espiritual de su esposo. Cuídelo del teléfono, de los vendedores, de los niños: sí, incluso de su esposa, durante las horas de devoción y estudio. Despierte su interés en la lectura. Ayúdele para que tenga tiempo de estudiar y orar.
Recuerde que su esposo es el pastor. Ud. es la pastora del rebaño. La Biblia dice que los “que se quedan con el bagaje” son tan necesarios como los que van a la batalla. Frente a Ud. hay un privilegio, un desafío y una responsabilidad. La tarea sería imposible si no fuera por aquel que dijo: – “No temas, que yo soy contigo, no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Sobre la autora: Esposa de uno de los pastores de la Asociación Californiana del Sur.