Es un arte auténtico la presentación de la verdad conservando el delicado equilibrio entre la forma atractiva y la base de evidencia necesaria. Algunos predicadores de criterio exigente quieren probar cada punto con una referencia bíblica. Esta manera de proceder atenta contra el común del público en evangelismo.
No hay disculpas para la predicación descuidada. Conozca la verdad antes de expresarla. Pero, “en este tiempo en que las fábulas agradables cubren la tierra y atraen las mentes, la presentación de la verdad en un estilo sencillo, respaldada por unas pocas pruebas fuertes, es mejor que la indagación y la exposición de un abrumador conjunto de evidencias; porque entonces el asunto no queda tan claro en muchas mentes como antes de que se presentaran las objeciones y las evidencias. Para muchos, las aserciones valen más que largos argumentos. Dan muchas cosas por sentadas. Para los tales las pruebas no aportan nada” (Counsels to Writers and Editors, pág. 83).
Tal vez por eso algunos hombres con una sólida preparación —que no desacreditamos— no son tan exitosos en sus labores evangélicas como cuando sabían menos. Sin perjuicio de su conocimiento, haga sencilla su predicación. Para mantener su auditorio, use más aserciones, porque éstas evitanlas deserciones.