Lecciones del rebaño para pastores que desean ser exitoso
Durante mi infancia y parte de mi adolescencia, ayudé a mi familia a cuidar de los cultivos y los animales en la zona rural del municipio donde morábamos. Durante algunos años, auxilié a mi hermano más grande para cuidar de un pequeño rebaño de ovejas. Fue una buena experiencia tratar con esos animales pues, años más tarde, eso me ayudaría a entender principios de liderazgo que me serían muy útiles en el ejercicio de mi ministerio pastoral. Nunca imaginé que pudiera pasar de pastor de ovejas a pastor de personas en la Iglesia Adventista. Sin embargo, Dios me condujo en esa dirección. Actualmente, compruebo que las experiencias simples del campo me ayudan mucho en mi preparación para enfrentar los desafíos que existen en el liderazgo de la iglesia local.
Cuidar de las ovejas era una actividad que, a pesar de ser simple, tenía implicaciones complejas. Se hacía necesario conocer bien sus hábitos alimenticios, de sueño y de convivencia en grupo, entre otros. Para Moisés, pastorear ovejas también resultó de gran importancia a fin de cuidar del pueblo de Dios. Aprendió “lo que significa ser un verdadero pastor”.[1] Sobre la experiencia de Moisés con los rebaños de Madián, Elena de White dice que él necesitaba de una experiencia en diversos deberes más humildes, para transformarse en un cuidador. “Al cuidar de los rebaños de Jetro, demostró su simpatía hacia las ovejas y corderos, y aprendió a vigilar a esas criaturas de Dios con el más tierno cuidado”.[2]
Quiero destacar algunas características de un rebaño de ovejas, dando énfasis a las diversas formas de comportamiento para, de esa manera, entender la razón que movió a Jesús a relacionar el liderazgo cristiano con el pastoreo.
Las ovejas andan en rebaño
Las ovejas necesitan andar en grupo, pues es una actitud instintiva de autoprotección. De esa manera, se sienten más seguras frente a posibles ataques de animales feroces.
La vida en comunidad en la iglesia, expresada en las reuniones semanales, las de las unidades de la Escuela Sabática y de los Grupos pequeños, es algo esencial para que los miembros se sientan bien y animados. Difícilmente podrán crecer espiritualmente si están aislados, sin la compañía de los amigos y los hermanos de fe, que generalmente tienen los mismos desafíos.
Las ovejas obedecen a una oveja más vieja
Al contrario de lo que mucha gente piensa, las ovejas no siguen solamente al pastor, sino también van detrás de una oveja más vieja, elegida naturalmente por el rebaño. De esa manera, el animal elegido se transforma en el centro de la obediencia de los demás. Adonde la oveja líder vaya, las otras irán detrás… aunque sea hacia lugares peligrosos, como abismos o ríos.
Recuerdo que para detener a todo un rebaño en un solo lugar, era necesario atar a la oveja líder a un pequeño tronco; las otras quedaban sueltas, pastando el día entero, alrededor de aquella que era la referente. También recuerdo que para conducir al rebaño entero de un lugar a otro, solo tomábamos a la líder con una cuerda atada en su pescuezo o un cabestro, y las demás la seguían fielmente. De esa manera comencé a entender que para que los proyectos de la iglesia funcionen bien, el pastor necesita contar con el apoyo de las ovejas más maduras. Pueden conseguir resultados expresivos, si son bien conducidas. El pastor conduce a la oveja líder y ella, por su parte, conduce al rebaño.
Aprendí, con el tiempo, que los dirigentes locales pueden tener más influencia que el pastor. Esto se debe a algunos factores; por ejemplo: el tiempo que ya llevan en la iglesia, las amistades ya consolidadas y el hecho de haber sido nominados –para su liderazgo- por la propia congregación. Por estas razones, es muy importante que la iglesia sea bien atendida por buenos líderes, con experiencia y que sean capaces de conducir a los miembros a lugares seguros. Ese es un gran desafío para el pastor, pues en caso de que las “ovejas más viejas” no ejerzan una buena influencia, varios miembros podrán ser conducidos hacia el peñasco de la disidencia, o a caer en los pozos de la rebeldía, la murmuración, la inactividad, y en la peor de las hipótesis, hacia la muerte espiritual, la apostasía.
Cuando el pastor percibe que la oveja líder es rebelde y representa una amenaza para el rebaño, necesita tomar medidas de inmediato para proteger a las demás ovejas. A veces es necesario incluso que el pastor quiebre la pata de la oveja, para limitar sus movimientos o para cambiarla a otro lugar, lejos de las otras. Así aprendí que, para salvaguardar a la iglesia de las influencias de malos líderes, a veces hace bien limitar la influencia de ellos cambiándolos de cargo, o incluso retirándolos de la función, para que no representen más una amenaza para los demás.
Las ovejas se dispersan
Cuando cuidábamos ovejas en la zona rural de mi ciudad de origen, de vez en cuando percibíamos la ausencia de una de ellas. Accidentalmente, alguna de ellas se aventuraba a pastos aparentemente más sabrosos. Después de algún tiempo, el animal se veía solo y en desesperación. En el intento de volver al rebaño, seguía por caminos desconocidos, y por eso se perdía.
Como no eran muchas, fácilmente verificábamos la falta de la aventurera y la íbamos a buscar. Cuando la encontrábamos, no había en nosotros ningún sentimiento de rabia o de decepción, sino de alegría por haberla encontrado con vida. Elena de White afirma que el verdadero pastor, al percibir la ausencia de una oveja, “se llena de pesar y ansiedad. Cuenta y recuenta el rebaño, y no dormita cuando des- cubre que se ha perdido una oveja […] Cuanto más oscura y tempestuosa es la noche, y más peligroso el camino, tanto mayor es la ansiedad del pastor y más ferviente su búsqueda. Hace todos los esfuerzos posibles por encontrar esa sola oveja perdida”.[3] De la misma manera se espera que el ministro actúe en sus iglesias. No debe escatimar esfuerzos por encontrar a la oveja perdida. Además de eso, jamás debe condenar a la oveja que se apartó, sino que es desafiado a conducirla, con todo cuidado, al lugar de seguridad.
La oveja genera ovejas
Solamente ellas son capaces de reproducirse. El pastor no puede generar ovejas; no es natural. Su función está en elegir los buenos pastos, los lugares en los que los animales van a poder encontrar agua; él debe cuidar de las heridas y proteger a las ovejas de animales salvajes y de ladrones.
En la iglesia, el pastor debe alimentar al rebaño con buenos mensajes en el púlpito, vacunar a cada integrante del rebaño contra las epidemias de las falsas doctrinas, levantar y arreglar los cercos del conocimiento doctrinario, a fin de evitar que “animales feroces” y “ladrones” entren en el redil y hieran o roben a las ovejas. Es muy importante que también capacite adecuadamente a los miembros, a fin de que estén en condiciones de descubrir y desarrollar sus dones espirituales. Además, se espera que el pastor organice el trabajo y ofrezca buenas condiciones para que los miembros transformen en discípulos a los nuevos miembros.
Las ovejas escuchan la voz de su pastor
Las ovejas son incapaces de escuchar una voz que no sea la de su pastor. Ellas “oyen su voz, y a sus ovejas [el buen pastor] las llama por nombre” (Juan 10:3). En el mismo capítulo, Jesús declara: “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas” (Juan 10:8). La voz de extraños suena como una amenaza para el rebaño. Las ovejas que están bien de salud son indiferentes a la voz de desconocidos. Se cree que solamente los animales enfermos y débiles atienden a extraños.
Los pastores no pueden descuidar la salud espiritual de su rebaño. En la planificación de las actividades anuales, deben priorizar un programa de discipulado bien dirigido, teniendo en vista formar cristianos maduros y espirituales, capaces de reproducirse. Junto con eso, necesitan prestar atención a programas que orienten la lectura de la Biblia, del Espíritu de Profecía y de buena literatura cristiana. Los programas de capacitación para el descubrimiento de dones espirituales y estimular a los miembros al servicio cristiano, serán de gran valor.
Recuerda que Jesús es el Buen Pastor (Juan 10:11). “Como reconoce su rebaño al pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad” (Eze. 34:12). Cristo fue capaz de dar su vida por sus ovejas. Él espera que seamos pastores capaces de amar a nuestras ovejas, y si fuera necesario, dar la vida por ellas.
Sobre el autor: pastor en Manaus, Rep. del Brasil
Referencias
[1] Elena de White, El ministerio pastoral (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 300.
[2] Ibíd
[3] White, Palabras de vida del gran Maestro (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011), pp. 146, 147.