Es muy probable que ninguna otra confesión cristiana haya escrito y enseñado tanto sobre el libro de Apocalipsis como la Iglesia Adventista. No es de extrañar, para una iglesia que surgió como fruto de una visión apocalíptica, y que hizo del estudio de sus profecías una cuestión cotidiana.

    De esta manera, de acuerdo con el Dr. Alberto Timm,[1] el mensaje del Santuario (encontrado básicamente en los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis) se convirtió en el centro de la teología adventista, mientras el mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14) proveyó el calendario divino para la proclamación del mensaje. Estos dos elementos, extraídos mayormente del libro de Apocalipsis, se convirtieron en la base de la teología y la misión del incipiente movimiento que luego llegó a convertirse en la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

    Sí, el legado que el estudio de Apocalipsis dejó a la Iglesia Adventista es indiscutible. El desafío se encuentra en qué debemos hacer con ese legado como pastores del siglo XXI. A continuación, se presentan algunas tensiones entre las cuales tenemos que navegar al predicar y enseñar el mensaje del último libro de las Escrituras:

    Inminencia versus demora: Tras esperar el inminente retorno de Jesús durante más de 150 años, se han acrecentado las dudas acerca de las razones de esta “demora”. Muchos afirman que no existe tal cosa, y niegan que podamos “adelantar” la Segunda Venida. Este énfasis en la soberanía y la omnisciencia divinas, por otro lado, encuentra un desafío en las claras declaraciones de Jesús acerca de una demora, y en las declaraciones de Elena de White que no solo mencionan una demora causada por el estado de la iglesia, sino también señalan que “mediante la proclamación del evangelio al mundo está en nuestro poder el hecho de apresurar el regreso de nuestro Señor. No solo hemos de esperar la venida del día de Dios, sino apresurarla”.[2]

    Aplicación exegética universal versus historicismo: El foco del estudio de las profecías de Apocalipsis por parte de nuestros pioneros estuvo en su aplicación histórica (basados en una aproximación historicista de las profecías apocalípticas). Y, aunque no tenían todas las herramientas modernas para la exégesis, lograron llegar a una interpretación no solo correctamente histórica, sino también sólidamente exegética. Con el énfasis moderno en la teología bíblica y la exégesis, los eruditos adventistas actuales se han inclinado por una interpretación exegética intratextual, descuidando en cierta manera la aplicación histórica de esas profecías. El desafío se encuentra en seguir profundizando nuestra interpretación exegética del texto, sin dejar de lado la aplicación histórica.

    Alarmismo versus indiferencia profética: El alarmismo en el que se ha caído en el pasado, cuando tantas veces se usaron las noticias de los diarios para interpretar el Apocalipsis, cayendo en un “amarillismo profético”, ha dejado como consecuencia cierta indiferencia de las nuevas generaciones hacia todo lo profético. Debemos hacer relevantes las profecías a las nuevas generaciones, sin caer en un alarmismo que solo excita la mente por unos momentos y luego trae frustración y desánimo.

    Perfeccionismo versus gracia barata: Hemos llegado hasta nuestros días con una herencia teológica que colocó sobre los hombros de estas últimas generaciones la pesada mochila del perfeccionismo cristiano. Esto ha generado desde fanatismo religioso hasta rechazo total por lo profético. Por otro lado, la gracia barata de ciertas tendencias evangélicas, donde no solo se desechó la Ley de Dios sino también se desestimó la santificación bíblica, ha hecho que muchos hayan dejado de luchar contra el pecado para acomodarse laodiceanamente a él.

    Dios nos ha confiado un tesoro profético en el libro de Apocalipsis. Su mensaje es para este tiempo. Debemos volver a estudiar y profundizar en el estudio de este libro, a la luz de todas las Escrituras, para encontrar el mensaje relevante que se espera que prediquemos en estos últimos tiempos. “¡Quién sabe si no has llegado […] precisamente para un momento como este!” (Est. 4:14, NVI).

Sobre el autor: Director de la revista Ministerio Adventista, edición de la ACES.


Referencias

[1] Ver Alberto Timm, El Santuario y los mensajes de los tres ángeles (Florida, Buenos Aires: ACES, 2018).

[2] Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Florida, Buenos Aires: ACES, 2008), p. 587.