El pastor inteligente predica de acuerdo con un plan, intentando satisfacer las necesidades espirituales del rebaño.

Uno de los instrumentos más eficaces al alcance del predicador empeñado en ofrecer a su congregación un alimento espiritual nutritivo es, sin duda, la elaboración de un cronograma o calendario de predicaciones. Como lo dice J. W. Pierce, en su libro Planning your Preaching [Planifique su predicación]: “El hombre que tiene un programa de predicaciones cuidadosamente planificado, a quien lo ven estudiando cuidadosamente, preparando el terreno, sembrando, plantando, transplantando, abonando, cultivando, podando, injertando y seleccionando, se está preparando para cuando le llegue la oportunidad de disertar. Ese hombre actúa eficientemente; lo que es un crédito para sus labores y una honra para Dios. No necesita descartar ninguna necesidad, ni hacer crecer ni madurar a la fuerza lo que desea ofrecer a la gente en el próximo culto”.

Algunos pastores organizan su calendario para un período de seis meses; otros, para el año entero. Evidentemente, el lapso que deseen abarcar queda enteramente a criterio de cada pastor, con tal que esté seguro de que está tomando la mejor decisión en beneficio de sus congregaciones. Lo que es indiscutible es que este procedimiento es ventajoso para el pastor y para la iglesia.

Beneficios

La primera ventaja que podemos mencionar, cuando pensamos en un calendario de predicaciones, tiene que ver con la obra del Espíritu Santo. Es cierto que nada lo puede limitar; nos puede socorrer en cualquier emergencia, y hacer en cinco minutos mucho más de lo que haríamos nosotros solos durante la vida entera. Pero, al planificar con anticipación un programa de sermones, el predicador tiene más oportunidad de permitir al Espíritu Santo que lo ayude a profundizar mientras estudia un tema y medita acerca de él. Si el Espíritu puede inspirar en momentos de emergencia, lo hará mucho más al pasar los días, mientras el predicador ora, estudia, medita y busca su ayuda para que sus ideas maduren.

El equilibrio en la presentación del mensaje, un “régimen equilibrado”, diríamos, es la otra ventaja de este plan. Todos tenemos ciertos temas que nos agradan más que otros. Son temas a los que les dedicamos más tiempo. Cuando surge una necesidad, es hasta natural que nuestra mente se incline hacia ese tema, induciéndonos a predicar un sermón acerca de él; siempre, por cierto, con ropaje diferente. Pero, ciertamente, nuestro interés particular no determina la necesidad del rebaño: así como nos alimentamos de lo que nuestro cuerpo necesita y no de las preferencias del chef, el calendario de predicaciones mantiene al predicador ligado a las necesidades de la gente.

El predicador, por cierto, debe estar preocupado por temas eternos y sublimes, pero no se debe olvidar nunca de las fechas y las ocasiones especiales. Cuando un predicador sube a la plataforma para referirse a la profecía de las 2.300 tardes y mañanas en pleno Día de la Madre, se produce una verdadera catástrofe. La adaptación, en ese caso, resulta difícil. Pero, si cuenta con un calendario de sermones debidamente preparado, tendrá un tema apropiado para esa ocasión.

La existencia de un calendario de sermones también contribuye a la coordinación de todas las partes del culto, especialmente las musicales, que se podrían preparar de acuerdo con el tema previsto. No hay concordancia alguna cuando alguien canta, por ejemplo, un himno acerca del Getsemaní, y el predicador se levanta para hablar de los conflictos conyugales. La iglesia se edifica y el mismo sermón se enriquece si se canta un himno que concuerda con el tema.

Si pudiéramos economizar el tiempo que invertimos en decidir acerca de qué vamos a predicar, nuestras presentaciones serían mucho mejores, y las congregaciones también se alimentarían mejor. No siempre el pastor dispone de tiempo suficiente para hacer la totalidad de su tarea; un calendario de sermones lo ayudará a solucionar este problema. Imaginemos a un pastor que no tiene planificados sus sermones, que llega de un concilio el viernes por la mañana y encuentra que tiene que dirigir un servicio fúnebre por la tarde y que todavía no ha preparado el sermón del sábado de mañana. ¡Va a tener que correr en forma! Tendrá que pasar buena parte de la noche del viernes al sábado preparando su tema, y lo que saldrá será un sermón “recalentado”. ¿Será esto bueno para su congregación?

El pastor que planifica con anticipación sus sermones sin duda se dedicará más a estudiar, y contribuirá así a su crecimiento personal. No es difícil estudiar cuando se tiene un plan: sabe de dónde viene, adonde va y qué camino debe recorrer.

Qué es predicar

Uno de los aspectos más difíciles de la elaboración de un calendario de sermones es decidir acerca de qué se va a predicar. De esto depende el éxito o el fracaso del plan. Nunca está de más recalcar la importancia del equilibrio en los temas. No se debe descartar un asunto difícil sólo porque lo sea; al contrario, puede darnos la oportunidad de estudiar más. El “régimen equilibrado” implica, por cierto, la satisfacción de las necesidades espirituales de la iglesia. Considere las siguientes sugerencias acerca de lo que se puede incluir en un calendario como el que estamos proponiendo:

  • Sermones cristocéntricos acerca de la doctrina de la salvación, para dar a los creyentes seguridad y alegría.
  • Sermones doctrinarios y proféseos, para establecer y confirmar a los oyentes en la fe que han abrazado.
  • Sermones éticos, para que sepan que la fe se manifiesta por medio de las buenas obras.
  • Sermones misioneros, para mantener encendida en la mente y en el corazón de los creyentes la llama de la misión evangelizadora de la iglesia. En este caso, se debe tener en cuenta el calendario denominacional; se debe tratar de dar vida a las sugerencias de la Asociación o la Misión, teniendo cuidado, eso sí, de eliminar los aspectos promocionales que podrían tener esas sugerencias.
  • Sermones alusivos a ocasiones especiales, tales como el Día de la Madre, el Día del Padre, la Navidad, etc.
  • Sermones acerca de las necesidades específicas de la congregación. El predicador, especialmente si es el pastor de la iglesia o uno de los ancianos, sabrá identificar esas necesidades, como consecuencia de sus visitas regulares y sistemáticas a los hermanos. Ésta es una de las razones por las que las visitas pastorales jamás se deben descuidar.
  • Sermones acerca de los escritos de Elena de White. Éstos son algunos de los temas que encontramos en sus obras: la expiación, la intercesión del Señor, la segunda venida de Cristo, la resurrección, la Ley de Dios, la Cruz, los principios de salud, Daniel y Apocalipsis, los dones espirituales, la mayordomía cristiana, la fe, entre otros.

Sermones en serie

Un aspecto que ayuda mucho para desarrollar este plan es la presentación de una serie de sermones. A continuación, presentamos algunas sugerencias:

  1. Ocho sermones acerca de la salvación
  2. La depravación, ¿es total o parcial?
  3. La expiación: una respuesta de Dios.
  4. El arrepentimiento: lo que Dios requiere del hombre.
  5. La justificación: cuando la justicia de Dios llega a ser la nuestra.
  6. La regeneración: cuando la vida de Dios llega a ser la nuestra.
  7. La adopción: cuando pasamos a formar parte de la familia de Dios.
  8. La santificación: cuando llegamos a poseer la santidad de Dios.
  9. La glorificación: cuando llegamos a participar de la gloria de Dios.
  10. Los siete libros más importantes de la Biblia
  11. El Génesis: el libro de los orígenes.
  12. Los Salmos: el libro de los cánticos.
  13. Isaías: el libro de las profecías majestuosas.
  14. Juan: el libro de la salvación.
  15. Romanos: el libro de la teología.
  16. Hebreos: el libro de las cosas mejores.
  17. Apocalipsis: el libro del fin y del Reino de Dios.
  18. Los grandes textos de la Biblia
  19. Gén. 3:15: La guerra de las simientes.
  20. Lev. 17:11: El poder de la sangre.
  21. Isa. 1:18: El pecado, la lana y la nieve.
  22. Isa. 53:6: El Portador del pecado.
  23. Dan. 5:27: Pesado, y hallado falto.
  24. Miq. 6:8: Lo que pide Jehová.
  25. Hab. 2:4: Justificados por la fe.
  26. Mat. 11:28, 29: Descanso para el cansado.
  27. Mar. 8:36: El valor de un alma.
  28. Juan 3:16: El mensaje más importante.
  29. Hech. 4:12: No hay otro Nombre.
  30. Rom. 8:28: Todo para bien.
  31. Efe. 2:8, 9: Salvos por gracia.
  32. Gál. 2:19, 20: Crucificados juntamente con Cristo.
  33. Heb. 7:25: Totalmente salvos.
  34. Las siete iglesias del Apocalipsis
  35. Las bienaventuranzas
  36. El Padrenuestro
  37. El Salmo 23
  38. El año bíblico: Sermones acerca de la porción bíblica indicada en el plan del Año Bíblico.
  39. Las grandes oraciones de la Biblia
  40. Biografías bíblicas

Hay otras ideas que cada predicador puede descubrir como resultado de su propia experiencia y de sus estudios devocionales. Lo cierto es que la Biblia es una fuente inagotable de material para sermones. Es como lo dijo Andrew Blackwood, en su libro Planning a Year Pulpit Work [Cómo planificar la obra del púlpito para un año]: “El pastor sabio predica de acuerdo con un programa. Él mismo lo hace y es libre de modificarlo según le parezca. Se considera como un hortelano, nombrado por el rey para alimentar durante el año a centenares de personas. Tiene una cantidad de plantas pequeñas, que crecen constantemente en diversos lugares. Las puede regar en un lapso que a un novato le alcanzaría sólo para regar una esquina. ¿Puede haber algo más placentero que un huerto bien plantado y bien atendido?”

Sobre el autor: Director de Ministerio (edición CPB).