Los bebedores sociales deben tener en mente que un alcohólico no pasa de moderado a crónico de la noche a la mañana. Todos los abusos del alcohol comenzaron con una bebida inocente. Cuando hablamos de bebedores sociales, nos referimos a las fases primarias. Un gran número de bebedores sociales llegan, con el tiempo, a la etapa media, que se caracteriza por una disminución de la tolerancia al alcohol. La disminución de la tolerancia al alcohol es una clara señal de daño al hígado, seguido, por lo general, de un retiro gradual de la sociedad y de la pérdida de control de los eventos de la vida diaria. Ya para este momento es muy difícil detenerse sin ayuda profesional, y por lo tanto, muchos entran en la etapa final, o más avanzada. Esta tercera fase se caracteriza por el deterioro físico, las dificultades financieras, y severos problemas en el hogar y en el trabajo. Aquí nos referimos a un alcoholismo profundo. Una vez que el individuo se vuelve alcohólico, permanecerá así todo el resto de su vida. El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva, e incurable.[1]La única excepción se produce cuando Dios realiza un milagro y entonces tiene lugar una curación espontanea.
¿Qué causa el alcoholismo?
Se han realizado muchísimos estudios de este problema, y las conclusiones señalan hacia múltiples factores. No hay una sola causa que explique la génesis de esta enfermedad. Se han identificado varios factores y se han dividido en tres grandes áreas: fisiológica (síntomas físicos u orgánicos), psicológica (problemas mentales y emocionales), y socioeconómica (el impacto sobre la familia, los amigos, las finanzas, etc.). A esto podemos añadir el rol del estrés; los eventos estresantes con frecuencia se convierten en el factor precipitante que se encuentra en la base del comportamiento del bebedor.[2] La cultura parece ser otro factor, pues algunas culturas han sido más bebedoras que otras. Los latinos, franceses e italianos, consumen la mayor cantidad de alcohol en todo el mundo. Por ejemplo, un adulto italiano bebe el equivalente de 13.5 litros de alcohol puro por año. Sin embargo, en Italia, la intoxicación pública es mucho menos frecuente de lo que esta cifra sugiere. Los sociólogos explican este fenómeno diciendo que en Italia, beber está asociado con las comidas y las reuniones familiares.
El alcoholismo en los Estados Unidos
En Estados Unidos el alcoholismo continúa siendo una preocupación creciente. El alarmante incremento cíe la drogadicción ha cambiado nuestro interés y la aplicación de nuestros recursos hacia el problema de las drogas. Aunque el alcoholismo no comparte la atención general, sigue siendo un problema, y en algunas áreas o grupos, compite con el abuso de las drogas. Once por ciento de los consumidores de alcohol de los Estados Unidos consumen la mitad de todo lo que se consume: 49% en forma de cerveza, 12% como vino, y 39% en bebidas fuertes.[3]
Las conclusiones que se sacan de las estadísticas nos dicen que los blancos tienen más propensión a beber que los negros, los del norte más que los del sur, y las generaciones jóvenes más que las mayores. La religión parece ser también un factor. Los católicos y los judíos beben más que los protestantes, y en general, la gente no religiosa bebe más que la gente religiosa. Otra interesante estadística muestra que la gente que tiene educación universitaria bebe más que la que sólo tiene nivel medio o menos.
El área de residencia es otro elemento significativo que conduce al consumo de alcohol. Los que viven en las ciudades beben más que los que viven en áreas rurales. Entre los citadinos, los que viven en grandes ciudades beben más que quienes viven en ciudades menores. Si analizamos el problema estado por estado, California tiene el número más elevado de alcohólicos, seguido por Nueva Jersey, New Hampshire y Nueva York.
¿Qué puede usted hacer para ayudar?
Los ministros, como líderes espirituales, están al frente del equipo de salud. Aunque con frecuencia se les excluye del equipo de salud, son los primeros en encontrar las familias afectadas por el alcoholismo. Por cada alcohólico, otros cuatro miembros de la familia resultan afectados por los efectos colaterales de la enfermedad; y sin embargo, poco se ha hecho en esa área hasta hoy. Durante muchos años, los profesionales de la salud creían que el alcohólico no podía ser ayudado hasta que llegara al fondo. Esto ocurre comúnmente cuando el individuo ha perdido su trabajo, su familia y su salud. Una vez que una persona afectada por el alcoholismo pierde uno o todos estos vitales componentes de su sistema de apoyo, puede deslizarse fácilmente hacia la cuneta de la vida, e incluso hacia la muerte.
Afortunadamente, actualmente se considera al alcoholismo como una enfermedad, y es tratado como tal. Hemos aprendido que el “fondo” puede evitarlo con la anida de familiares y amigos preocupados. Es en este punto donde el ministro puede hacer la diferencia, sirviendo a la familia como conexión en su búsqueda de ayuda. Con la ayuda de médicos clínicos entrenados, la familia y el ministro pueden “mover hacia arriba el fondo” para detener al alcohólico que está en el camino de la destrucción propia.
Intervención, la última escala antes del desplome total del alcohólico
La intervención es un proceso revolucionario y efectivo que ha ayudado a muchos alcohólicos antes de que pierdan su empleo, familia y salud. En el campo de la dependencia química, la intervención se refiere al “proceso en el cual la familia y/o los amigos íntimos, bajo la dirección de un consejero (o facilitador), crean una serie de escenarios que hacen que el alcohólico llegue “al fondo antes de destruir su sistema de apoyo”. Este es un método efectivo para ayudar a un ser amado a reconocer su enfermedad y aceptar la ayuda.
Actualmente algunos capellanes, sacerdotes, rabinos y ministros están entrenados para llevar a cabo la intervención. Algunos líderes espirituales que han obtenido grados en ciencias de la conducta o sociales, han tenido la oportunidad de trabajar con equipos de intervención. Como clínico durante más de 20 años, el autor de este trabajo se ha involucrado en muchos “rescates” exitosos, muchas veces del esposo, la esposa o el hijo de un miembro de la iglesia.
Sin embargo, un ministro no tiene que recibir, necesariamente, entrenamiento en este campo para ayudar a los parientes de los miembros de la iglesia. Simplemente, necesita saber dónde ir en busca de ayuda, y así, convertirse en parte del equipo de intervención, justamente al lado de la familia.
El proceso de intervención en pocas palabras
Una vez que usted ha identificado a la familia que sufre el impacto del alcoholismo, los aconseja con relación a la importancia de implementar el proceso de intervención. Para educar a la familia en este asunto, es necesario que conozca las etapas o pasos que deben seguir. Aquí está una síntesis de los pasos:
1. Después que usted explica la necesidad de la intervención, un miembro de la familia llama al programa de rehabilitación más cercano y pide ayuda. Usted debe asegurarse que encuentren un equipo de intervención.
2. El director del programa asignará un consejero a la familia. A él se le llama “gerente de caso”. El hará una cita para reunirse con la familia y el ministro. Con ellos evaluará la condición del alcohólico, cómo lo ve la familia (comportamiento oculto), y el ministro (comportamiento abierto). Luego les presenta los detalles del proceso de intervención.
3. Se recomienda una segunda sesión para enseñar a la familia los conocimientos científicos básicos acerca del alcoholismo. Esto ayudará a la familia a comprender la importante función de la intervención, y reforzará su dedicación personal a la parte del proceso de intervención.
4. En la tercera sesión, el consejero les ayudará a comprender que el alcoholismo es una “enfermedad familiar” que afecta a cada miembro de la familia. El pastor seguramente quedará impresionado por la cantidad de información que el “gerente de caso” dará a cada miembro de la familia, y el rol que desempeñará en el tratamiento para resolver la crisis creada por el alcoholismo.
5. La cuarta sesión provee a cada miembro de la familia las palabras y pensamientos que necesitan para expresar sus sentimientos en el día de la intervención. Cada uno, de acuerdo con la influencia que ha tenido sobre el alcohólico, recibirá instrucciones para asegurarse de que entre todos “lo tocarán”.
6. La quinta sesión es un “ensayo” del evento de la intervención, y la familia y el pastor reciben las instrucciones finales. Para este momento el ministro y el “gerente de caso” ya han desarrollado una relación estrecha y cohesiva con la familia. La familia, por otra parte, ha desarrollado la alianza terapéutica que necesita para trabajar como un equipo. Puede introducirse una palabra de oración en este punto si no se ha hecho en otro momento.
Todos estos pasos en la preparación del proceso pueden reducirse a una o dos sesiones, si la premura de las circunstancias así lo requiere.
7. La siguiente sesión es el “Día I” (Día de intervención). Para este momento, cada miembro de la familia participante sabe exactamente cuál es su papel. La persona alcohólica es recibida (en el hogar) o en la oficina del pastor donde la intervención (una especie de confrontación) toma lugar.
8. La introducción la da el “gerente de caso” (o el ministro, si es bien aceptado por la persona). Entonces cada miembro de la familia expresará su preocupación y cuánto se preocupa por la persona que está siendo confrontada. Finalmente todos juntos hacen un ferviente llamado a la persona para que “acepte la ayuda”.
9. En el 40 por ciento de los casos la persona rehúsa la ayuda al principio. Se pone negativo y no siente la necesidad de ayuda. El beso de una hija pequeña, o nietecita, o las tiernas palabras de una querida madre pueden cambiar aquellos sentimientos, y entonces el clínico entrará en acción. Explicará los servicios disponibles y la forma en que la persona podrá beneficiarse con ellos.
10 Es siempre sabio tener una segunda elección donde la persona puede ir en busca de ayuda. Para salvar la cara, algunos alcohólicos rehúsan ir a la clínica sugerida durante la intervención, “ellos irán a una clínica que sea de su propia elección”. Las conexiones se harán inmediatamente y, si es posible, la persona alcohólica debiera ser llevada a la clínica el mismo día. El irá voluntariamente, después que la familia le muestre que se preocupa por él o ella, en una reconciliación emocional.
La intervención permite a la familia llevar la crisis a un clímax. También evitará o detendrá el desarreglo financiero o social que el alcohol les haya causado. Pero, lo que es más importante, usted habrá producido la crisis antes de que él perdiera su trabajo, su familia y la salud. Así, si usted tiene un amigo o un miembro de la familia que es alcohólico, llame a la clínica más cercana y pida ayuda. Puede llamar también al Concilio Nacional para el Alcoholismo, Inc. (212) 206-6770, o a las Oficinas Nacionales de los Alcohólicos Anónimos (212) 686-1100.
Tenga cuidado dónde pone el énfasis
El ministro debe saber que es muy difícil para aquellos que están hundidos en las arenas movedizas del alcoholismo, comprender el juicio moral y el consejo subjetivo. Tendemos a moralizar al alcohólico, porque en las primeras etapas de su historia de alcoholismo podría haberse detenido. El problema con este punto de vista es que la moralización quiere hacerse con 10 o 20 años de retraso. El pastor debe tener en mente que, en esta etapa, un alcohólico ya no tiene la fuerza de voluntad y la auto determinación para detenerse por sí mismo, necesita ayuda.
La religión no debería enfatizarse durante el proceso, si el alcohólico rechaza la ayuda ofrecida durante la intervención, rechazará la religión con ella. El lector puede preguntarse ¿dónde, pues, entra en juego la religión? La idea moralística de que la culpa es el medio de producir responsabilidad moral, no funciona con el alcohólico. El la rechaza o la pasa por alto con indiferencia, porque generalmente esconde sus verdaderos sentimientos tras una pared de indiferencia. El usa esta muralla como defensa. Un ataque directo sólo incrementa su necesidad de defenderse [4]… Por lo tanto, “lo apaga” a usted. Una vez que entra en el programa y comienza a recibir ayuda a través de los doce pasos, estará dispuesto y capacitado para escuchar.[5] De repente, la necesidad de Dios se hará importante para él y entonces llamará al ministro. Mientras llega el llamado, el ministro debe concentrarse en ayudar a la familia y recordar con ellos las palabras del profeta “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare…” [6] Después de conocer la intervención, he descubierto que es una poderosa arma para atraer familias enteras al Señor. No puedo pensar en una manera mejor de alcanzar a las familias que tienen un ser amado alcohólico; es evangelismo práctico de salud a nivel de la iglesia local.
Sobre el autor: PH.D. era evangelista de la Asociación de Florida U. S. A., atando escribió este artículo.
Referencias
[1] Clinebell, Howard J.. Jr. Understanding and Counseling the Alcoholic Through Religion and Psychology. Rev. Ed. Abingdon Press, 1978.
[2] Goldman, H. H., M.PH., Ph. D. Review of General Psychiatry. Lange Medical Publications, Los altos, CA., 1984.
[3] Ray, Oakley, Ph. D. Drugs, Society & Human Behavior (Ed.) The C. V. Mosby co., 1983.
[4] Goodwin, D. W. “Alcohol in Suicide and Homicide”. Quarterly Journal of Studies on alcohol 34:144-156,1973-
[5] ___________The Twelve Steps, A
Spiritual Journey. Recovery Publications, CA., 1988.
[6] Isa. 42:3