Hace poco tres personas llenaron sus plumas de veneno y las apuntaron contra mí. ¡Alabado sea Dios! Al menos cuando ellos me atacaban no lo hacían al mismo tiempo con usted. Pero, aunque estaban dirigidas contra mí, esas cartas en realidad aterrizaron en el fondo de mi cesto de basura. Ese es el lugar final de descanso de toda correspondencia no identificada que se atraviesa en mi camino.

            Normalmente no llegan a mi oficina tres cartas anónimas a la vez. Pero cualquiera sea la frecuencia con que lleguen, yo aprendí hace mucho tiempo a ignorarlas, incluso me niego a leerlas. Los cristianos maduros pueden disentir fuertemente en un punto y todavía respetarse unos a otros; pero yo nunca respeto a quien espera que invierta mi tiempo considerando sus misiles erráticos sin tener la cortesía de concederme la oportunidad de contestarle.

            Aquí van algunas sugerencias para las ocasiones cuando usted recibe una carta no solicitada ni firmada:

  • quienes le apoyan pueden carecer de disposición a hablar. Muchos que aprecian su ministerio pasan por alto la importancia de ayudarle a afirmarse, y por lo general, expresan la frustración más rápidamente que la satisfacción.
  • por lo general destruyen más de lo que edifican. Por supuesto, ¡a crítica tiene su lugar apropiado, y todos los líderes necesitan que se les hagan saber honestamente sus fallas. Sin embargo, la crítica apropiada es constructiva, tiene el propósito de edificar, de construir. Tiene como objetivo mejorar la situación, no culpar ni condenar.
  • Aun cuando el ataque contra usted sea malintencionado, recuerde que la convicción sin valor es cobardía del más elevado orden. Niéguese a convertirse en su víctima.
  • carecen a menudo de información. Armados con la pica de la ignorancia y motivados por una furia digna de mejor causa, hacen fuego contra el que está más cerca, el blanco más visible: con mucha frecuencia, el pastor.
  • y no algún otro. Recuerdo una nota muy descortés y falta de bondad que alguien deslizó por debajo de mi oficina pastoral un sábado por la mañana. El anónimo autor de la nota despotricaba contra los jóvenes diciendo que debían quedarse fuera de la iglesia mejor y no cantar la música que habían presentado aquella mañana. Aunque su música no era de mi preferencia, me regocijaba por el hecho de que estaban participando en la adoración. Si aquel odioso anónimo hubiera caído en manos de los jóvenes, podría haberlos desalentado al grado de abandonar su ministerio musical, y quizá la iglesia misma.

            Desarrolle una perspectiva mejor poniendo distancia de por medio. Si usted permite que la crítica destructiva lo afecte, le corroerá el alma y destruirá su confianza propia. Y eso es precisamente lo que su atacante quiere. De modo que ponga tales mensajes tras sus espaldas y no deje que entren en su alma. Otra forma de hacerles frente es recordar que los miembros necesitan ventilar sus frustraciones de vez en cuando y usted provee una red de servicios pastorales al convertirse en el foco de sus “desahogos recreacionales”. Esta perspectiva también ayuda a encogerse de hombros ante la amargura que podría germinar fácilmente y enraizarse en su alma.

  • Niéguese a dejarse paralizar por los. pesimistas. Nunca permita que una minoría invisible, escondiéndose detrás de palabras crípticas como “todos concuerdan”, “todos dicen”, o “muchos creen”, imprima una conclusión equivocada en su mente. Sea proactivo más que reactivo. Si usted complace a los murmuradores, no cosechará muchos frutos de todas maneras. Lo que debe hacer es mantenerse en consulta continua y estrecha con los ancianos y otros dirigentes de la iglesia y siga adelante para cumplir la visión de Dios para su iglesia sin detenerse por los que toda la vida andarán detrás de usted mordiéndole los talones.
  • Confróntelos apropiadamente. Si usted quiere reducir los mensajes escondidos o las amenazas veladas, ayúdeles a salir a la luz en su propio trato. No piense que los problemas desaparecerán si los ignora. Siga el consejo de Cristo en Mateo 18 y hable directamente con aquellos que disienten con usted.
  • Busque una cierta cantidad de retroalimentación anónima. A veces cierto grado de retroalimentación anónima es deseable. Cuando analice la opinión de toda la congregación con respecto a las “contribuciones” de sus miembros sobre ciertos programas planeados, solicitar información anónima es saludable y útil por la información que proporciona.
  • Disipe los rumores con el humor. Hace varios años cuando abundaban las falsas acusaciones de que muchos pastores estaban usando la hipnosis para controlar las congregaciones, yo contesté con humor. Señalando el estado financiero de la iglesia, les hice notar a mis miembros: “¡Aquí está una prueba positiva de que ustedes no están siendo hipnotizados! ¡Si así fuera, estarían dando muchísimo más dinero!” El humor disipa el rumor más efectivamente que cualquier otra explicación compleja a una acusación infundada.

Los verdaderos amigos lo confrontarán a usted cuando algo necesite corrección. De hecho, la confrontación debe ser una expresión de amor. La Biblia dice: “Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece” (Prov. 27:6).