El 19 de marzo de 1953, Francis Crick le escribió a su hijo de doce años, contándole algo sorprendente: “Querido Michael”, comenzó, “Jim Watson y yo hemos, probablemente, descubierto algo muy importante”. De una manera didáctica, Crick le explicó al muchacho la estructura molecular del ADN y presentó las bases nitrogenadas que lo constituyen: adenina, guanina, citosina y timina. Al concluir, el científico escribió: “Creemos que hemos encontrado el mecanismo básico de copia, que la vida procede de la vida. […] Imagina cuán emocionados estamos”.
De hecho, los descubrimientos de Crick y Watson los llevaron al Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1962, compartido con Maurice Wilkins, y revolucionaron la ciencia. Comprender mejor nuestro repositorio de información genética nos ha ayudado a profundizar en el conocimiento acerca de la complejidad del cuerpo humano, desarrollar tratamientos más efectivos contra enfermedades que, hasta entonces, se las consideraba incurables y crear productos que promuevan la mejoría de la calidad de vida.
Haciendo una analogía con el campo teológico, ¿cuál sería el ADN de la Iglesia Adventista del Séptimo Día? A lo largo del tiempo, Apocalipsis 14:6 al 12 ha sido el texto clave que responde esta pregunta. Desde sus inicios, estos versículos han ayudado al Movimiento Adventista a comprender su importancia, singularidad y propósito. En ellos es posible encontrar, al menos, cuatro elementos fundamentales para el entendimiento de nuestra identidad confesional.
Histórico. Los pioneros adventistas reconocieron que la predicación de los tres mensajes angélicos comenzó, de forma secuencial, en el contexto del Movimiento Millerita. Elena de White escribió: “El primer mensaje y el segundo se dieron en 1843 y 1844, y ahora estamos bajo la proclamación del tercero” (El Cristo triunfante, p. 340). Ese marco temporal, relacionado con la dimensión terrestre del cumplimiento de la profecía de Daniel 8, sitúa a la Iglesia Adventista en el flujo de la historia del pueblo de Dios y confiere legitimidad a su propuesta de restauración de la verdad.
Doctrinario. Apocalipsis 14 es un capítulo rico en referencias a las doctrinas bíblicas. Por ejemplo, Alberto R. Timm destaca que, en la década de 1970, Roy A. Anderson identificó treinta enseñanzas adventistas en esta porción de las Escrituras (O Santuário e as Três Mensagens Angélicas, [Unaspress, 2002], p. 270). Aparte de Anderson, otros estudiosos visualizaron, en esta porción, referencias a creencias fundamentales de la iglesia, como la Trinidad, la Salvación, la Creación, la Ley, el sábado y el Juicio, entre otras.
Misionero. El desafío de predicar “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” el mensaje del evangelio eterno, anunciar la hora del Juicio, la caída de Babilonia y la última alerta divina relacionada con la condenación final ha sido un elemento motivador importante para que los adventistas sean osados al establecer diferentes estrategias para alcanzar a todo el mundo. Esto es evidente en nuestra declaración confesional, que cita Apocalipsis 14:6 al 12, y lo identifica como el contexto en el que debe realizarse la actividad de la iglesia.
Escatológico. El triple mensaje angélico, que se anuncia desde la década de 1840, en breve llegará a su clímax. En “el espíritu y el poder de Elías”, la voz profética del remanente escatológico no pasará desapercibida. Al hacer la obra de Juan el Bautista, preparará el camino para la inminente venida del Señor. Su proclamación abarcadora, potenciada por el Espíritu de Dios, suscitará oposición y resultará en la batalla final.
Los elementos históricos, doctrinales, misioneros y escatológicos que giran en torno a los tres mensajes angélicos ayudan a componer la identidad del pueblo que guarda los “mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Así como la comprensión progresiva sobre los misterios del ADN promovió una revolución científica, el conocimiento más amplio de Apocalipsis 14:6 al 12 debería llevarnos a una revolución espiritual, al generar un compromiso más profundo con el Dios a quien servimos y la misión que nos designó.
Sobre el autor: editor de la revista Ministerio, edición de la CPB.