La pregunta constante de todos los pastores es: “¿De qué voy a predicar?
Este Año de la Evangelización Mundial anima a toda congregación a planificar actividades misioneras especiales. Tome en cuenta también el potencial evangelizador de sus servicios sabáticos regulares. Los momentos cuando los fieles se reúnen le proporcionan una excelente oportunidad de predicar, para aumentar el número de ellos y profundizar su espiritualidad.
Ahora es el momento de organizar para las predicaciones del año entero. Por supuesto que Dios no le dará una visión anticipada de ellas si usted deja de planificar. ¿Cómo podría usted comprender la voz de Dios si no está seguro acerca de qué va a predicar?
Entonces, ¿acerca de qué voy a predicar? ¡Predique sobre Jesús!
“El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser correctamente comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la cruz del Calvario. Os presento el magno y grandioso monumento de la misericordia y la regeneración, de la salvación y la redención: el I lijo de Dios levantado en la cruz. Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros” (Obreros evangélicos, Buenos Aires: ACES, 1971, p. 330).
Prediquemos a Jesús como el Buscador celestial, que vino con el propósito fundamental de redimir a la humanidad perdida. Presentemos a Jesús mientras se varía de sí mismo para vivir entre nosotros.
Prediquemos a Jesús como la Palabra encarnada. Muestre que su vida y sus palabras proporcionan poder. Despierte confianza en la autoridad de las Escrituras y en el poder transformador de la comunión espiritual.
Prediquemos a Jesús como Creador. Incremente la fe del interesado, al resaltar la decisión de creer en una creación realizada en seis días literales. “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Heb. 11:3).
Prediquemos a Jesús como Vencedor. De la misma manera que él expió plenamente nuestros pecados por medio de su sacrificio en la cruz, Jesús surgió de la tumba con su gloriosa victoria sobre la muerte y el sepulcro.
Prediquemos a Jesús como un compasivo Sumo Sacerdote. Así como aseguró nuestra salvación en el Calvario, Jesús aplica los beneficios de su redención por medio de su poderoso ministerio de intercesión.
Prediquemos a Jesús como Señor del sábado. La observancia del sábado se reduciría a un ritual varío y falto de significado sin una relación dinámica con el Señor del día del Señor. Demostremos la belleza de un lapso que es un santuario ubicado en el tiempo.
Prediquemos a Jesús como el Deseado de todas las gentes. Aunque la paz en la tierra sea difícil que se establezca antes del advenimiento de su reino, Jesús puede reinar como Príncipe de paz en nuestros corazones, para damos paz con nuestros vecinos, empatía para con los extranjeros, justicia hacia los alienados, y la eliminación del racismo y la discriminación de toda clase, el abuso y la violencia entre los creyentes.
Prediquemos a Jesús como un Señor capaz de damos poder. La salvación por la sola gracia, por medio de la fe en su maravilloso Don, induce a los creyentes a seguir el ejemplo de las buenas obras de Jesús. La obediencia nunca es el método de la salvación, pero siempre es su resultado. Todos los requerimientos de Dios implican habilitaciones.
Prediquemos a Jesús como el Modelo ejemplar. ¿Quiere elevar las normas? Exalte a Jesús. Evite las listas de buenas acciones y presente el Modelo total de Jesús. Preséntelo como el Fundador del matrimonio, el Amigo de los niños y el Socio que modela las familias para la eternidad.
Prediquemos a Jesús como Juez. La buena noticia acerca del juicio es que Jesús es nuestro Juez, Abogado defensor y Hermano, mientras intercede por su pueblo. Somos justificados, santificados y glorificados por Jesús.
Prediquemos a Jesús como la Cabeza fortalecedora de la iglesia. Dios ha suscitado a un pueblo surgido del cumplimiento de las profecías, para llevar a cabo su propósito. Satisface las necesidades de la iglesia por medio de los dones del Espíritu Santo.
Prediquemos a Jesús como el Rey venidero. Mantengamos viva la bendita esperanza en las mentes de nuestros miembros de iglesia. Hagámosles disfrutar de la gozosa anticipación de la reunión gloriosa de la resurrección, en el marco de las promesas de su segunda venida.
Cuando haya concluido con estos temas, hágase de nuevo la pregunta: ‘¿Acerca de qué voy a predicar?” La respuesta será la misma: ¡Predique a Jesús!
Sobre el autor: Secretario de la Asociación Ministerial de la Asociación General