Abuso. La palabra es tan horrible que preferimos creer que nunca ocurre en nuestra iglesia. Pero sí ocurre… en todas las denominaciones, incluso en la nuestra.

Los adultos son víctimas de ciertos abusos. Sin embargo, los niños son las víctimas más frecuentes. El abuso infantil se refiere a cualquier acto cometido por uno de los padres, encargado de cuidarlos, o persona en una posición de confianza y que hiere o amenaza con dañar la salud física y mental, o el bienestar del niño.

¿Qué pueden hacer los pastores para evitar los abusos potenciales en sus congregaciones? Es cierto que la lista siguiente no es exhaustiva, pero establece algunos objetivos concretos e identifica las señales de algunos peligros potenciales. Le invitamos a darnos sugerencias que podamos compartir en el futuro.

Reconozca que el abuso tiene muchas formas. El abuso sexual cometido por pastores o sacerdotes es el más obvio, en la medida en que sus horrores han captado la atención de los medios masivos de comunicación. También otros tipos de abusos infectan la iglesia. El abuso verbal hiere a sus víctimas en el momento en que ocurre, y más tarde las lleva a huir de la realidad usando diversos medios de evasión. El abuso físico deja cicatrices más que en el cuerpo; pone en riesgo el desarrollo saludable de la estima propia. Mucho tiempo después que las señales físicas desaparecen, la capacidad para establecer relaciones no violentas y saludables permanece dañada.

Un comportamiento manipulador y controlador reduce la capacidad del individuo para elegir por sí mismo o para funcionar adecuadamente sin directivas dictatoriales. La negligencia, ya sea de carácter físico, emocional o educacional, priva a un niño de los componentes básicos para su desarrollo. Recuerde, cualquier tipo de abuso emocional traumatiza tan ciertamente como si el cuerpo hubiera sido golpeado y no la psique.

Haga caso a las víctimas que informan el abuso a la iglesia. Los informes de los niños relativos al abuso raramente son ficciones. Las víctimas infantiles son incapaces de describir lo que no han experimentado. Trate cualquier informe de abuso como real y busque un tratamiento competente al instante.

Evite los ambientes que invitan al abuso. Los abusadores dependen de los secretos. Debe responsabilizárselos por sus acciones criminales. No negocie para ocultar la violencia que han cometido simplemente porque prometen reformarse. No confunda el perdón con la tolerancia. No participe en el ocultamiento de este tipo de crímenes. Pida inmediata protección para el niño que ha sido víctima del abuso y haga responsables a los abusadores.

Utilice los recursos de la comunidad. Únase con quienes administran las agencias comunitarias. Conserve una lista de consejeros a quienes puede referir este tipo de casos. Reúnase con los oficiales encargados de aplicar la ley antes de que la tragedia lo golpee. Considere la posibilidad de pedir a un juez o supervisor de los servicios judiciales respecto de los asuntos familiares que presenten un seminario sobre prevención para su iglesia y su junta escolar. Afirme y apoye a quienes protegen legalmente a las víctimas.

Conozca a sus voluntarios. Ponga a los mejores líderes al cuidado de los jóvenes y de los niños. Exija referencias acerca de los voluntarios. Los miembros antiguos tienen que haber desarrollado cierta reputación en su comunidad. Los recién incorporados deberían traer referencias inmediatas de sus iglesias. Compruébelas. Use supervisores solamente en parejas para los campamentos, guarderías, escuelas bíblicas de vacaciones y salidas al campo.

Predique la justicia. Siempre mantenga en alto el ideal de Dios de que los creyentes deben odiar lo malo, amar lo bueno, establecer la justicia (véase Amós 5:15). Exalte a Jesús en su predicación como el modelo de la forma en que debemos tratar a otros. Predique el evangelio a los pobres. Sane a los quebrantados de corazón. Predique la libertad a los cautivos, recuperación de la vista a los ciegos, y ponga en libertad a los que están bajo el yugo de la opresión (véase Luc. 4:18).

Enseñe a los niños sencillas tácticas de supervivencia. Las tres reglas de seguridad para cada niño son: ¡Diga no! ¡Aléjese inmediatamente! ¡Dígaselo a alguien! Instruya a los niños a no ocultarles nada a sus padres o a sus maestros, y que si una persona les pide que guarden un secreto, eso es malo. Los niños nunca deben asumir la responsabilidad de ayudar a extraños a buscar a sus mascotas, una dirección, etc.

Provea recursos educativos. Tome la iniciativa para compartir con los demás materiales educacional. Hay varios tipos de trípticos educacionales, películas, charlas y guías de estudios, que pueden incrementar la concientización de los problemas y reducir la tolerancia para los abusadores.

Dirija mediante el ejemplo. ¿Armonizan sus actos con lo que predica? ¿Predican sus actos los mismos mensajes que sus labios? Si usted abusa verbal o emocionalmente de su esposa o de sus hijos, busque ayuda profesional y el poder del Espíritu Santo para obtener la victoria. Si usted usa su poder para manipular a la gente, analice su estilo de liderazgo y busque el cambio. Si usted, trágicamente, está involucrado en alguna conducta sexual equivocada de cualquier tipo, sálgase del ministerio y busque la rehabilitación.

En suma, siempre refleje el cuidado pastoral que Jesús quiere darle a su pueblo.