Pensemos en forma correcta Capítulo 3

Mostradme lo que piensa un hombre, y os diré cuánto vale. Quitadle el pensamiento y no habrá nada que lo distinga de los animales inferiores. El hombre se singulariza por el hecho de que puede planear una determinada conducta y seguirla cabalmente. Puede sentarse y juzgarse a sí mismo. Hablando en forma figurada, le es posible a una persona alejarse de sí misma y aprobar o desaprobar sus propios pensamientos y conducta. Los seres humanos podrán ser cañas débiles, pero son cañas pensantes. Miles de toneladas de roca pueden aplastar a un hombre, pero el hombre es superior a todas las montañas de roca, porque sabe lo que le está ocurriendo, en tanto que la roca nada sabe.

 Debido a que no tienen la capacidad de reflexionar, los animales actúan por instintos y estímulos, y por la experiencia pasada, que en su mayor parte consiste en un cúmulo de pruebas y equivocaciones. Hay muchos seres humanos que no obran por encima del nivel de los animales. Podrían pasar lo más bien sin su capacidad de pensar, porque la usan muy poco. Algunas personas viven toda su vida sin concebir un solo pensamiento propio. Viven fundadas en las opiniones y en la propaganda de los demás. Cuando vemos cuán rápidamente grupos completos, y aun naciones, pudieron ser sometidos por camarillas tales como las que encabezaron Hitler, Musolini y otros, tenemos que concluir que muy pocas personas asumen actualmente la responsabilidad de pensar por cuenta propia. En Alemania, muchos hombres y mujeres instruidos, con cultura universitaria, en vez de ser una excepción a la regla, sucumbieron ante el avance arrollador de la acción del Estado. Casi la única resistencia a la filosofía de “Mein Kampf” procedió de los cristianos leales. Einstein quedó impresionado con el valor de la religión cristiana, cuando vio que la única resistencia a ese emocionalismo distorsionado procedía de cristianos que resolvieron pensar por sí mismos.

 Algunas personas viven fundadas en la experiencia que les brindan los experimentos y las equivocaciones del pasado; no examinan el presente con una actitud mental positiva ni avaluándolo correctamente. Otros creen que su vida está justificada porque se han decidido a impedir que los demás piensen. Un hombre de esta clase indicó cierta vez que tenía una idea en el magín. El que lo escuchaba le respondió con sorna: “Trátela con cuidado; es realmente raro que se encuentre allí.” La vida creadora y plena de satisfacciones comienza cuando los pensamientos del hombre son realmente propios. En tal caso se han examinado las ideas y se pueden dar razones personales de la fe que se profesa. El cristianismo siempre ha requerido que el hombre dé razón de sus convicciones.

 Un miembro de una denominación religiosa, que asistía a los cultos de nuestra iglesia, señaló: “He sido miembro de iglesia toda mi vida, pero siempre se me ha enseñado a dejar que la iglesia piense por mí. Los dirigentes de mi organización me han enseñado que yo no debo pensar porque ellos son los responsables por mí ante Dios. Solamente cuando asistí a su iglesia se me ocurrió pensar por mí mismo. Mi esposa y yo estamos haciendo planes de unirnos a su iglesia porque nos gusta la idea de poder pensar por nosotros mismos y ser así personas inteligentemente religiosas.”

 Los bereanos de las Escrituras eran más nobles que los tesalonicenses porque fueron a sus hogares y estudiaron las Escrituras por sí mismos. Querían pensar por sí mismos. Los primeros adventistas también eran gente que pensaba por sí misma. Recuerdo que en mi infancia muchos sábados de tarde se reunían nuestros amigos en nuestra casa para discutir temas bíblicos. No todos estaban de acuerdo, pero todos pensaban por sí mismos. El hecho de que no estuvieran de acuerdo no resultaba peligroso: contribuía a que fueran cristianos sanos y confiados en sí mismos. De esta iglesita de campo, sin pastor, salieron muchos predicadores y misioneros. Debemos volver al pensamiento individual y al estudio de la Biblia para que la iglesia avance y cumpla su gran tarea.

 Más de una persona confía en su experiencia pasada en lugar de avaluar la actualidad en forma inteligente. Cierta vez surgieron diferencias entre un joven empleado y su empleador, de más edad. Decidido a hacer callar al joven, el hombre de más edad le dijo: “Aunque no hubiera otra razón, debiera aceptar mi palabra porque yo soy un hombre de mucha experiencia.” A lo que el joven respondió: “Sí, Ud. puede tener mucha experiencia; pero ¿no se podría haber economizado experiencia si hubiera hecho más uso de su inteligencia?” No podemos aprobar la respuesta descortés de este joven, pero queda en pie el hecho de que todos podríamos habernos evitado más de una experiencia desagradable si hubiéramos empleado nuestra inteligencia antes de obrar. Se puede tener cuarenta años de experiencias desdichadas. El que sólo confía en sus experiencias pasadas, no piensa.

 Un bien conocido obispo creía que el hombre nunca lograría volar. Algunos de sus feligreses confiaban en que éste alguna vez se lanzaría a través del espacio. El obispo replicaba que sólo Dios y los ángeles podían moverse en la atmósfera y además ¿acaso los hombres no habían probado volar una y otra vez y habían fracasado? Dijo que la experiencia había demostrado claramente que el dominio del espacio era imposible. El obispo, por lo que vemos, no pensaba. Años más tarde, dos muchachos, uno de nombre Wilbur y otro Orville, volaron con sus aeroplanos. Estos muchachos eran los hijos del obispó Wright, quien aseguraba que esto no se podía hacer. Puede ser que estos muchachos supieran menos que él acerca del pasado, pero aplicaron su inteligencia al problema de volar y vencieron el aire. Hay gente que conoce demasiadas cosas que no se pueden hacer. Confiar solamente en la experiencia del pasado puede resultar peligroso.

 El holgazán intelectual puede decir: “Nunca ha sido posible hacer esto; por lo tanto, no se puede hacer.” El hombre pensador usará su experiencia pasada, evaluará la situación actual, orará a Dios para que lo guíe y hará una decisión correcta. Algunos prefieren no hacer esto porque requiere esfuerzo, y éste les resulta penoso. A poca gente le gusta sufrir. Muchos se parecen al muchachito que decía, cuando se le pedía que pensara: “Pero mamá ¡me canso tanto cuando pienso!”

 La gente pensadora es positiva, mientras que la que no piensa es negativa. La gente negativa se entrega a sus impulsos emocionales. Responde a los estímulos, pero no los evalúa. La mente que se pierde en la arena movediza de la envidia, los celos, el odio, la impureza, la incredulidad, la amargura, la inconsciencia, no es una mente pensante. La gente abrumada por esos estados mentales negativos se encuentra cautiva de sus impulsos emocionales. Nadie necesita pensar cuando odia porque el que lo hace no necesita analizar la situación en que se encuentra. Quien ama, necesita pensar, porque quiera comprender. No se puede comprender nunca nada sin pensar. Muchos no quieren pensar, porque el hacerlo los pondría frente a frente con la verdad acerca de sí mismos.

 Nuestro siglo casi ha deificado el acumular conocimientos. Se considera educado al hombre que investiga de todo sin emplear ese conocimiento en nada. Pero tales personas no tienen mente. Son un casillero viviente. Obtienen ideas de aquí y de allá pero carecen de la capacidad intelectual suficiente para distinguir entre lo valioso y lo que es sin valor. La mente de muchos se parece a una cámara fotográfica. Toman fotografías mentales de muchas cosas, pero no saben avaluar inteligentemente los hechos. Se pueden registrar los hechos en microfilms, pero nadie podrá decir jamás que una cámara fotográfica posee inteligencia. Los que han fotografiado, por así decirlo, mucha información de los libros, no pueden recibir crédito de poseer inteligencia, hasta que demuestren que son capaces de avaluar lo que han memorizado. Es posible superar, con la educación intelectual, la inteligencia propia. Una señorita de 25 años de edad sufría de serias perturbaciones emocionales y me dijo que no podía resolverse a hacer nada. “Vd. sabe, mi madre es una mujer muy bien educada y me dice que la gente bien educada posee muchos conocimientos. Se me ha enseñado a abrir mi mente a todo conocimiento.” Una actitud tal tiene su valor, pero una mente abierta en todas direcciones, lo único que puede producir es disturbios mentales.

 La indecisión es el resultado de la incapacidad de pensar. Un hombre que piensa hace decisiones. Pesa las circunstancias y escoge la mejor manera de proceder. Cualquier tonto puede hacer preguntas, pero se necesita un hombre pensante para que dé respuestas inteligentes. El incrédulo admite que carece de la capacidad pensante de creer. Hay que considerar que el creyente tiene la capacidad de pensar, si es un creyente inteligente. Sin embargo, creer sin tener una fe propia no significa que se tiene la capacidad de pensar.

 La persona pensante dirige su vida y la orienta, mientras que el que no tiene la capacidad de pensar se convierte en la víctima de sus contradictorios impulsos emocionales. El primero es una persona en tanto que el otro es una guerra civil. El pensamiento activo vitaliza y brinda energía a todas las funciones del cuerpo y nos libra de las enfermedades físicas. Es un hecho científico que cada pensamiento va acompañado de impulsos nerviosos dirigidos a músculos definidos. Estos músculos resultan influenciados por el pensamiento constructivo; Sin el pensar constructivo los órganos del cuerpo no tienen dirección mental y son susceptibles de convertirse en víctimas de emociones contradictorias y puede faltar la unidad armoniosa necesaria. Todos liemos sentido alguna vez las reacciones físicas desagradables que resultan de la indecisión. Cuando hay confusión mental el cuerpo sufre de desorganización interna.

 Desde hace mucho tiempo los médicos reconocen el poder del pensamiento para restaurar la salud de los enfermos. Cierto médico llegó a la conclusión de que uno de sus pacientes, desahuciado, podía continuar viviendo tan sólo si orientaba sus pensamientos en el sentido de la salud. El enfermo había permitido que su mente se convirtiera en una víctima de su enfermedad y por lo mismo no disponía de recursos para lograr la restauración de la salud física. Cuando se pierde el deseo de vivir, inmediatamente se opera una reacción sobre todo el organismo.

 Alguien infundió en una paciente que iba a la sala de operaciones la idea de que iba a morir. Y nadie pudo sacársela ya. Hizo todos los preparativos necesarios para afrontar la muerte y se resignó con su destino. Sin ninguna causa orgánica visible, murió. Los pensamientos amoldados a una determinada expectativa influyen sobre el cuerpo. Tal vez a algunos de Vds. les haya ocurrido que, al poner el reloj despertador a determinada hora, se despertaron dos o tres minutos antes de que sonara. Nadie sabe cómo ocurre esto exactamente, pero parece que el cuerpo se levanta en respuesta a pensamientos previos. ¿No será que el cuerpo, ya en delicado equilibrio, obedezca al pensamiento de abandonar la batalla de la vida en un momento de crisis?

 La mente dominada por emociones negativas, como la preocupación, la ansiedad, el odio, la impaciencia y la envidia, no podrá menos que producir disturbios físicos: desórdenes digestivos, dolores de espalda, jaquecas, tortícolis, insomnio, pérdida del apetito y aun parálisis. Si rehusamos pensar en forma constructiva, permitimos que las emociones negativas tomen posesión de nuestro ser con propósitos destructivos. Los pensamientos constructivos relacionados con la salud, el amor, la fe, la buena voluntad, la confianza y la comprensión mutua, nos brindan el control de los impulsos emocionales destructivos y contradictorios, y encaminan al hombre por el sendero de la vida mejor.

 Los experimentos practicados últimamente acerca de la naturaleza eléctrica del pensamiento son muy significativos. Los hombres de ciencia han descubierto que cuando una persona trata de recordar algo, pequeñas descargas eléctricas procedentes del cerebro se distribuyen por los tejidos musculares que rodean los huesos temporales. Este descubrimiento está plenamente de acuerdo con los que se han hecho en el cerebro y que han establecido que la memoria es de naturaleza eléctrica. Durante operaciones a que es necesario exponer el cerebro, se ha hecho que los pacientes recuerden cosas por mucho tiempo olvidadas. Lo lograron poniendo en contacto una débil corriente eléctrica con las células cerebrales.

 Se ha descubierto que cuando una persona trata de recordar algo que aprendió en forma imperfecta, la energía eléctrica que despliega es elevada, mientras que cuando trata de recordar algo familiar, los impulsos eléctricos son de bajo voltaje. Probablemente este hecho comprueba que la mente está trabajando con facilidad. Estas corrientes eléctricas, llamadas “ondas kappa,” sólo se detectan aplicando discos metálicos sobre el cuero cabelludo y ampliando la corriente eléctrica. La incapacidad de recordar produce complicaciones emocionales, mientras que la facilidad para hacerlo no produce ninguna depresión especial.

 Además, se ha notado que el electroencefalógrafo, instrumento muy sensible, registra la corriente eléctrica generada en el cerebro. No es erróneo hablar del cerebro como de un generador de corriente eléctrica. Los rastros obtenidos revelan la existencia de ondas kappa en un ritmo de diez por segundo. Si la persona tiene los ojos cerrados, el ritmo de las ondas es evidente; pero si abre los ojos repentinamente, desaparecen las ondas. Podemos comprender el cambio de impulsos eléctricos que ocurre como resultado de cerrar los ojos, pero es más difícil explicar el cambio que ocurre bajo el poder de la sugestión, estando los ojos abiertos.

 Se le aplicó tratamiento a un paciente sometiéndolo a profunda sugestión. Se mantuvieron abiertos los ojos del paciente mediante tela adhesiva y la habitación quedó moderadamente iluminada. Después que la persona quedó sugestionada, se le dijo que era ciega y que no podía ver. Las ondas kappa aparecieron en el registro del encefalógrafo. Cuando se le sugirió que había recuperado la vista, las ondas desaparecieron. Se le sugirieron a este paciente la visión y la ceguera 16 veces consecutivas y alternadamente, y en cada ocasión los registros eléctricos revelaron el cambio correspondiente. Las mutaciones producidas por el pensamiento eran esencialmente las mismas que se hubieran efectuado si la persona hubiera abierto y cerrado los ojos.

 Los cambios de pensamiento que pueden producirnos el culto, la música y otras nobles disciplinas mentales, pueden afectarnos físicamente en una forma que no podemos ahora apreciar ni comprender en su plenitud. Se nos aconseja que nos reunamos para rendir culto a medida que la presión del mundo aumenta. El culto nos ayudará a ganar la victoria sobre la inquietud de nuestra época. Una y otra vez he escuchado a personas que me han dicho después de la reunión de oración: “Me sentía terriblemente cansada cuando vine, pero ahora me siento en tales condiciones que podría comenzar el día nuevamente.”

 Hay muchas personas que no necesitan tanto el descanso físico como librarse de sus emociones contradictorias. La infusión de pensamientos de amor, verdad y santidad es esencial para los tales. Se hizo un estudio importante en relación con mujeres que trabajaban en una gran fábrica en Europa. Aunque algunas se quejaban de cansancio, otras, que habían trabajado el mismo número de horas, se veían despejadas y bien despiertas. Se descubrió que las que estaban alertas y despiertas tenían planes para la tarde. Ya se tratará de una reunión social, de un encuentro con el novio, o de algún plan familiar, estaban dominadas por los pensamientos de los momentos felices que iban a pasar. Las cansadas eran las que no tenían ningún programa para la tarde. Eran víctimas de sus emociones y su cansancio. No estaban pensando ni planeando nada. Sus emociones las dominaban.

 Los seres humanos a menudo encuentran menos descanso en la ociosidad que en la actividad mental. Si le parece rara la idea, pruébela y verá. En lugar de dejarse caer en una silla, trate de hacer algo que realmente le interese. Trate de contestar esas cartas que hace tanto tiempo esperan respuesta y vea cuán bien se siente cuando ha realizado la más sencilla tarea. El pensamiento creador, recrea más que el holgar. Los pensamientos entusiastas conducen a actos felices; el pensar con valentía nos induce a realizar acciones heroicas. La mente vitaliza y electrifica el cuerpo.

 Los pensamientos erróneos acerca de Dios pueden conducir a la ruina física y mental. A menudo las respuestas anormales de una persona se basan pura y simplemente en una idea falsa: que alguien trata de hacerle mal, o que Dios es un juez duro y tiránico que constantemente está atizando los fuegos del infierno para lanzar allí a los desobedientes. Muchas mentes sensibles han perdido la salud y la razón debido a su concepto distorsionado del carácter de Dios. La conversión debida a descripciones de Dios que conducen a la gente a estados emocionales intensos, y de ansiedad, puede tener resultados devastadores. Las emociones espurias pueden sobrecargar la mente, pero los pensamientos erróneos también pueden producir intensos estados de inquietud emocional. Los evangelistas hambrientos de sensacionalismo pueden echar a perder a la gente al tratar de salvarla soliviantando sus emociones por medio de conceptos erróneos de Dios. Sin duda Dios no puede complacerse con las actividades de estas personas, bien intencionadas pero engañadas.

 Todas las perturbaciones emocionales graves pueden ser producidas artificialmente por medio de la sugestión. La parálisis, la ceguera, las alucinaciones, las indigestiones, los terribles dolores de cabeza y los actos compulsivos pueden resultar de la sugestión, si una persona es de naturaleza sugestionable. Si cinco o seis personas se ponen de acuerdo para decirle a una persona que no tiene buen aspecto, pronto se sentirá enferma. La sugestión produce resultados reales. La única diferencia entre los desórdenes producidos experimentalmente y los propiamente tales, es que los primeros son producidos por la sugestión, mientras que los segundos pueden surgir de la condición negativa de la persona.

 ¿Está Ud. pensando correctamente? ¿Es su mente la que controla su cuerpo, o es su cuerpo el que controla su mente? ¿Piensa Ud. por sí mismo o está en un constante estado de intranquilidad a causa de las opiniones contradictorias de los demás? El escuchar a todo el mundo conduce a los conflictos emocionales y a la intranquilidad mental. ¿Cómo puede Ud. albergar los pensamientos de los demás sin entrar en conflicto? Aprenda a pensar por sí mismo. Piense constructivamente, y el cuerpo sabrá que la inteligencia y no el caos es el que está al frente. No confunda el pensamiento con el reemplazo de un prejuicio por otro. La mente fue creada para que sostuviera la verdad, la pureza, la fe y el amor. ¿Por qué no usar la mente para que cumpla el propósito de Dios?