Mantengamos una buena salud viviendo en forma apropiada
El término medio de la gente piensa que salud quiere decir bienestar físico. Hay sólo unos pocos que comprenden plenamente que ese término debe incluir todo aspecto de la vida. Alguien ha dicho que el hombre es lo que come y esto, por supuesto, tiene mucho de verdad. Por otra parte, se puede decir con el mismo énfasis que lo que el hombre come emocionalmente tiene gran influencia sobre el valor del alimento que ingiere para nutrirse. Una persona puede tener una alimentación perfectamente equilibrada según el concepto del dietista y sufrir sin embargo porque su vida emocional estorba sus funciones digestivas.
Recientemente una mujer rica hacía una lista de los achaques que le sobrevenían cuando ingería cierta clase de alimentos. Cada vez que los comía se enfermaba. Había consultado a muchos especialistas del estómago, pero todas sus sugerencias fueron de poco valor. Continuó diciendo que hacía poco había hecho un viaje con su marido por los lugares más interesantes de los Estados Unidos. El relato de sus vacaciones estaba salpicado de expresiones entusiastas. Había sido la época más feliz de su vida desde su luna de miel. “Aunque le parezca extraño—me dijo, —durante todas esas semanas pude comer toda clase de alimentos y nada me hizo mal.” He aquí un ejemplo claro de dificultades que tienen su raíz no en un órgano del cuerpo sino en la desnutrición emocional.
El estómago es la caja de resonancia de las emociones. Rápidamente recibe la influencia de los dolores de cabeza y las desilusiones de la vida. Cuando sufrimos, no importa de qué clase sea este sufrimiento, el estómago se apresura a llorar para expresar su simpatía.
Se pueden producir cambios físicos por medio de estímulos mentales y emocionales, tan seguramente como por medio de gérmenes y venenos. Una vida emocional perturbada puede reflejarse en cada órgano del cuerpo. Las emociones fuertes influyen sobre los latidos del corazón, la secreción de la saliva, la presión de la sangre y la circulación sanguínea. Cuando hay temor, por ejemplo, el tenor de todo el cuerpo cambia; las glándulas suprarrenales se activan, el aparato digestivo y todas sus glándulas cesan de funcionar, la respiración se hace más rápida y la sangre se retira de ciertos higa- res para irrigar otros, particularmente los grandes músculos. Es necesario que comprendamos que una persona que está en peligro reacciona ante la situación con todas sus capacidades, con toda su experiencia pasada; reacciona no por partes, sino como una unidad.
Si pensamos en comida, la saliva afluye a nuestra boca. La congoja a menudo nos hace bajar de peso. Dos pastores que estaban muy preocupados acerca de su capacidad para el ministerio, perdieron quince y veinte kilos respectivamente. Un hombre que antes gozaba de perfecta salud se enfureció por un juicio que le hizo su hermana. Descubrió que le era imposible alejar ese odio de su mente. Poco después tenía mal aliento y ningún remedio le pudo ayudar. Perdió el apetito y su digestión se volvió anormal; no podía dormir; empezó a bajar de peso rápidamente. Poco después el corazón y los riñones comenzaron a funcionar mal y pocos meses después falleció. Resulta obvio que murió debido a los perjuicios físicos que le causaron sus emociones desorbitadas.
Entre los pueblos primitivos se mata a la gente por medio de la brujería. Se le avisa a una persona que va a morir y ella lo cree, como todos los miembros de su tribu. La imposibilidad de escapar de la fuerte perturbación resultante de la firme creencia de que lo que se le ha predicho se va a producir efectivamente, mata a esa persona. El cuerpo se destruye a sí mismo cuando no se puede vencer la ansiedad y el temor. Los órganos sufren cuando la vida emocional y la mental del individuo están perturbadas. Cada emoción trata de expresarse por medio del cuerpo.
Las investigaciones de la medicina psicosomática establecen claramente la relación que existe entre los órganos del cuerpo y las emociones. Psuje se refiere a la mente y soma al cuerpo. La medicina psicosomática trata de demostrar la relación que existe entre ambos.
Una mujer que estaba sometiéndose a los tratamientos de un médico por un período de cuatro años, empeoraba cada vez más. Los medicamentos y los tratamientos de toda clase no le ayudaban en absoluto. El médico sospechó que la paciente tenía un problema emocional profundo y me la envió para que le ayudara. Después de conversar varias veces con ella resultó que sentía un odio intenso hacia su marido. Esto resultó evidente debido a su constante mención del hecho de que tenía un bu en esposo que hacía todo lo posible por ella.
Un día la torné por sorpresa y le pregunté por qué odiaba tan violentamente a su esposo. Al principio se sorprendió. Al comprender que estaba descubierta y que no podía ocultar más
la verdad, se puso de pie y comenzó a maldecir. En un momento se transformó, de una persona dócil y tranquila, en una arpía violenta y maldiciente. Admitió que aborrecía profundamente al hombre que había sido tan amable con ella en tantos aspectos. Su amabilidad intensificaba su odio y lo hacía más insoportable todavía, y la llenaba de un complejo de culpabilidad debido a sus verdaderos sentimientos.
El hecho de que se le hubiera sacado la verdad mediante una estratagema la perturbó en grado sumo y esa noche trató de suicidarse. Afortunadamente la descubrieron a tiempo y se salvó. Más tarde le confesó su odio a su marido y se alivió. Actualmente goza de buena salud. Al contemplarla ahora, a uno le resulta difícil creer que se trate de la misma mujer. Su odio había abarcado todas las funciones de su cuerpo y las había perturbado. No recuperó la salud hasta que hubo confesado su odio.
Como consejero, al cooperar con los médicos del White Memorial Hospital y de la White Memorial Clinic, he visto muchos ejemplos similares de la influencia de las emociones sobre la salud física. Una lista de tales incidentes sería realmente voluminosa. Algunas veces los tratamientos físicos pueden hacer desaparecer los síntomas por medios artificiales, como drogas o regímenes alimenticios; pero invariablemente éstos volverán a aparecer si no se alivia la presión emocional. La persona en la cual se manifiestan los síntomas es de mucho mayor importancia que los síntomas mismos. Los médicos y los pastores avisados no tratan meramente los síntomas; tratan a la persona en su conjunto. Es un hecho bien conocido que lamanifestación sintomática de una enfermedad puede hacerse desaparecer sin que concluya la enfermedad misma. Es peligroso proclamar paz cuando no la hay. Mientras dure la causa emocional y no se la haga desaparecer, el síntoma se manifestará en el estómago si el dolor de cabeza ha sido borrado por medio de una droga. Si las náuseas y los vómitos han desaparecido gracias a una medicina u otros métodos, los síntomas pueden aparecer en la vejiga. Se pueden observar estos síntomas flotantes cuando se los trata a ellos en lugar de tratar al individuo.
El cuerpo, la mente y el espíritu son todos manifestaciones de la vida. Ninguno de los tres puede ser separado del otro. Desarrollar uno y descuidar el otro es perjudicarlos a todos. El desarrollo simétrico de todas las capacidades del hombre es lo único que producirá una vida de éxito. Antiguamente los hombres de ciencia se preguntaban si una enfermedad era de naturaleza física o emocional, pero ahora sabemos que clasificarlas en un sentido o en otro sólo nos conduce por un camino equivocado. La verdadera pregunta importante es descubrir cuánto de físico y cuánto de emocional se puede hallar en una enfermedad dada. Lo que realmente interesa es aclarar hasta qué punto cierta enfermedad es emocional y hasta dónde es física.
Un estudio reciente llevado a cabo en la Clínica Mayo aclara este asunto. Macy y Alien estudiaron los registros de 225 pacientes, aproximadamente seis años después de que se hubo diagnosticado que padecían de neurastenia crónica. Tenían la idea de que. si el cuadro clínico del primer examen se debía a una enfermedad orgánica no reconocida, dicha enfermedad debía descubrirse como resultado de exámenes practicados varios años después. Se probó que la exactitud del diagnóstico original era del 94 %. Esto indica que tales enfermedades no son causadas por perturbaciones orgánicas, aunque suele haber manifestaciones físicas. La presión emocional no se produce en el vacío; se efectúa en el organismo. Es interesante notar que las manifestaciones físicas de estas situaciones emocionales fueron la causa de 289 operaciones practicadas en doscientos pacientes del grupo de los que fueron sometidos a estudio. (Weiss and English, “Psychosomatic Medicine,” pág. 6.)
Es imposible trazar una línea divisoria discernible entre la salud física, la mental y la emocional. Están unidas para lo mejor o lo peor. Nuestros pensamientos, actitudes y prejuicios contribuyen todos a hacer de nosotros lo que somos. Los descubrimientos recientes nos demuestran de qué manera la mente influye sobre el cuerpo y cómo los órganos de éste a su vez influyen sobre la mente. Franz Alexander, conocido como el padre de la medicina psicosomática. profesor bajo cuya dirección tuve el privilegio de estudiar, dice: “El hecho de que la mente dirige al cuerpo es, a pesar del descuido en que lo han mantenido la biología y la medicina, el hecho más trascendental que conocemos acerca de los procesos de la vida.”—Dr. Franz Alexander, “Psychosomatic Medicine” pág. 37.
Si es necesario poner énfasis eligiendo entre la mente y el cuerpo, resulta claro que debe recalcarse más la primera que el segundo. Todas las partes del cuerpo están relacionadas directa o indirectamente con un sistema rector central, y esas funciones están bajo el dominio de ese órgano. Los músculos voluntarios, como asimismo los involuntarios, están influidos por los centros del cerebro. Resulta claro que la mente es el punto estratégico del cuerpo; por lo tanto tiene una influencia directriz que relaciona todos los órganos entre sí. El sistema nervioso puede compararse muy bien con una central telefónica. Se podrían asemejar los nervios a los alambres telefónicos que se dirigen a todas partes del cuerpo, mientras el cerebro sería la oficina central, que envía, recibe y relaciona los mensajes.
Los estudios practicados recientemente han demostrado hechos interesantes relativo^ ¡a la naturaleza eléctrica de la fuerza vital. Actualmente está también establecido el hecho de. que hay impulsos eléctricos en el cerebro ¡y que éstos pueden ser medidos por un instrumento eléctrico ultrasensible, denominado electroencefalógrafo. Estas ondas cerebrales varían, según el cerebro sea normal o anormal. Si ha sido dañado orgánicamente, el instrumento Jo. revelará. La predisposición a la epilepsia. puede ser descubierta por este medio.
Casi todos los alumnos de los colegios secundarios han visto contraerse los músculos de la pata de una rana bajo el choque eléctrico de una batería. Los neurólogos nos dicen que las células nerviosas del cuerpo se parecen adiminutos alambres telefónicos aislados, y: hay amplia evidencia de que sus impulsos son de naturaleza eléctrica. La capacidad de las células para generar electricidad es un hecho bien establecido. En una reciente demostración científica un aparato receptor de radio funcionó gracias a la electricidad producida por un organismo vivo. Ciertos hombres de ciencia están estudiando la teoría de que el misterio de lavida y el de la electricidad son uno y el mismo. Las investigaciones que se practiquen en el futuro serán del mayor interés para todos los que se preocupan de estas cosas.
Si la vida es una unidad, entonces el médico, el pastor y el educador deben unir las manos en la gran tarea de la redención humana. Ninguno de ellos debiera trabajar separado de los otros. La buena salud que resulta de la vida correcta tiene que ver con factores físicos, espirituales y mentales. Cada grupo, aunque especializado en su propio campo, debiera no obstante tratar de aprender más de los aspectos globales de la experiencia humana. Poner énfasis estrechamente, digamos parcialmente, en cada una de estas profesiones, es algo que se opone a la naturaleza misma de la vida y al espíritu del cristianismo. (Continuará.)