La generación Z está cumpliendo 25 años este 2022. Eso quiere decir que la mayoría estará dejando la universidad para conseguir algún trabajo y pensando en casarse, si es que ya no ha hecho ambas cosas. Esta clase de independencia, también, se aplica a la decisión de asistir o no a la iglesia, y comprometerse con sus actividades.

Los de la generación Z, de hecho, son sobrevivientes en la iglesia. La mayoría de los jóvenes ha dejado la iglesia entre los quince y los veinte años. Esto de por sí es maravilloso, ya que han pasado una etapa tumultuosa y han decidido seguir asistiendo a la iglesia.

Pero el próximo paso no es tan sencillo. Durante gran parte de su etapa como estudiantes, han sido poco más que espectadores. De hecho, hay un claro énfasis en la experiencia del adorador, en el que se busca que “sienta” más (de ahí los elementos tomados de shows seculares), y desplaza un estudio más “objetivo” de las Escrituras.

Como resultado, los evangélicos (sobre todo en los Estados Unidos) cada vez más dejan de lado las Escrituras, por no considerar que sean una base firme para la experiencia religiosa. Según la investigación The State of Theology, publicada recientemente en los Estados Unidos, los estadounidenses están rechazando cada vez más el origen divino y la exactitud de la Biblia, distanciándose de la comprensión ortodoxa de Dios y su Palabra año tras año. Más de la mitad del país (53 %) ahora cree que las Escrituras “no son literalmente verdaderas”, frente al 41 % cuando comenzó la encuesta bianual en 2014.

Este analfabetismo bíblico representa un desafío tremendo para las iglesias locales y sus pastores, dado que cualquier otra cosa que tome el lugar de la Biblia en la experiencia cristiana puede llevar a estos jóvenes a desviarse de lo que Dios anhela para ellos.

La gran cuestión, entonces, es cómo hacer para que estos jóvenes no solo lean la Biblia, sino también basen su vida, sus decisiones y sus planes en la segura Palabra de Dios. Responder de manera cabal esta pregunta está más allá del espacio de esta columna. Pero permítanme sugerirles algo. En la mayoría de los casos, nos aproximamos a la Biblia desde el punto de vista del estudio: el enfoque está en el estudio de la Biblia, ya sea temáticamente, por secciones, etc. Solo piensa en los estudios bíblicos propiamente dichos, la lección de la Escuela Sabática, etc. Quizá lo que necesitemos sea que los jóvenes disfruten de la lectura. ¿Es que los jóvenes siquiera disfrutan de leer, mucho menos la Biblia? Las sagas al estilo Harry Potter han demostrado que, debidamente motivados, adolescentes y jóvenes pueden ser grandes lectores.

Una opción es usar alguna de las Biblias denominadas “Biblia del lector”, que permiten profundizar en las Escrituras como una narración continua, eliminando las limitaciones creadas por los subtítulos, capítulos y versículos. Este formato les permite a los lectores tener una experiencia única en la lectura de la Palabra. Al eliminar los capítulos y los versículos (en ocasiones se da una orientación en los cabezales de la sección que se está leyendo), permite que el lector no solo tenga una lectura fluida y sin limitaciones, sino también que perciba las grandes ideas por medio de los párrafos naturales del texto.

Cuando dejamos que el texto bíblico realice su obra por medio del mismo Espíritu que la inspiró, vemos vidas transformadas, aun en medio de una generación digital bombardeada por redes sociales y entretenimientos por doquier.

Sobre el autor: director de la revista Ministerio, edición de la ACES