La mayordomía cristiana es una doctrina importante de las Escrituras respecto de cómo administrar los recursos que se nos dan de parte de Dios. En el pasado, se nos decía que involucraba aspectos como el tiempo, el templo, los talentos, el dinero y las propiedades (tesoros), sintetizando así las diferentes dimensiones del tema. Con el propósito de comprobar cuál es el entendimiento de los miembros de la Iglesia Adventista sobre la fidelidad en la devolución del diezmo, la sede mundial de la iglesia promovió una encuesta en dos regiones (África y América Latina), y también en dos países del mundo (Inglaterra y Estados Unidos). Los profesores Robert McIver y Steve Currow estuvieron al frente de este proyecto.

En esta entrevista, Robert McIver repasa algunos puntos importantes de la investigación. Nacido en Australia, McIver se ha desempeñado como profesor de Matemáticas, pastor de iglesia y teólogo. Además de las actividades docentes, es editor de Avondale Academic Press y director del centro de investigaciones Scripture, Spirituality and Society. Casado, es padre de dos hijas. Le formulamos las siguientes preguntas:

¿Cuál era su percepción sobre el tema antes de realizar esta investigación?

Recuerdo que, en la iglesia en que crecí, todos los años predicaba alguien del departamento de Mayordomía de la Asociación General. Una de las ilustraciones que más recuerdo era la de un granjero fiel que vivía en un valle donde los agricultores solían cultivar trigo. Entonces se acercó una plaga de langostas. El granjero llevó a su familia afuera, leyó Malaquías 3:10 y 11, y finalmente oró pidiendo a Dios que cumpliera su promesa de reprender al devorador (vers. 11). Cuando pasaron las langostas, todas las plantaciones del valle habían sido devoradas, excepto el trigo y otros cultivos que crecían en la propiedad de ese agricultor.

Esta historia, entre otras, ha fortalecido mi convicción de que la mayoría de los miembros de iglesia, al diezmar, ven claramente la mano de Dios en su vida. Entonces, cuando los pastores fomentan el diezmar fielmente, no están actuando en su propio interés. Más bien, los ministros alientan a los miembros a ser fieles y los preparan para experimentar los milagros de Dios en privado. Sin embargo, cuando mi colega Steve Currow y yo investigamos qué es lo que motiva a los hermanos a diezmar, obtuvimos algunos resultados inesperados.

¿Cuáles fueron los principales hallazgos de la investigación?

Entre 2012 y 2014, con el apoyo de la Asociación General, realicé esta encuesta acerca de la comprensión que tienen los miembros sobre el diezmo en Inglaterra, Estados Unidos, África y América Latina. Se preguntó a las personas si diezmaban esperando que Dios los bendijera si lo hacían. El resultado obtenido fue sorprendente. Existe una débil relación negativa entre el diezmo con el propósito de recibir una bendición y la práctica real del diezmo, al menos en algunos países. De hecho, se vio en la mayoría de los países que quienes diezmaban esperando una bendición descendían en sus probabilidades de diezmar. Una vez más, la correlación era débil.

Pero, por otro lado, se observó una correlación muy fuerte y positiva entre la práctica del diezmo y la gratitud. Por ejemplo, muchos se han identificado con esta afirmación: “Diezmo porque a menudo me sorprende lo bueno que Dios ha sido conmigo”. Si bien hay varios otros motivos relacionados con el acto de diezmar, podemos concluir que es mejor potenciar el motivo de la gratitud a Dios como un medio para animar a los miembros a diezmar que enfatizar las bendiciones que puede otorgar a los fieles.

¿Realmente los miembros asocian la fidelidad en el diezmo con recibir bendiciones materiales?

Es interesante comparar las respuestas de los que diezman y de los que no diezman cuando se les pregunta si Dios los bendecirá por diezmar. En la encuesta, se pidió a los participantes que informaran cuánto de sus ingresos habían diezmado el año anterior. La investigación clasificó como “Diezmeros” (del inglés tithers) a quienes devolvieron el 8 % o más de sus ingresos. Aquellos que devolvieron un porcentaje más bajo fueron clasificados como “No diezmeros”.

Ahora, los que entraron en el primer grupo, ¿interpretaron que Dios los bendijo por diezmar? La realidad es que no todos estuvieron de acuerdo con esta declaración. De hecho, 280 de los 3.138 que diezman no estuvieron de acuerdo con ella. Por otro lado, el 82 % del grupo afirmó que Dios los bendijo porque fueron fieles. Así, la mayoría de los que “diezman” responderían que sí a la pregunta.

¿Cuál debería ser la motivación para ser fieles en la devolución de los diezmos?

La declaración de los jóvenes hebreos que fueron condenados a muerte en el horno de fuego podría sintetizar las conclusiones de lo que investigamos, cuando Nabucodonosor les dijo: “Si no la adoran [la estatua], en esa misma hora serán echados en un horno de fuego ardiente. ¿Y qué dios los librará de mis manos?” (Dan. 3:15), Sadrac, Mesac y Abed-nego replicaron: “Acerca de esto no necesitamos responderte. Nuestro Dios, a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego; y de tu mano nos librará. Y aunque no nos librara, sepas que no adoraremos a tu dios ni la estatua que has levantado.” (vers. 17, 18).

Dios puede proteger nuestras granjas de las plagas de langostas y nuestros negocios de la destrucción financiera. Pero si él decide no hacerlo, igualmente lo adoraremos y le devolveremos fielmente el diezmo que le pertenece. ¿Puede Dios bendecirnos maravillosamente porque diezmamos? Sí. ¿Reprenderá al devorador para protegernos? Sí. ¿Esto ocurre todas las veces? ¡No! ¿La mayoría de las personas que diezman creen que Dios los ha bendecido financieramente porque son fieles? Sí. ¿Deberíamos, por lo tanto, enfatizar la bendición de Dios como una razón por la cual los miembros de la iglesia deben diezmar? Probablemente, no. Si bien a todos nos encanta escuchar historias en las que el Señor ha bendecido a los fieles pagadores de diezmos, y debemos compartir esas historias cuando podamos, es mucho mejor cultivar el tema de la gratitud a Dios como razón para diezmar. Ese debería ser el verdadero incentivo para que una persona diezme, ya sea que reciba o no bendiciones financieras.