La visitación pastoral es un elemento vital de la obra del pastor. Como lo define Elena de White, “esta labor de casa en casa, para buscar a las almas, para recoger a las almas perdidas, es la obra más esencial que pueda realizarse” (El evangelismo [ACES, 2015], p. 434). No obstante, la razón por la que la visitación pastoral es tan importante no se debe solo a sus excelentes resultados. Es verdad que “nada aumentará más la fuerza espiritual y el fervor y profundidad de los sentimientos, como el visitar y servir a los enfermos y abatidos, ayudándoles a ver la luz y a aferrarse de Jesús por la fe” (Elena de White, El ministerio pastoral [ACES, 2015], p. 321). Sin embargo, el verdadero motivo de su éxito se debe a que es un plan de origen divino.
La idea de visitar a una persona o familia que necesita de apoyo espiritual surgió precisamente de Dios. Desde el comienzo de la historia bíblica, podemos observar al Señor que se acerca a sus criaturas en momentos de dificultad. Por ejemplo, cuando Adán y Eva pecaron, fue Dios quien salió a buscarlos: “Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ‘¿Dónde estás?’ ” (Gén. 3:8, 9). Aunque la primera pareja sabía que se encontraba en una mala situación espiritual y deseaba evitar a Dios, él fue a ellos para visitarlos.
Lo mismo sucedió con Caín. Él había cometido el atroz crimen de asesinar a su hermano y su acción ameritaba su alejamiento de la comunidad humana. Sin embargo, Dios nuevamente tomó la iniciativa y fue a hablar con él: “¿Dónde está tu hermano Abel? [..] ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gén. 4:9, 10). El motivo de la visita era redentor, ya que “Dios había dado a Caín una oportunidad para confesar su pecado” (Elena de White, Patriarcas y profetas [ACES, 2015], p. 63). Sin embargo, el corazón de Caín se cerró y rechazó la oportunidad de arrepentirse. Ni siquiera las visitas divinas son siempre exitosas.
Jacob también fue visitado por Dios en un momento delicado. Había engañado a su padre y robarle la bendición de la primogenitura a su hermano, pero se había arrepentido y reconoció ante Dios: “indigno soy de toda tu bondad” (Gén. 32:10). Además, para compensar el daño causado a su hermano, le envió de regalo lo mejor de sus ganados (Gén. 32:13‑21). Sin embargo, sentía culpa y miedo. Dios fue a visitarlo una noche y lo ayudó a restaurar la relación con su hermano y protegió a su familia (Gén. 32:24-30).
En resumen, vemos a personas que atravesaban diferentes situaciones y tenían distintas necesidades espirituales. Pero en todos los casos Dios visitó a cada uno de ellos. Los escuchó. Les habló. Les brindó lo que necesitaban. Algunas visitas fueron exitosas, otras no tanto. Pero en cada caso, Dios cumplió su misión de acercarse a las personas a fin de rescatarlas.
La visitación pastoral es tan importante porque es una idea de Dios, que él mismo pone práctica. Por eso, “así como Dios ha tomado la iniciativa con nosotros, los pastores son capacitados para tomar la iniciativa con sus feligreses: para ir a donde ellos viven cuando no pueden o quieren venir a nosotros. No podemos estar sentados pasivamente mientras un matrimonio o familia comienza a desintegrarse, un miembro de la iglesia se aleja, o una persona solitaria sufre incesantemente por su cónyuge fallecido, sin hacer nada para ayudarlos. […] Necesitamos tomar la iniciativa” (Bradford Lyle, Building relationships through pastoral visitation [Judson Press, 1984], p. 16)
Reflexiona en esto.
Sobre el autor: Editor de Ministerio, edición de la ACES
