Una visión panorámica de los estilos de liderazgo

Existen miles de libros sobre liderazgo que abarcan muchos temas diferentes, como estilos, enfoques, sistemas y teorías. Sin embargo, aunque la mayoría de los pastores desean tener éxito, su necesidad más urgente es promover un cambio significativo en sus iglesias. Quieren ser líderes transformadores. En este artículo exploraremos algunos estilos de liderazgo ilustrados por diferentes aves y sus comportamientos.

Águila: líder carismático

Cuando pensamos en las águilas, nos atraen los rasgos de liderazgo que se asemejan a sus cualidades, como la nobleza, la visión y el impacto. Sin embargo, las águilas también tienen características menos admiradas: suelen ser inaccesibles, egoístas y solitarias. Aunque son hábiles cazadoras, no es raro que se alimenten de carroña para ahorrarse el esfuerzo de la caza.[1]

Con una envergadura de hasta dos metros, el águila puede volar a más de ocho kilómetros de altura, lo que le proporciona una visión sin igual. Puede ver una hormiga en el suelo desde lo alto de un edificio de diez plantas. Su campo de visión alcanza los 270 grados (frente a los 180 grados de los humanos), y lo que tiene justo delante lo amplía y muestra en brillantes tonos de color.[2] Las águilas ven lo que los humanos no pueden ver, del mismo modo que los líderes eficaces perciben lo que los demás aún no han visto.

Sin embargo, esta capacidad de supervisión, aunque excelente para cazar presas o encontrar carroña, sirve sobre todo para el beneficio individual, y no necesariamente para capacitar a otros. El empoderamiento requiere confianza y un interés genuino por las personas. “La capacitación no es solo una transición unilateral de autoridad, sino que es un proceso bidireccional de confianza y responsabilidad”.[3] El águila, a menudo solitaria en su nido, tiene un sentido de equipo limitado a su familia inmediata, sin mucha conexión con una comunidad más amplia.

Además, una de las tácticas más eficaces del águila es abalanzarse repentinamente para capturar a su presa. Del mismo modo, un pastor bienintencionado, al poner en práctica una visión precipitadamente, puede parecer que actúa con la misma impulsividad. Algunos pastores se parecen al águila por su aguda visión, pero su incapacidad para formar un equipo en torno a esa visión les hace correr el riesgo de volar solos.

Los líderes carismáticos pueden apelar a las emociones de los demás, convenciéndolos de que crean en sus grandes sueños. Sin embargo, cuando el ego del líder se eleva por encima de los objetivos del grupo, su obstinada ambición puede minimizar el valor y la contribución del equipo. Cuando la visión del líder se vuelve más importante que las personas, acaba volando solo. El pastor “águila” debe ser consciente de cómo estas tendencias agresivas pueden afectar a los demás y limitar la capacidad colectiva de cumplir la visión.[4] Aunque la visión y el carisma son importantes, la creación y la motivación de un equipo son aspectos esenciales para cumplir la visión.

Estas son las palabras a las que el pastor “águila” debe prestar atención: “Apacienten la grey de Dios que está entre ustedes, cuídenla, no por obligación, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo presto; no dominando a la heredad del Señor, sino siendo dechados de la grey” (1 Ped. 5:2, 3).

Pingüino: líder despreocupado

Ya sea zapateando en la tierra, girando en el agua o conquistandocorazones en la pantalla, el extravagante pingüino es un ave que puede “hacer casi cualquier cosa, excepto volar”.[5] Siempre en bandadas, disfrutan de la compañía de los demás. Muy sociables, suelen permanecer con miembros de su familia hasta que alcanzan la madurez, en torno a los cuatro años. Encontrar pareja no es difícil, ya que viven en grandes colonias llenas de potenciales parejas.[6]

Aunque torpes en tierra, los pingüinos son pura gracia bajo el agua. Incluso si no pueden volar, son nadadores excepcionales. También destacan en la creación de alianzas para sobrevivir. Cuando se agrupan para protegerse del frío, se turnan entre las posiciones exterior e interior de la formación, asegurándose calor y cobijo mutuos. Su visión se reduce a la supervivencia y a aprovechar al máximo el momento presente.

El pastor “pingüino” es excelente para formar una multitud que se reúne alegremente pero, debido a la falta de visión, no se realiza nada significativo más allá de la supervivencia. El interés se limita a la alegría del momento. Dominado por inclinaciones sociales, este líder disfruta de estar rodeado de amigos, pero nunca alcanza un objetivo real. La supervivencia del grupo es el mayor testimonio de su éxito.

Una colonia de pingüinos satisfechos puede ilustrar una iglesia egocéntrica en la que los miembros permanecen aislados y el crecimiento espiritual es mínimo. El ambiente promueve la diversión, la comunidad y la satisfacción, pero carece de un propósito mayor. El pastor quiere que todos se sientan felices y seguros, pero el grupo permanece estancado sin alcanzar la verdadera esencia de una comunidad bíblica vibrante que repercuta en el mundo que la rodea. A pesar de estar rodeado de muchos, el pingüino no expresa un verdadero sentido de trabajo en equipo. Como no hay una visión, se consigue poco y a nadie parece importarle. Para que el pastor “pingüino” contribuya realmente al avance del Reino de Dios, es esencial ir más allá de esta mentalidad de club social y cultivar una visión que apunte hacia el discipulado y la misión. Un enfoque excesivo en mantener a todos contentos puede fácilmente descuidar aspectos fundamentales del liderazgo, como el crecimiento personal y la evangelización. Este estilo de liderazgo, a veces demasiado cauto, tiende a evitar los conflictos en detrimento de la visión, e incluso a esquivar los problemas y desafíos, lo que puede obstaculizar el crecimiento.

El libro de los Hechos retrata a la iglesia apostólica como una comunidad que, si bien era socialmente unida, también estaba intensamente dedicada al crecimiento espiritual. Se cuidaban unos a otros, compartían las comidas, adoraban a Dios y se dedicaban a la oración y a la lectura de las Escrituras. Como resultado, más discípulos se unieron a ellos: “Seguían reuniéndose cada día en el templo. Y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y disfrutando la simpatía de todo el pueblo. Y el Señor agregaba cada día a la iglesia a los que habían de ser salvos” (Hech. 2:46, 47).

Papagayo: líder imitador

El papagayo es uno de los animales más encantadores de la naturaleza, y también un gran compañero, con su hermoso conjunto de plumas de colores y su capacidad única para imitar el habla humana. Los papagayos aprenden a hablar y pueden captar y reproducir sonidos con rapidez.[7] El papagayo gris africano, por ejemplo, es capaz de escuchar conversaciones humanas, discernir el contexto apropiado e incluso mantener un diálogo coherente –por supuesto, dentro de los límites de un ave.[8]

¿Te has preguntado alguna vez por qué los papagayos imitan el habla humana? La respuesta está en su deseo de ser aceptados y llamar la atención. “Pon un loro en una casa humana y tratará de integrarse en la situación como si las personas fueran su bandada”.[9] Con poca (o ninguna) comprensión de las palabras que pronuncia, el loro es esencialmente un perfecto imitador.

Del mismo modo, el pastor “loro” puede caer en la tentación de repetir mecánicamente lo que hacen los demás, pero sin una reflexión profunda y sin buscar entender las cosas por sí mismo. Esto se hace evidente cuando vuelve de un seminario de liderazgo e inmediatamente intenta poner en práctica las últimas y mejores estrategias y programas. Este enfoque rara vez funciona.

Los pastores deberían más bien aprender todo lo que puedan de las iglesias en crecimiento, recoger todos los principios de liderazgo posibles y adaptarlos a su contexto específico.[10] Limitarse a repetir lo que otros han hecho, sin pasar por el necesario proceso de discernimiento y dirección divina, tiende a generar frustración, conflictos y pocos resultados duraderos.

El pastor “papagayo” solo puede reflejar la visión de otro y repetir lo que otros hacen, pero descuida el proceso que conduce a la visión única de Dios para el contexto local. El verdadero éxito se encuentra en la interacción personal del pastor con Dios, que muestra los principios correctos necesarios para su contexto inmediato. Dios ya nos lo ha asegurado: “Yo sé los planes que tengo para ustedes –dice el Señor–, planes de paz y no de mal, para darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11).

Ganso: líder transformador

Dondequiera que los gansos estén, siempre vuelan juntos. Sus formaciones de vuelo en “V” demuestran el valor de la cooperación, lo que les permite viajar hasta un 70 % más lejos de lo que podrían viajar individualmente. Este rendimiento se consigue porque cada ganso genera apoyo para el que va detrás. El ganso líder se enfrenta a una mayor resistencia del aire, mientras que los demás lo animan con constantes graznidos. Cuando el líder se cansa, se retira a una posición más fácil, y otro toma la delantera. Los gansos practican el liderazgo compartido, distribuyendo la responsabilidad entre todos los miembros del grupo. Su cooperación y estímulo mutuo permiten a la formación llegar al destino deseado con menos esfuerzo individual, y el éxito se atribuye al colectivo.[11]

Del mismo modo, el pastor “ganso” debe aplicar los principios del liderazgo compartido, trabajando en unidad con la congregación para lograr un futuro mejor (visión) junto con la congregación. “La unidad es el estado de muchos actuando como uno. Es un atributo de los equipos altamente eficaces, ya sea en el matrimonio, en los negocios, en la iglesia o el gobierno. Sin él, el progreso se detiene”.[12] El líder transformacional ve los cambios necesarios, construye una visión clara y lleva a cabo acciones con el compromiso y la colaboración de todos. No trabaja solo; hay una visión, hay colaboración y hay estímulo mutuo. La colaboración se convierte en su mayor activo. Estos líderes muestran empatía por los miembros de su equipo, cultivan las relaciones y generan confianza con sus liderados.

El liderazgo transformacional desarrolla un entorno en el que se anima constantemente a los seguidores a convertirse en líderes para que puedan contribuir con sus dones a la salud y el éxito del grupo. “El liderazgo transformacional aumenta la motivación, la moral y el rendimiento de los seguidores a través de varios mecanismos: conectando un sentido de identidad personal con la misión colectiva; siendo un ejemplo que inspira, desafiando a los seguidores a asumir mayores responsabilidades, y comprendiendo sus puntos fuertes y débiles para asignarles tareas que maximicen su potencial”.[13] Parafraseando al filántropo Andrew Carnegie, ningún pastor será un gran líder si quiere hacerlo todo él mismo o llevarse todo el mérito.[14]

El pastor transformador demuestra su compromiso diciendo, con su vida y sus acciones: “Seré el primero en avanzar, inspirando al resto de la congregación a hacer lo mismo”.

La sinergia que se genera cuando cada miembro del equipo lidera de manera significativa en beneficio del conjunto se hace eco de la descripción que hace Pablo de la diversidad y la unidad de la iglesia como cuerpo: “Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo” (1 Cor. 12:12). El pastor “ganso” se compromete a garantizar que todas las partes del cuerpo funcionen con excelencia, de acuerdo con sus dones y llamados.

El mejor modelo

Cada estilo de liderazgo tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Sin embargo, los gansos son los mejores modelos de liderazgo transformacional: una visión compartida que implica a todos trabajando en unidad. Cuando un líder transformacional presenta una visión, ya no es solo suya, se convierte en algo sobre lo que los demás pueden decir: “Esta es nuestra iglesia”. Una visión compartida motiva y capacita a las personas para caminar juntas. El mensaje es claro: “Si quieres llegar a donde vamos, súbete a bordo: vayamos juntos”. Nos necesitamos unos a otros para hacer realidad algo realmente significativo para Cristo.

Sobre el autor: Craig Carr es secretario ministerial y director de evangelismo en Nebraska, Estados Unidos. Joseph Kidder es profesor de Teología Pastoral y Discipulado en la Universidad Andrews


Referencias

[1] “Bald Eagle”, Audubon, disponible en: link.cpb.com.br/4b4d21 (consultado el 24/03/2025).

[2] Natalie Wolchover, “What If Humans Had Eagle Vision?”, LiveScience, disponible en: link.cpb.com.br/a899e9 (consultado el 10/4/2025).

[3] “5 Reasons That Make It Difficult to Empower Others to Lead”, Dan Reiland, disponible en: link.cpb.com.br/c193d9 (consultado el 10/4/2025).

[4] Merrick Rosenberg, “Which Bird Are You? Taking Flight With the DISC Styles”, Training, disponible: link.cpb.com.br/a57daa (consultado el 10/4/2025).

[5] Erica Langston y Xander Zellner, “10 Fun Facts About Penguins”, Audubon, disponible en: link.cpb.com.br/420035 (consultado el 10/4/2025).

[6] Steph Yin, “A Lonely Penguin Journeys Cross-Country for Love”, Audubon, disponible en: link.cpb.com.br/78e3d8 (consultado el 10/4/2025).

[7] Ashley P. Taylor, “Why Do Parrots Talk?”, Audubon, disponible en: link.cpb.com.br/26c83f (consultado el 10/4/2025).

[8] Sandra C. Mitchell, “Top 10 Talking Birds”, PetMD, disponible en: link.cpb.com.br/eb9e8d (consultado el 10/4/2025).

[9] Taylor, “Why Do Parrots Talk?”

[10] Christian Schwarz, Natural Church Development: A Guide to Eight Essential Qualities of Healthy Churches (ChurchSmart Resources, 1996)

[11] A ngeles Arrien, “Lessons From Geese”, Organizational Development Network, 1991.

[12] Michael Hyatt, “How to Create the Kind of Team Unity That Drives Results”, Full Focus, disponible en: link.cpb.com.br/8f915a (consultado el 10/4/2025)

[13] Fatmah Hussein Jaafari, “A Theoretical Understanding of Transformational Leadership”, International Journal of Development Research 5 (2019).

[14] “Leadership Quotes”, GovLeaders.org, disponible en: link.cpb.com.br/d38877 (consultado el 10/4/2025).