La importancia de la capellanía, un ministerio que requiere vocación, preparación y presencia
El Ministerio Adventista de la Capellanía fue creado con el propósito de restaurar la integridad de las personas, conduciéndolas a una vida plena en Cristo. Jesús declaró: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Esta promesa salvífica incluye a Dios actuando a través de sus colaboradores en la Tierra, con la misión de bendecir, asistir y aliviar el sufrimiento humano en este mundo marcado por el pecado.
Frente a la creciente complejidad y fragilidad del mundo, este ministerio busca responder a las necesidades actuales, exigiendo vocación, experiencia y preparación adecuadas. Por esta razón, la Iglesia reconoce la importancia del ministerio de la capellanía para los desafíos del tiempo presente.
El término “capellán” proviene del latín cappellani y se refiere a aquellos que ejercen el ministerio, ofrecen apoyo y ayudan al crecimiento espiritual de los demás. Esto incluye, en particular, la atención espiritual y emocional en tiempos de crisis. “La palabra empezó a utilizarse para designar a un clérigo que ejercía como ministro del rey. A diferencia de los sacerdotes, no era responsable de una parroquia, sino de la vida espiritual del rey y su corte. Investido de autoridad eclesiástica, disponía también de una capilla”.[1] Con el tiempo, este concepto hizo que el trabajo de los capellanes se centrara principalmente en los contextos institucionales. Esta visión, con adaptaciones y variaciones, permanece hasta nuestros días en el seno de las iglesias cristianas.
Capellanía adventista
La misión del Ministerio Adventista de la Capellanía es servir y restaurar a las personas, guiándolas al discipulado en Cristo.[2] El trabajo del capellán refleja el ministerio compasivo de Jesús, que se acercó a las personas para satisfacer sus necesidades.
Se espera que estos ministros tengan la sensibilidad necesaria para tratar con las fragilidades humanas, combinada con una formación avanzada que les permita afrontar los desafíos de su misión. Así pues, el capellán actuará como proveedor de atención espiritual, mediador, líder organizativo y especialista en la integración de la misión y el trabajo operativo. Estos aspectos son fundamentales, ya que personas de diferentes culturas y creencias entran en contacto con las instituciones y son atendidas por ellas.
El ministerio de capellanía reconoce que todos los seres humanos tienen una dimensión espiritual, independientemente de sus creencias o prácticas religiosas. Esto requiere que el capellán tenga un corazón dispuesto y desarrolle las habilidades necesarias para atender a las personas respetando su individualidad. En este sentido, la capellanía existe porque “las personas necesitan atención pastoral, aunque no pertenezcan a una iglesia […] y especialmente
cuando atraviesan una crisis”.[3]
La Iglesia Adventista ha trabajado perseverantemente para proporcionar una dirección y un propósito claros al ministerio de capellanía, con el objetivo de prestar un servicio más amplio y eficaz en entornos complejos. El Reglamento de la Asociación General establece: “Todos los capellanes son pastores, aunque no todos los pastores son llamados a ser capellanes. Para ser capellán, un pastor debe tener formación teológica avanzada, experiencia pastoral demostrada por credenciales válidas y respaldo eclesiástico”.[4]
Basándose en esta directriz, la Iglesia Adventista del Séptimo Día considera que la capellanía es un ministerio oficial y especializado que requiere pastores debidamente cualificados.
Perfil del capellán
Actualmente, la División Sudamericana cuenta con una descripción del perfil de los capellanes que trabajan en las áreas de educación y salud. Este perfil tiene en cuenta cinco competencias y 25 indicadores, que establecen un modelo para orientar el plan de desarrollo personal y profesional de estos ministros.
Cada institución o ámbito, con el apoyo de los distintos niveles de la Iglesia, debe esforzarse para que los capellanes se desarrollen de acuerdo con el perfil establecido.
En una ocasión, al escribir al capellán del Sanatorio de Battle Creek, en Estados Unidos, Elena de White hizo hincapié en los siguientes aspectos relacionados con el perfil y las aptitudes que necesitan quienes trabajan en esta área: “Es de gran importancia que el elegido para ocuparse de los intereses espirituales de los pacientes y los auxiliares sea un ser humano de sano juicio y principios firmes, con influencia moral y sepa tratar las mentes. Debería ser una persona experimentada y sabia, afectuosa e inteligente a la vez. Quizá al principio no sea eficiente en todos los aspectos, pero con reflexión honesta y mediante el ejercicio de sus capacidades debería adquirir las cualidades necesarias para esta importante tarea. Para servir aceptablemente en esta función se necesita la máxima sabiduría y amabilidad, además de una integridad inflexible, porque el prejuicio, la intolerancia y el error de cualquier tipo deben ser combatidos”.[5]
La mensajera del Señor continúa su descripción, destacando la importancia de la madurez y la identidad moral del candidato: “Ese puesto no debería ser ocupado por un hombre de temperamento irritable y combativo. Es preciso poner cuidado en no hacer que la rudeza y la impaciencia vuelvan repulsiva la religión de Cristo. Mediante la mansedumbre, la amabilidad y el amor, el siervo de Dios debería representar correctamente nuestra santa fe. Aunque la Cruz nunca debe ser ocultada, también debería presentar el amor inigualable del Salvador. El obrero debe estar imbuido del espíritu de Jesús. Solo así se presentarán los tesoros del alma con palabras que lleguen al corazón de los que oigan. La religión de Cristo, ejemplificada por la vida diaria de sus seguidores, ejercerá una influencia diez veces mayor que el más elocuente de los sermones”.[6]
Capacitación para la misión
En Sudamérica, el Ministerio de la Capellanía cumple su misión prestando servicio en diversas instituciones, con especial atención a las áreas de educación y salud. Actualmente, cerca de 560 capellanes trabajan en colegios y universidades, alrededor de 45 apoyan el trabajo sanitario en hospitales y clínicas, y 10 prestan servicio en otras instituciones.
La Iglesia necesita diferentes dones y aptitudes para cumplir su misión con eficacia. Por esta razón, se necesitan ministerios especializados, capaces de llegar a diferentes grupos en una variedad de entornos, utilizando estrategias adaptadas a diferentes realidades. De este modo, la capellanía amplía el alcance misionero, abriendo caminos y creando oportunidades extraordinarias para el Evangelio en contextos difíciles.
La Iglesia ofrece apoyo y oportunidades de desarrollo a sus capellanes. Los pastores que trabajan en esta área pueden recibir el aval denominacional de la Asociación General, que es el reconocimiento oficial para ejercer este ministerio. Además, tienen acceso a formación continua para mejorar sus habilidades y realizar un trabajo de excelencia.
En Sudamérica, se han formado especialistas en esta área, lo que permite acompañar con mayor eficacia el desarrollo del Ministerio de la Capellanía. Además, se han creado programas de especialización y posgrado, que ofrecen excelentes oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Esto sigue la recomendación hecha por Elena de White: “Nuestras Asociaciones deben tratar de que nuestras escuelas estén provistas de maestros que sean cuidadosos y que tengan una profunda experiencia cristiana. El mejor talento ministerial debiera ser llevado a los colegios”.[7]
Como un ministerio esencial en la misión de la Iglesia Adventista, la capellanía fortalece la atención espiritual y emocional en instituciones educativas, centros de salud y otros contextos. Su compromiso es llevar esperanza y restauración a todos los necesitados, cumpliendo el mandato de Cristo de servir a los demás con amor y compasión. A través del trabajo dedicado de capellanes formados y comprometidos, este ministerio amplía el impacto del Evangelio, llegando a personas a las que a menudo no llegarían los métodos tradicionales. De este modo, el Ministerio de Capellanía sigue siendo un valioso instrumento para dar testimonio del amor de Dios y conducir a más personas a una vida plena en Cristo.
Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la Iglesia Adventista para Sudamérica
Referencias
[1] Luz M. Rivera, Capellanía institucional: Nociones básicas de la capellanía (Abingdon Press, 2010), p. 13.
[2] Reglamentos eclesiásticos-administrativos de la División Sudamericana, sección FA 06 S.
[3] N. Paget y J. McCormack, The work of the chaplain (Judson Press, 2006), p. 5.
[4] General Conference Working Policy, sección FA 30.
[5] Elena de White, Testimonios para la iglesia (APIA, 2007), t. 4, p. 538.
[6] White, Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 539.
[7] Elena de White, El evangelismo (ACES, 2015), pp. 477, 478.
