Hijo de pastor, Joni Roger de Oliveira nació en Belo Horizonte, estado de Mato Groso, en Brasil. Siguiendo los pasos de su padre, estudió teología e inició su ministerio como pastor educativo en una escuela. Más tarde trabajó como pastor distrital y como líder de Ministerio Joven en varias regiones de Brasil, hasta que fue llamado a coordinar el Servicio Voluntario Adventista (SVA) en la División Sudamericana. El pastor Joni creció leyendo historias de misioneros publicadas por las editoriales adventistas, pero no imaginaba que algún día tendría la oportunidad de servir en el extranjero. En 2022, fue invitado a trabajar como secretario asociado y director de la Misión Adventista, del SVA y de los Empleados de Servicio Internacional (ISE) de la División del Sudeste Asiático Pacífico, con sede en Filipinas. Está casado con la profesora Caroline Oliveira y juntos tienen dos hijas: Lisie y Lívia.

¿Cuáles son los principales desafíos y necesidades de la Iglesia Adventista en esta parte del mundo?

Sin duda, los mayores retos son las diferencias culturales, políticas, sociales y religiosas. En este territorio viven 260 millones de musulmanes, 210 millones de budistas, 150 millones de cristianos y unos 6 millones de hindúes, además de practicantes de religiones tribales. Estas tradiciones religiosas están profundamente arraigadas en todos los aspectos de la vida cotidiana. Predicar el evangelio en estos contextos culturales requiere mucha oración, estrategia y un enfoque diferenciado, además de tiempo. En la mayoría de los países de esta región, cambiar de religión se entiende como “dar la espalda” a la familia, los amigos, la sociedad e incluso la propia identidad. En algunos lugares, el converso puede incluso correr el riesgo de morir. Sin embargo, las necesidades espirituales de estas personas son tan reales como en cualquier otra parte del mundo. Por eso, la Iglesia sigue necesitando recursos humanos y financieros, así como personas con mentalidad misionera que puedan servir en diversas áreas. Pero, por encima de todo, la mayor necesidad es la oración.

¿Cómo ha sido dirigir proyectos y voluntarios en un contexto cultural tan diferente?

La experiencia es tan estimulante como gratificante. Es inspirador ver los lugares que antes estaban en tinieblas abriéndose al evangelio gracias al trabajo de los pioneros de Misión Global. Los voluntarios de SVA y otros ministerios de apoyo, como el “Movimiento de los 1000 Misioneros”, la organización filipina SULADS y Misiones Adventistas de Frontera (AFM), forman una poderosa fuerza para la expansión del evangelio en esta región.

¿De qué manera esto ha transformado tu ministerio?

Vivir en un campo de misión extranjera es más una oportunidad para aprender que para ensenar. Las experiencias traen consigo preguntas inevitables que nos permiten autoevaluarnos constantemente. Sería injusto y deshonesto decir que solo aquí he encontrado la felicidad en el ministerio, porque siempre he sido feliz como pastor en todos los lugares donde he servido. Sin embargo, he tenido experiencias que me han aportado una sensación de plenitud como nunca antes había experimentado. Alabo a Dios porque, más que nunca, me ha ensenado quién gobierna realmente su iglesia y quién tiene la última palabra sobre todas las cosas, incluido mi ministerio. Es maravilloso estar en manos del Señor.

¿Cuáles son las principales lecciones que una misión transcultural ofrece a la familia pastoral?

Nunca hemos estado tan unidos como familia como ahora. La distancia de casa, el desafío del choque cultural, aprender un nuevo idioma, echar de menos a la familia y a los amigos, adaptarse a una nueva iglesia, todas estas situaciones sirven tanto para separar a los miembros de la familia pastoral como para unirlos más. Gracias a la bondad de Dios, nos hemos hecho mucho más fuertes en muchos aspectos, especialmente en nuestra vida espiritual. Pero no es fácil, sobre todo cuando se trata de vivir en culturas tan diferentes de la nuestra. Aprendemos a ser más empáticos, porque necesitamos la empatía como nunca. Aprendemos a ser más agradecidos, porque siempre hay alguien a nuestro alrededor que necesita más que nosotros. Aprendemos a ser más pacientes y resilientes; después de todo, muchas cosas no suceden cuando y como queremos. Y, por último, aprendemos a depender más de Dios, porque nos encontramos con cosas que están mucho más allá de nuestra capacidad de resolver.

¿Hay un número significativo de sudamericanos sirviendo como misioneros en las Divisiones Sudasiática y Sudasiática del Pacífico?

Todavía no. Una de las barreras es el idioma, ya que el dominio del inglés es esencial. Sin embargo, la generación actual ha superado esta barrera idiomática. Con la fuerza de la Iglesia en Sudamérica, podemos enviar aún más misioneros a esta parte del mundo. Afortunadamente, en los próximos años, la DSA planea enviar diez familias más a este territorio.

¿Cómo podemos inculcar la visión de que, antes de servir en misiones transculturales, es necesario estar dispuesto a “cruzar la calle”, es decir, a evangelizar a los que están cerca?

Creo que la respuesta a esta pregunta está en entender correctamente lo que significa ser misionero. Esto no depende de la geografía. Elena de White dijo: “Los que quieren ser verdaderos misioneros en los campos extranjeros, deben primero ser verdaderos misioneros en el hogar.” (Mensajes a los jóvenes [ACES, 2013], p. 137). A menudo respondo a los jóvenes que quieren saber cuándo es el momento de servir a Dios en otro país con una pregunta: Si tuvieras la experiencia de ser un misionero transcultural, .te extrañaría tu iglesia? Si la respuesta es sí, ve, y serás una bendición dondequiera que estés.

En el trabajo de nuestras iglesias, escuelas e instituciones, ¿cómo podemos preparar misioneros con una visión más amplia?

Sueno con el día en que veamos, en nuestras iglesias, escuelas e instituciones, momentos planificados de oración intercesora por el campo misionero mundial, y no solo por nuestras comunidades locales. Además, necesitamos mostrar las necesidades mundiales a través de escuelas misioneras (como Send Me) y agencias misioneras (VividFaith, SVA, Adra, AFM, Maranatha, Adventist Health, Adventist Aviation International y muchas otras). Esto llevará a la iglesia a postrarse en oración, clamando por el derramamiento del Espíritu Santo, porque sin él nunca terminaremos la misión que el Señor nos ha encomendado. Elena de White afirmó que “manifestar un espíritu generoso y abnegado para con el éxito de las misiones en el extranjero es una manera segura de hacer progresar la obra misionera en el país propio; porque la prosperidad de la obra que se haga en él depende en gran parte, bajo la dirección de Dios, de la influencia refleja que tiene la obra evangélica hecha en los países lejanos” (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática [ACES, 2015], p. 129). Creo que si trabajamos juntos, veremos el regreso de Jesús en nuestra generación.