Una perspectiva bíblica sobre el misterioso y temido 666

En el capítulo 13 del Apocalipsis se describen dos bestias que emergen del mar y de la tierra respectivamente. Al final de este escenario apocalíptico, aparece una referencia al número de la primera bestia: el 666, un símbolo lleno de misterio. ¿Qué significa este número? ¿Cómo podemos descifrar el enigmático 666? En resumen, hay tres explicaciones principales del significado del número 666: la simbólica, la matemática y la cronológica.[1] Algunos intérpretes lo consideran un símbolo del mal, de imperfección, de lo incompleto o de la corrupción humana. Otros lo ven como una referencia a un líder religioso, un gobernante o una institución poderosa. Otros creen que el número se refiere a la duración del reinado de la bestia.[2] Como este último punto de vista tiene menos apoyo, solo analizaremos los argumentos a favor de las dos principales líneas de interpretación.

Interpretación simbólica

La interpretación simbólica, que ha ganado terreno en las últimas décadas, es adoptada por un número significativo de teólogos. En la tradición judeocristiana, los números tienen significados simbólicos. El número seis se asocia a menudo con lo imperfecto o incompleto, ya que precede al siete, que se considera un número perfecto y símbolo de la Divinidad. Así que el triple seis (666) puede representar una trinidad corrupta, imperfecta o malvada, o incluso la arrogancia del poder humano en oposición a Dios. Sería una expresión de la humanidad intentando elevarse por encima de su naturaleza finita y desafiando la autoridad divina. Dios es 777, el diablo es 666.

Ranko Stefanovic enumera varias razones para rebatir el punto de vista matemático y defender la interpretación simbólica: 1) utilizando la técnica de la gematría, el número de candidatos para el 666 sería ilimitado; 2) Juan no emplea en ningún momento la gematría como método de identificación; 3) a lo largo de su libro, el apóstol no hace referencia a individuos históricos concretos, sino a sistemas políticos o religiosos; 4) si Juan quisiera que el 666 se entendiera contando el valor numérico de las letras, habría indicado la lengua en la que aparece este nombre; y 5) el número de la bestia tiene relevancia en el contexto escatológico, es decir, en el escenario profético del futuro.[3]

En su largo y rico debate sobre el 666, Gregory Beale desarrolla algunos de estos mismos argumentos, además de otros. En su opinión, el gran número de propuestas contradictorias para el número argumenta en contra del método literal de cálculo. Además, según este teólogo, la referencia al nombre del Padre y del Cordero escrito en la frente de los 144.000, en Apocalipsis 14:1, indica un “contraste intencionado” entre el nombre de la bestia y el del Señor. Teniendo en cuenta que el nombre divino simboliza “una realidad puramente espiritual”, esto se aplica también al número de la bestia, que es “sinónimo de su nombre [de la bestia]”.[4]

En esta línea simbólica, se ha apoyado cada vez más la hipótesis de que el número 666 es una referencia a la cantidad de oro que el rey Salomón recibía anualmente en el contexto de su apostasía: 666 talentos (1 Rey. 10:14).[5] Esta hipótesis fue planteada por el Beda el Venerable (c. 673-735), un monje inglés que escribió un comentario sobre Apocalipsis. Tras mencionar los 666 talentos entregados a Salomón, Beda comentó que el “tirano y seductor” (el anticristo) presumiría de recoger para sí lo que en realidad es “un regalo debido al verdadero rey”.[6] El problema es que no hay ninguna referencia explícita (y quizá tampoco ninguna alusión implícita) al oro de Salomón en Apocalipsis 13.

Una interpretación simbólica más prometedora implica el sistema sexagesimal utilizado en Babilonia, con numeración de base 60, ya que el simbolismo de la Babilonia espiritual se presenta en Apocalipsis 14 y 16 al 18. Babilonia utilizaba el número triangular, donde la suma de los triángulos 1-36 = 666. Sobre todo, señaló George Caird, el 666 “es un número triangular, en siniestro contraste con los números cuadrados de los mártires y la ciudad celestial”.[7] El 6 también podría contrastarse con el 7, que aparece en el Apocalipsis en el 63 % de los 108 usos del término en el Nuevo Testamento.

De hecho, algunos términos o conceptos que aparecen en Daniel 3 (en el contexto de la Babilonia histórica) también aparecen en Apocalipsis 13 (en el contexto de la Babilonia espiritual), como “imagen” (Dan. 3:1; Apoc. 13:14), “adoración” (Dan. 3:5; Apoc. 13:8), “60, 6” y “666” (Dan. 3:1; Apoc. 13:18), todos los pueblos (Dan. 3:4, 7, 10; Apoc. 13:8, 16), violencia y pena de muerte (Dan. 3:6, 19, 20; Apoc. 13:7, 15) y liberación de los fieles (tres jóvenes hebreos; los 144.000). “Es posible que Juan también utilizara el ‘método de la magnificación’ y aumentara el número 60 o 6 (Dan. 3:1) a 666 para transmitir el alcance global de la apostasía de la Babilonia espiritual y enfatizar su depravación. El número 666 indica los intentos de las fuerzas del mal de construir un nuevo reino de la Babilonia espiritual en su plenitud/completitud”.[8]

El número de la bestia (666) también podría estar relacionado con el día de adoración y la sumisión al dragón. La humanidad fue creada en el sexto día y descansó en el séptimo como señal de participación en la obra completa y perfecta de Dios. Simbólicamente, el dragón, la bestia del mar y la bestia de la tierra insisten: 666. Dios Padre, Cristo y el Espíritu Santo dan testimonio: 777. Mientras que la tradición humana se inclina por el 6, el Apocalipsis apunta al 7.

Interpretación matemática

La interpretación matemática sugiere que el 666 podría ser una representación numérica de un nombre o título específico, utilizando la práctica de la gematría (en hebreo) o la isopsefía (en griego). Ambos términos describen el antiguo método de asignar valores numéricos a las letras del alfabeto. Esto ha dado lugar a muchas especulaciones sobre quién o qué podría representar el número a lo largo de la historia. “Puede que haya más propuestas sobre el significado del 666 que versículos en el Apocalipsis”, ironizó J. Scott Duvall.[9]

Utilizando este código, algunos interpretan el número 666 como una referencia a sistemas políticos, religiosos o económicos opuestos a los principios cristianos. Por citar un caso, Ubertino de Casale (c. 1259-1330) consideraba al papa Benedicto XI (1240-1304) como el anticristo porque las letras de Benediktos en griego suman 666. Este Papa era enemigo de la orden franciscana, a la que pertenecía Ubertino.[10] Esto demuestra que nuestros sentimientos y emociones pueden influir en la interpretación del 666.

Nadie niega que la gematría, o isopsefía, era conocida y utilizada en la Antigüedad. Como las letras del alfabeto hebreo, griego y latino tenían valores numéricos, alguien podía utilizar un código para referirse a otra persona. Por ejemplo, un grafiti en Pompeya dice: “Amo a aquella cuyo número es 545”. Los Oráculos Sibilinos (5.15-65) identifican a los emperadores romanos por el valor de su letra inicial y se refieren a Nerón como un soberano terrible que tiene la letra 50, el valor de N (5.39‑49). Además, este documento (1.395-402) indica que el valor numérico de “Jesús” en griego es 888.

En el Apocalipsis griego de Baruc (3 Baruc 4:3-7), un dragón bebe de un mar alimentado por 360 ríos, y 360 es el valor numérico de la palabra “dragón” transliterada del griego (drakōn) al hebreo.[11] Curiosamente, cuando la palabra “bestia” en griego (thērion) se translitera al hebreo (trywn; tau = 400; resh = 200; yod = 10; waw = 6; nun = 50), el total es 666. Y la forma genitiva griega de “bestia” (theriou) transliterada al hebreo (tryw) equivale a 616, un número que aparece en algunos manuscritos.

Ireneo (c. 130-202), obispo de Lyon, fue un teólogo contemporáneo de las primeras generaciones de cristianos que trató el tema del 666. Aunque prudente, se inclinó por Teitan, una variante del término Titán, por ser una palabra “compuesta de seis letras, cada sílaba con tres letras”; y mostró simpatía por Lateinos (latino/romano), por ser una referencia al último reino mencionado por Daniel.[12]

Para aplicar el 666 a Nerón mediante el método de la gematría, los comentaristas transliteran al hebreo la forma griega Nerōn Kaisar (Nerón César). Algunos atribuyen el enigmático 666 a Nerón con gran convicción. El respetado teólogo Richard Bauckham sentenció: “La gematría no se limita a afirmar que Nerón es la bestia; demuestra que lo es”.[13]

Aunque la hipótesis que equipara a Nerón con el número 666 es casi un consenso entre los eruditos bíblicos preteristas,[14] hay muchos problemas con ella. Para empezar, los proponentes no utilizan la palabra “Nerón”, sino Nerōn Kaisar, y no en latín o griego, sino transliterado al hebreo. ¿Cómo entenderían muchos lectores el cálculo en hebreo? Además, esta interpretación no formaba parte del repertorio de los primeros comentaristas. Por no mencionar que la figura de Nerón es demasiado pequeña para ajustarse a la descripción del Apocalipsis. Además, el emperador vivió antes de que Juan escribiera el Apocalipsis, mientras que la descripción de Apocalipsis 13 sitúa a la bestia en el futuro. El mito de que Nerón era una bestia que volvería como el anticristo (Nero redivivus) estaba muy extendido en la Antigüedad, pero carece de apoyo bíblico.[15]

Otra interpretación popular entre los protestantes del pasado y muchos adventistas es el uso de la gematría para interpretar el título papal Vicarius Filii Dei (Vicario del Hijo de Dios). Esta interpretación fue propuesta por primera vez en el siglo XVII por el erudito alemán Andreas Helwig (1572-1643).[16] La gematría aquí es la suma de los valores numéricos de las letras latinas: V = 5; I = 1; C = 100; A = 0; R = 0; I = 1; U = 5; S = 0 // F = 0; I = 1; L = 50; I = 1; I = 1 // D = 500; E = 0; I = 1. Total = 666.

Uriah Smith fue el primero en proponer esta interpretación entre los adventistas, en un artículo de 1866.[17] En 1874, escribió: “El papa lleva en su corona pontificia, en letras enjoyadas, este título: Vicarius Filii Dei, ‘Vicegerente del Hijo de Dios’. El valor numérico de este título es exactamente seiscientos sesenta y seis. La suposición más plausible que hemos visto sobre este punto es que aquí encontramos el número en cuestión. Es el número de la bestia, el papado; es el número de su nombre, pues lo adopta como título distintivo; es el número de un hombre, pues quien lo lleva es el ‘hombre de pecado’ ”.[18]

En sintonía con su perspectiva historicista, el teólogo Norman Gulley argumentó que el número está asociado a las actividades, identidad y nombre de la primera bestia, y es el número de un hombre, “que representa el sistema del papado”. Para formular su tesis, apeló al título papal Vicarius Filii Dei y anticipó posibles objeciones.[19] Gulley sabe, por supuesto, que el número por sí solo no prueba nada, pero lo utiliza en el contexto de la interpretación historicista, que ve en el sistema papal a la primera bestia de Apocalipsis 13.

Esta interpretación ha sido desacreditada por algunos teólogos adventistas en las últimas décadas, incluso en la Lección de Escuela Sabática,[20] pero ha obtenido un nuevo apoyo basado en descubrimientos de documentos que confirman el uso del título por los papas.[21] El uso de Vicarius Filii Dei como posible explicación del número 666 aparece en el artículo en línea de la Enciclopedia Adventista, junto a “un triple seis indicativo de una trinidad satánica”.[22]

En 2021, el Instituto de Investigación Bíblica publicó un artículo explicando que la Iglesia Adventista no tiene una posición oficial sobre esta cuestión, pero convive con estos dos puntos de vista. Por una parte, “no se nos dice que 666 sea la suma del valor numérico de las letras de un nombre”, pero por otra, “el texto griego es literalmente 600 + 60 + 6, no tres seises o un triple seis”. En cualquier caso, reconoce el artículo, hay muchas pruebas en el texto y en la historia que identifican a la primera bestia de Apocalipsis 13 con el papado, independientemente de cómo se entienda el 666.[23]

“El número 666 es tan peculiar que habría que resistirse al deseo de convertirlo en el nombre de una persona”, reflexiona Sigve Tonstad. “El llamado a ‘contar’ o ‘calcular’ se entiende mejor en un nivel superior de abstracción”.[24] Tal vez.

Evaluación

Aunque la marca de la bestia, mencionada siete veces en el Apocalipsis (13:16, 17; 14:9, 11; 16:2; 19:20; 20:4), puede identificarse con certeza como una oposición al sello de Dios, no ocurre lo mismo con el número de la bestia, que es mucho más difícil. Sin embargo, el texto presenta algunos indicios.

Para empezar, el número se refiere a la primera bestia, no a la segunda, y “representa su nombre” (Apoc. 15:2, NTV). Teniendo en cuenta que la persona identificada con el sistema del dragón es la que “tiene la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre” (13:17), el “nombre de la bestia” equivale al “número de su nombre”. Así que Juan podría estar atribuyendo al nombre “bestia” el código 666, que, como se ha dicho, se produce si se translitera la palabra thērion al hebreo.

Juan añade que 666 es “número de hombre” (Apoc. 13:18). La palabra anthrōpos (sin el artículo), utilizada aquí, puede significar ser humano, humanidad, hombre, persona o, incluso, una “realidad humana”, en contraposición a la dimensión divina.[25] Dos biblistas observaron: “A pesar del lenguaje de Apocalipsis 13:17, no está del todo claro que Apocalipsis 13:18 requiera que el número sea el nombre real de un individuo”.[26] Esto es cierto. Por otra parte, debemos considerar el uso del verbo “contar”.

El texto dice: “El que tenga entendimiento, cuente el número de la bestia” (13:18). “Entendimiento” se refiere a la sabiduría que procede de Dios, implica una evaluación cuidadosa y es esencial en el contexto escatológico. El verbo psēphizō, utilizado solo aquí (psēphisatō) y en Lucas 14:28 (psēphizei), significa “calcular”, “contar”, “computar” o “evaluar”. El verbo procede del sustantivo femenino psephos (“guijarro”, “piedrecilla”), que significa usar pequeñas piedras para contar o calcular algo, votar o echar suertes.

También conviene recordar que el “número” es seiscientos sesenta y seis (hexakosioi hexēkonta hex, 600 + 60 + 6), en el sentido de un único número, y no 6 (hex), 6 (hex), 6 (hex), como si se tratara de una secuencia de tres 6 separados. Esto no resta valor al significado simbólico, pero da peso a la lectura matemática. Además, algunos manuscritos expresan el número 666 utilizando tres letras griegas seguidas de un acento o con un guion encima para indicar su uso numérico.

En resumen, las interpretaciones simbólicas nos sitúan en un terreno más seguro, pero pueden no ser tan técnicas ni completas. Juan parece apuntar a algo concreto cuando hace hincapié en contar el “número”. Lo cierto es que, por el momento, ninguna solución es concluyente al cien por cien. Si el número de la bestia representaba un código comprensible para el público original, es un enigma para el público actual.

Cualquiera que sea la interpretación que se adopte, el número está vinculado a la arrogante y blasfema bestia híbrida de león, oso y leopardo formada por el ADN de los animales de Daniel 7. Esta bestia imperial de siete cabezas ya se ha manifestado a lo largo de la historia, pero cuando la cabeza herida de muerte esté completamente curada, su instinto de arrogancia, blasfemia y violencia volverá intensificado. Para descifrar el 666, debemos tener en cuenta la información proporcionada por el propio autor. El código es solo un detalle que ayuda a confirmar el universo simbólico que retrata. Y nadie debe olvidar que la realidad detrás de las bestias de Apocalipsis 13 es el dragón. Por eso el número se refiere en última instancia al sistema del dragón, el anticristo de anticristos que se manifestará al final.

No debemos ser dogmáticos, porque existe el riesgo de equivocarnos y desacreditarnos. Lo más seguro es observar el cumplimiento de esta profecía al final de los tiempos, cuando el código se hará más evidente. El pueblo de Dios necesita tener sabiduría para discernir la realidad e interpretar los acontecimientos apocalípticos, siempre con equilibrio, fidelidad al texto y lealtad al Cielo.

Sobre el autor: Editor emérito de la CPB


Referencias

[1] Gregory K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text (Eerdmans, 1999), p. 718.

[2] Los Oráculos Sibilinos (8.195-198 [trad. E. Suárez de la Torre]) convierten “Roma” en números para indicar el total de años antes de su caída.

[3] Ranko Stefanovic, Revelación de Jesucristo: Comentario del libro del Apocalipsis (Andrews University Press, 2013), p. 424.

[4] Beale, The Book of Revelation, p. 721.

[5] Cf. Keith Bodner y Bent A. Strawn, “Solomon and 666 (Revelation 13.18)”, New Testament Studies 66 (2020), pp. 299-312.

[6] Beda, Commentary on Revelation, ed. por Faith Wallis (Liverpool University Press, 2013), p. 206.

[7] George B. Caird, A Commentary on the Revelation of St. John the Divine (Harper & Row, 1966), p. 176.

[8] Bohdan Kuryliak e Ihor Kuryliak, “Number 666 in Revelation 13:18 in the Light of Daniel 3”, ponencia presentada en el Biblical Apocalyptic Study Group, el 3 de marzo de 2024. Cf. Carlos Olivares, “Elementos para descifrar el 666: Una propuesta”, DavarLogos 8, no 1 (2009), pp. 31-58.

[9] J. Scott Duvall, Revelation (BakerBooks, 2014), p. 198.

[10] David A. deSilva, Discovering Revelation: Content, Interpretation, Reception (Eerdmans, 2021), p. 136.

[11] Dennis E. Johnson, Triumph of the Lamb: A Commentary on Revelation (P&R Publishing, 2001), p. 192.

[12] Ireneo, Contra las herejías, 5.30.1-3.

[13] Richard J. Bauckham, The Climax of Prophecy: Studies in the Book of Revelation (Cambridge University Press, 1993), p. 389.

[14] Filóstrato, Vida de Apolonio 4.38; Beale, The Book of Revelation, p. 719.

[15] Cf. Sigve K. Tonstad, “Appraising the Myth of Nero Redivivus in the Interpretation of Revelation”, Andrews University Seminary Studies 46 (2008), pp. 175-199.

[16] Andreas Helwig, Antichristus Romanus ex proprio suo nomine proditus (Litteris Ferberianis, 1630).

[17] Uriah Smith, “The Two Horned Beast”, Review and Herald, 20 de noviembre de 1866, p. 196.

[18] Uriah Smith, The United States in the Light of Prophecy (Steam Press of Seventh-day Adventist Publishing Association, 1874), p. 158.

[19] Norman R. Gulley, Systematic Theology: The Church and the Last Things (Andrews University Press, 2016), pp. 533-537.

[20] Cf. Angel Manuel Rodríguez, Great Apocalyptic Prophecies, Adult Sabbath School Study Guide (Pacific Press, 2002), p. 86. La lección favorece la interpretación simbólica, en el sentido de una “rebelión intensificada, usando tres veces el seis, e independencia total de Dios” (p. 86).

[21] Cf. Edwin de Kock, The Truth About 666 and the Story of the Great Apostasy (edición del autor, 2011), en especial una lista de documentos católicos que contienen el título Vicarius Filii Dei en las páginas 791-793. Hay también dos bulas del papa Paulo VI publicadas en la década de 1960 que han sido usadas como evidencias del uso de Vicarius Filii Dei: “Rivi Muniensis (9 de agosto de 1965)” (link.cpb.com.br/01324a) y “Bafianae (11 de enero de 1968)” (link.cpb.com.br/ace12e); consultado el 7/5/2024.

[22] Edwin de Kock, “The Number of the Beast”. Disponible en: link.cpb.com.br/d28ce3; consultado el 7/5/2024.

[23] Biblical Research Institute, “Answers to Questions on the Mark of the Beast and End Time Events”. Disponible en: link.cpb.com.br/c3cc9a; consultado el 7/5/2024.

[24] Sigve K. Tonstad, Revelation (Baker Academic, 2019), p. 198.

[25] Francis J. Moloney, The Apocalypse of John: A Commentary (Baker Academic, 2020), p. 210.

[26] Keith Bodner y Brent Strawn, “Solomon and 666 (Revelation 13.18)”, New Testament Studies 66, no 2, p. 302.