Pregunta 24 — Continuación

“Continuo” —Servicio continuo del santuario. Daniel 8:11-14 se relaciona con el santuario: con sus servicios diarios, la aflicción y la reparación. El término colectivo empleado comúnmente para designar las diversas partes- de los servicios cotidianos —las ofrendas, el incienso, las luces, etc. es tamid, que significa “continuo” o “regular”. (Véanse Éxo. 29:42; 30:7, 8; Lev. 24:2). Y tamid es la palabra que en Daniel 8:11, 12, 13; 11:31 y 12:11 se ha traducido como “continuo”. En todos los casos la palabra sacrificio ha sido añadida por los traductores. A primera vista esto podría no parecer justificable. Pero cuando se recuerda que los sacrificios de la tarde y la mañana señalaban las horas vespertina y matutina de la oración, incienso y sacrificio, resulta evidente que el término “sacrificio”, aunque haya sido añadido por los traductores no es del todo inadecuado. Los eruditos sostienen que en la literatura rabínica, los sacrificios de la tarde y la mañana se los designa similarmente por el término tamid, expresado solo, tal como en el texto hebreo de Daniel.

En vista de estos hechos, la palabra “tarde” podría entenderse adecuadamente como significando “[sacrificio de la] de”, y “mañana” como “[sacrificio de la] mañana”, los cuales reunidos constituyen un ciclo completo del ritual del santuario diario, “regular” o “continuo”. Obviamente se los emplea para indicar que ésta es la visión concerniente al santuario. Así, cuando el ángel habló de 2.300 “tardes y mañanas”, naturalmente Daniel habría entendido 2.300 unidades de tamid, cada una de las cuales estaba formada de un “[sacrificio de la] tarde” y de un “[sacrificio de la] mañana”. No habría pensado en la mitad de ellos como “tarde” y en la otra mitad como “mañana”, sumando solamente 1.150 unidades completas, o días. En consecuencia, la traducción “dos mil y trescientos días” refleja muy apropiadamente el sentido de la construcción hebrea y el contexto.[1]

En adición a las razones anteriores, que son primordiales, reconocemos como evidencia sustentadora el hecho de que la Septuaginta —la traducción más antigua de Daniel y la traducción de Teodocio, realizada cuatro siglos después, colocan la palabra “día” inmediatamente a continuación de las 2.300 “tardes y mañanas” para indicar la intención. La expresión “días” se utiliza igualmente en la Vulgata y en la versión siriaca. También en la versión alemana de Lutero. Es asimismo la traducción consecuente de los expositores judíos de la era cristiana, como también de cientos de exégetas cristianos antiguos y recientes. La Versión Autorizada, o del Rey Jaime, en forma similar traduce “días” en el texto y coloca “tardes y mañanas” en el margen, pero retiene “la visión de las tardes y mañanas” en el vers. 26. Albert Barnes representa a muchos comentaristas populares cuando hace notar que “no puede haber duda, sin embargo, que esto [tarde y mañana] se refiere a un día” (Notes on Daniel, Dan. 8:14).

8. Vindicación en el juicio celestial. A la luz de lo que hemos dicho, creemos que el “santuario” presentado en Daniel 8:11-14 no podría referirse solamente al templo de Jerusalén. El santuario que se purificaría al final de los 2.300 días es, entendemos, el santuario que está en el cielo, “que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:2), y del cual nuestro Señor Jesucristo triunfante, resucitado y vuelto al cielo es el Sumo Sacerdote (Heb. 8:1). Es ese “templo de Dios” que el profeta vio en el cielo. (Apoc. 11:19; 15: 5.) Este, creemos, es el templo que no sólo ha de ser “purificado” (Dan. 8:14), sino también “justificado”, “puesto en orden”, “vindicado”, como se verá más adelante.

Los servicios simbólicos del santuario terrenal servían como “figura y sombra de las cosas celestiales” (Heb. 8:5). En el tabernáculo del desierto y posteriormente en el templo, había servicios diarios y servicios anuales. Y entendemos que la obra de Cristo, después de su ascensión y en su instalación como sumo sacerdote celestial, estaba simbolizada por el servicio continuo en el santuario terrenal. Esta era la primera fase de su ministerio celestial, en el que mediaba y aplicaba el sacrificio expiatorio realizado en la cruz.

Este servicio diario del santuario celestial, que implicaba los sacrificios de la mañana y la tarde —el tamid (hebreo), o “continuo”— simbolizaba adecuadamente la eficacia continua del sacrificio de Cristo nuestro Señor, realizado en la cruz del Calvario. El Cristo resucitado, nuestro sumo sacerdote ministrador, “viviendo siempre para interceder” por nosotros (Heb. 7:25). Por esto entendemos que su ministerio celestial es la mediación de su expiación completa y siempre eficaz, que realizó y completó en la cruz en favor del hombre, aplicando esa expiación al pecador individual cuando acepta a Cristo como su Salvador personal.

Pero el servicio anual del Día de Expiación (descripto en Levítico 16) simbolizaba la segunda y final fase del ministerio de Cristo como sumo sacerdote, una obra que implicaba juicio. Y creemos que ahora vivimos en ese tiempo de juicio. Debería añadirse que, en armonía con el concepto arminiano de responsabilidad personal delante de Dios, nuestra comprensión de las Escrituras nos conduce a creer que el registro de la vida de cada individuo será examinado, y se pronunciará sentencia de juicio en cada caso en consideración. (Esto se analiza in extenso en la Pregunta 36.)

Este juicio final no sólo implica el veredicto de todos los casos que se presentan ante el tribunal de Dios, sino que resulta en la justificación del carácter de Dios delante de todos los seres inteligentes del universo. Demuestra por toda la eternidad la falta de fundamento y la falsedad de las acusaciones de Satanás contra el carácter y el gobierno de Dios, y la justicia y la equidad de Dios al decidir que los que han aceptado las provisiones de la redención serán los ciudadanos de su reino eterno y que todos los pecadores impenitentes serán excluidos. El propósito del juicio, por supuesto, no es informar a Dios, sino satisfacer para siempre las mentes de todos los seres creados, los ángeles y la humanidad.

El veredicto universal será: “Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos” (Apoc. 15:3). “Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas” (Apoc. 16:5). Y “ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos” (Apoc. 16:7). Así será como mediante los veredictos del juicio del santuario celestial será vindicado para siempre el carácter de Dios, como la culminación de la “hora del juicio” (Apoc. 14:7).

  • Intención del término “purificado”. El significado de varios términos empleados por los traductores para indicar la plena intención de la “purificación” (hebreo, tsadaq) del santuario celestial (Dan. 8: 14), no debería perderse de vista. Once traducciones diferentes aparecen en las traducciones comunes de diversos países. Son: (a) “Purificado” (Septuaginta, Rheims-Douay, Moulton, Boothroyd, Spurrell, Martin, Vulgata, Harkavy, Ray, Knox, Noyes, Francesa —Osterwald, Segond y Lausanne—, Rey Jaime y A. R. V.); (b) “ser justificado” (Leeser, Sawyer, A. R. V. margen, Rey Jaime margen); (c) “ser victorioso” (Margolis); (d) “ser ordenado” (Smith-Goodspeed); (e) “[ser] declarado recto” (Van Ess); (h) “ser restaurado” (Moffatt); (i) “ser santificado” (Fenton); (j) “ser vindicado” (Rotheram); y (k) “ser consagrado” (Lutero). Véase Problems in Bible Translation, págs. 174, 175, Review and Herald.

Los lexicógrafos clásicos están de acuerdo en traducir tsadaq como “ser justo”. El Lexicón de Gesenius (ediciones de Brown, Driver y Briggs) añade: “Poner derecho”, o “ser puesto en condición correcta”. Y la R. S. V. (Versión Standard Revisada) traduce la frase: “Entonces el santuario será restaurado a su estado correcto”. La traducción “purificar” evidentemente ha sido tomada de la Septuaginta (katharis- thesétai), seguida por la Vulgata (mundabitur). Reconocemos que la justificación y la vindicación del santuario levítico se cumplía mediante los servicios del Día de la Expiación, cuando el santuario era purificado de toda contaminación. (Lev. 16:16.)

Sin embargo, esta purificación estaba definidamente incluida, porque en Levítico 16:16 se hacía una “expiación”, en este sentido, para los israelitas, debido a su “impureza”. En ese día se quitaban “todas las iniquidades de los hijos de Israel” (vers. 21). Lo simbolizado de ese servicio, creemos, se encontrará en relación con el ministerio de Cristo en el santuario celestial, y esto resulta evidente según Hebreos 9:23: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas [katharízo] así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos [el del Cordero de Dios]”.[2]

Tal es nuestra comprensión de los conceptos más amplios del gran plan de Dios de salvar a los hombres, como está revelado en Daniel 8, porque desde la muerte de nuestro Señor, la resurrección y la ascensión, el santuario celestial es ahora el centro de la maravillosa obra intercesora de Cristo. El santuario terrenal, con sus símbolos y figuras ha quedado atrás. Pero en el cielo, Cristo lleva a cabo su obra de mediación que culmina con la obra del juicio. Por lo tanto concluimos que su mediación abarca tanto el ministerio del sacrificio expiatorio del Calvario para cada alma que acepte las provisiones de su gracia, como la eliminación final del pecado del universo de Dios. Así este ministerio, creemos, conducirá a la destrucción de todo lo que se relacione con el mal Satanás, su autor, y sus cohortes (Mat. 25:41; Heb. 2:14), la muerte (1 Cor. 15:26), y las obras del diablo (1 Juan 3:8; véase Apoc. 20:10, 14).


Referencias

[1] Concordamos en esto con el Dr. Edward J. Young, profesor de Antiguo Testamento en el Seminario Teológico de Westminster (The Prophecy of Daniel, pág. 174; 1949), quien sostiene la posición de los días completos:

“Significa 2300 días. Esta interpretación aparece en las versiones griegas, Jerónimo, la mayor parte de los expositores protestantes y la A. V. [K. J. V.], y parece que es correcto…

“No hay apoyo exegético para la posición de que la frase tarde y mañana significa que las tardes y las mañanas deben contarse separadamente, formando así 1.150 tardes y 1.150 días”.

Comentando acerca de la expresión paralela “cuarenta días y cuarenta noches”, de Gén. 7:4, 12; Exo. 21:18 y 1 Rey. 19:8. Young sostiene que no significa veinte días y veinte noches. Y los tres días y las tres noches de Jonás 1: 17 no se toman como un día y medio.

Keil declara: “Por lo tanto debemos tomar las palabras como son, i.e., entenderlas como 2.300 días completos” (C. F. Keil y F. Delltzsch, Bible Commentary on the Old Testament, The Book of Daniel the Prophet, pág- 304)- ,

El Dr. Herbert C. Leupold, profesor de Exegesis del Antiguo Testamento, Seminario de la Universidad Capital (Exposition of Daniel, pág. 354, 1949), también sostiene la interpretación del día de 24 horas:

“Tenemos aquí uno de los mayores enigmas de todo el libro: ¿Qué significan las ‘dos mil y trescientas tardes y mañanas’? La expresión compuesta es tan inusitada que deja perplejo al lector. Además, en el vers. 26 la expresión equivalente inserta una ‘y entre ‘tarde’ y ‘mañana’ y prefija el artículo a cada una de estas palabras. Por lo tanto, el vers. 26 se lee: ha ‘erebh wehabboqer; y el vers. 14: ‘erebh, boqer. Sin embargo, ambos se refieren al mismo período de tiempo. Aunque no podemos citar otro paralelo hebreo, el griego sugiere algo análogo, es decir, la palabra nuchthémeron, que significa ‘una noche y un día’ (2 Cor. 11:25) en el sentido de un período de 24 horas. Esta es la interpretación más sencilla y más factible”.

[2] Brooke Foss Westcott (Epistle to the Hebrews, pág. 270; 1892) hace este significativo comentario sobre Heb. 9:23: “El hecho de que tal modo de purificar mediante sangre fuese prescripto para los instrumentos materiales de culto llevaba implícita la inevitable consecuencia de que una purificación análoga y más noble debería ser provista para los prototipos divinos”. “Toda la estructura de la sentencia requiere que ‘purificado’ se supla trasladándolo de la primera cláusula a la segunda”.