Unos pocos de nuestros ministros, al refutar el argumento según el cual Hechos 20:7-11 prueba que los cristianos observaban el domingo como día sagrado en los tiempos apostólicos, han negado —a veces en artículos publicados— que Pablo y los creyentes de Troas participaron de la comunión, o Cena del Señor, en aquella ocasión. A pesar de la sinceridad con que puedan haber presentado este contra argumento, el tal es erróneo desde el punto de vista de las enseñanzas adventistas. Por esto nos parece oportuno advertir a nuestros obreros de que tal posición no sólo es insostenible, sino que también puede ser comprometedora para quienes la asuman y para la causa que representan.
Durante muchos años la Iglesia Adventista ha enseñado que Pablo y los creyentes de Troas participaron de la Santa Cena en la ocasión a la que se refiere Hechos 20:7-11. Por ejemplo, en el libro Sketches From the Life of Paul, escrito por Elena G. de White y publicado en 1883, leemos en la pág. 197:
“Participaron de la comunión, y luego Pablo continuó su discurso hasta el amanecer”.
En Los Hechos de los Apóstoles, de la misma autora, y publicado en 1911, leemos en la pág.391:
“Participaron en la comunión, y entonces Pablo ‘habló largamente, hasta el alba’”.
Las expresiones “partir el pan” (vers. 7), y “partido el pan y comido” (vers. 11), no necesitan limitarse por interpretación para atribuirles el mero significado de una comida común. Es cierto que en Lucas 24:30, 35, las expresiones “tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio” y “partir el pan”, se refieren a “una sencilla cena” (El Deseado, pág. 730), o una “comida común” (The Spirit of Prophecy, tomo 3, pág. 213). Posiblemente tal fue el caso de Hechos 2:42 y 46. Por otra parte, expresiones tales como “tomó pan”, “lo partió”, “comiereis este pan”, “coma así del pan”, de 1 Corintios 11:23, 24, 26-28. se refieren al acto de tomar “la Cena del Señor” (vers. 20). En Hechos 20:7-11 tenemos un relato de una reunión religiosa, en la cual “Pablo les enseñaba” (vers. 7), lo cual indica que no se trataba de una reunión en la que se participaba de una comida común.
Sin embargo, al conceder la razón a nuestros opositores de que Pablo y los creyentes de
Troas participaron de la Cena en ese primer día de la semana mencionado en Hechos 20:7-11, no les proporcionamos ventaja ni debilitamos nuestra defensa. Las Sagradas Escrituras no limitan la participación de la Cena del Señor a un día particular de la semana. Ciertamente no mencionan ningún caso en el cual se haya efectuado en sábado, séptimo día de la semana.
Si se quisiera tomar un ejemplo del Nuevo Testamento como un precedente legal que señalara el día de la semana en el cual los cristianos deberían participar de la Cena, por cierto que tendría que ser uno establecido por Cristo y sus doce discípulos cuando instituyó la Cena del Señor, y todos participaron de ella juntos. La mayoría de los cristianos de la actualidad concuerdan en que Cristo y los apóstoles participaron de la Cena en la noche anterior a su crucifixión, es decir la noche de un jueves según el cómputo moderno del tiempo. Sin embargo, los propiciadores de un día particular para tomar la Cena del Señor jamás citan el ejemplo dado por Cristo y sus apóstoles como prueba de que hay que santificar el día jueves.
¿Qué conclusión podemos extraer de todo esto? Es la ‘siguiente: tenemos un caso registrado en el cual la Cena del Señor se tuvo en un jueves, y otro caso en el cual se tuvo en un domingo, todo lo cual muestra que la participación en la Cena no estaba limitada ni por la ley ni por el ejemplo a ningún día en particular.
Además, si el ejemplo de Cristo a sus apóstoles, y el de Pablo y los creyentes de Troas han de tomarse como ley divina que indique el tiempo específico cuando hay que tomaría Cena del Señor, entonces los cristianos deberían tomarla únicamente en la noche, y nunca en el día, porque en ambos casos los creyentes primitivos participaron de la Cena en la noche.
Cuando Cristo instituyó la Cena del Señor, les dijo a sus discípulos: “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). Pablo, en su comentario, cita al Señor como habiendo dicho: “Haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Cor.11:25). Pero al decir esto, el Señor no dijo cuándo, o en qué día particular de la semana debía hacerse. Y el apóstol dice: “Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (vers. 26). Vemos así que ni Cristo ni los apóstoles ordenaron que la Cena del Señor debía celebrarse en un día definido de la semana. Puede tomarse todas las veces que se desee, y en las ocasiones que se consideren apropiadas para hacerlo.
Por lo tanto, a la luz de esto, la conclusión de que el domingo es un día santo y que debe observarse como tal porque Pablo y los creyentes de Troas participaron de la Cena del
Señor durante un servicio religioso de despedida celebrado un domingo de noche (según el cómputo del tiempo en los días de los apóstoles), es insostenible. Lucas, al dar cuenta de esa ocasión, hace referencia al tiempo diciendo simplemente “el primer día de la semana”, al cual no llama día de reposo ni día del Señor, ni lo considera sagrado ni bendito, y acerca del cual no registra ni se refiere a ningún mandamiento para su observancia.
Sobre el autor: Redactor del Índice de los Escritos de E. G. de White