Los adventistas creemos que la tierra fue creada aproximadamente seis mil años atrás[1], pero sin intentar señalar una fecha exacta. Consideramos la tierra como un “pequeño mundo” [2] una “motila del mundo” [3] y “pequeño átomo del universo”[4] “Este mundo es apenas un átomo insignificante en el vasto dominio sobre el cuál Dios gobierna”[5]Además de nuestro propio planeta, existen “mundos innumerables”[6]. “millones de mundos”[7], “mundos sin cuento”[8], “innumerables mundos”. [9]

 Además, creemos que la tierra existió por voluntad divina, según se declara en Génesis 1 y no a través de un largo proceso de evolución como suponen algunos hombres de ciencia. Nuestro punto de vista se expone como sigue:

  “La teoría de que Dios no creó la materia cuando trajo el mundo a la existencia carece de fundamento. En la formación de nuestro mundo. Dios no recurrió a la materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas, materiales o espirituales, se presentaron delante del Señor Jehová al mando de su voz, y fueron creadas para su propia finalidad. Los cielos y toda su hueste, la tierra y todas las cosas que en ella hay, no sólo son la obra de su mano; tuvieron existencia por el aliento de su boca. “Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía” (Heb. 11:3). “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca… Él dijo y fue hecho; él mandó, y existió’ (Sal. 33:6-9).[10]

 “En la creación de la tierra, nada debió Dios a la materia preexistente. ‘Él dijo, y fue…; él mandó, y existió” (Sal. 33:9). Todas las cosas, materiales o espirituales surgieron ante el Señor Jehová cuando él habló, y fueron creados por su propio designio. Los ciclos y. todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, surgieron a la existencia por el aliento de su boca”.[11] “La idea con que muchos tropiezan, de que Dios no creó la materia cuando trajo el mundo a la existencia, limita el poder del Santo de Israel”.[12] “En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia”.[13]

 Sin embargo, al creer que la tierra y los otros mundos fueron creados por la voluntad divina, los adventistas no enseñamos que todos los cuerpos del universo estelar fueron creados al mismo tiempo que la tierra. Es decir, no sostenemos que todo el resto del universo fue formado durante los seis días de la creación de la tierra, según el relato de Génesis 1. En nuestro pensamiento, la vasta expansión del espacio que ahora contiene innumerables estrellas y otros cuerpos celestiales no estaba vacía cuando nuestro pequeño mundo fue hecho.

 En un artículo aparecido en The Ministry, con el título de “¿Cuándo ocurrió la caída de Satanás?”[14], se decía que la rebelión de Lucifer comenzó mucho antes de que la tierra fuera creada, y que su expulsión del ciclo ocurrió no mucho antes de ello. Es nuestra creencia que el plan de Lucifer consistía en inducir a los habitantes de los muchos mundos a unirse a su rebelión.

 Las preguntas que Dios le formuló a Job indican que ya existían otros cuerpos celestes cuando fue creada la tierra. Le dijo al patriarca: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (Job 38:4-7). Esta mención de las “estrellas… del alba” que se regocijaban cuando la tierra era creada, ciertamente implica que eran mundos habitados que existían antes del nacimiento de nuestro planeta.

 Satanás, al planear la revuelta contra Dios antes de la creación de esta tierra, no pensó en limitar la rebelión únicamente a los ángeles. Había tomado en cuenta a, los muchos mundos que Dios había hecho. Aunque no publicó abiertamente sus propósitos, Lucifer dijo en su corazón: “Subiré al ciclo, en lo ‘alto junio a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio” (Isa. 14:13). Así el príncipe del mal planeaba establecer un gobierno independiente de Dios y ejercer su autoridad sobre los cuerpos celestiales llamados “las estrellas”.

 “Abandonando su lugar en la inmediata presencia del Padre. Lucifer salió a difundir el espíritu de descontento entre los ángeles. Trabajó con misteriosa reserva, y por algún tiempo ocultó sus verdaderos propósitos bajo una aparente reverencia hacia Dios. Principió por insinuar dudas acerca de las leyes que gobernaban a los seres celestiales, sugiriendo que aunque las leyes fuesen necesarias para los habitantes de los mundos, los ángeles, siendo superiores, no necesitaban semejantes restricciones porque su propia sabiduría bastaba para guiados”.[15]

 “El gobierno de Dios incluía no sólo los habitantes del cielo sino también los de todos los mundos que había creado; y Lucifer llegó a Ja conclusión de que si pudiera arrastrar a los ángeles celestiales en su rebelión, podría también arrastrar a todos los mundos”.[16]

 Esta es una parte de la respuesta a la pregunta: “¿Por qué Dios no destruyó a Lucifer inmediatamente después de iniciada su rebelión?” “Por no estar los habitantes del cielo y de los mundos preparados para entender la naturaleza o las consecuencias del pecado, no podrían haber discernido la justicia de Dios en la destrucción de Satanás”.[17]

Aunque no fue destruido. Satanás fue arrojado del cielo. Esta expulsión ocurrió con anterioridad a la creación de la tierra. “Los ángeles del ciclo se lamentaron por la suerte, corrida por quienes habían sido sus compañeros en la felicidad y la gloria. Su pérdida fue sentida en el ciclo. El Padre consultó con su Hijo respecto a su propósito de hacer inmediatamente al hombre para que habitara la tierra”.[18] “Lucifer quería ser el primero en el cielo. Así introdujo el pecado en el universo. Entrando al Huerto del Edén después de su expulsión del ciclo, tuvo éxito en engañar a nuestros primeros padres. Desde entonces ha reclamado este mundo”.[19]

 “Como los habitantes de todos los otros mundos [el hombre], debe ser sometido a la prueba de la obediencia; pero nunca se le coloca en una situación en la cual se halle obligado a ceder al mal”.[20] Hasta que falló en mostrarse fiel a la prueba de obediencia, el hombre vivió feliz en su hogar edénico, donde estudiaba las admirables obras de Dios en el mundo natural. “La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, ‘las diferencias de las nubes’, los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres”.[21]

 Cuando los adventistas se hicieron ampliamente conocidos hace varias décadas, a causa de su vigorosa oposición contra los intentos de los abogados de Ja evolución por desacreditar -la historia de la creación de la tierra según se relata en Génesis 1 a menudo repetíamos la declaración divinamente inspirada de que “en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Exo. 20:11; 31:17). Como la batalla contra el evolucionismo se peleó principalmente en torno al tema del origen de la tierra y de las criaturas que hay en ella, poco o nada dijimos entonces acerca de la edad de la tierra en relación con la del resto del universo. De ahí que muchos, aun en nuestras propias filas, han supuesto que la declaración bíblica de que “en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay”, significa que todos los cielos estelares y “todas las cosas que en ellos hay” fueron creados en los seis días en que fue hecha la tierra.

 Como en aquel tiempo yo era un joven ministro, quedé algo perplejo en mi estudio de Génesis 1 y de otros pasajes bíblicos relacionados. En tanto estaba firmemente convencido de que todo el universo material había sido traído a la existencia por la voluntad creadora divina y no por un largo proceso, no podía creer que todo el universo estelar hubiera sido creado en seis días, cuando fue hecha la tierra. ¿Es posible —me preguntaba a mí mismo— que nuestro Creador, el Dios inmortal, eterno y omnipotente, existiese solo en un vacío hasta que creó la tierra unos 6.000 años atrás? ¿Estaría aquí te inteligente, que el origen de otros cuerpos celestiales pudo haber antecedido al de la tierra por millones o más de años?

 De manera que cierto día me senté e hice una lista de los principales ministros y profesores adventistas que se destacaban en el estudio de la Biblia, y particularmente de aquellos que sobresalían en la defensa de la causa del creacionismo contra las suposiciones del evolucionismo. A cada uno le escribí una carta manifestándole mi perplejidad y formulándole mis preguntas. Cada carta fue contestada, y sin excepción cada respuesta expresó claramente que su autor no creía que todo el universo estelar fuera creado en los seis días en que fue hecha nuestra tierra. Cada uno concedió que sin duda muchos de los cuerpos celestiales fueron traídos a la existencia mucho antes de que nuestro diminuto mundo fuera creado. Las palabras “cielo” y “cielos” que aparecen en el relato de la creación de la tierra, estos hermanos las aplicaban especialmente a los cielos atmosféricos, o capa de aire, que envuelve al globo terrestre.

 En un sólo punto se advertía alguna diferencia de opinión entre los autores de las cartas. Algunos pensaban que el relato de la creación como se presenta en Génesis 1 se refería principalmente al inicio de |a tierra y no al resto del universo. Otros pensaban que el relato de la creación probablemente incluye la existencia de todo, el sistema solar a que pertenece la tierra, porque el relato de Génesis habla no solo del sol y la luna, sino que comprende “también las estrellas” (Gén. 1:16).

 Aunque se habla del sol, la luna y “también las estrellas”, no podemos, sin embargo, hablar dogmáticamente acerca de la edad de la tierra referida a la edad del resto del sistema solar. Sin embargo, merece ser considerado el concepto de que todo el sistema solar pudo haber sido creado en el período de seis días de la creación de la tierra. En los tiempos cuando se escribió la Biblia era costumbre universal hablar de los planetas visibles del sistema solar simplemente como “estrellas” o “estrellas erráticas”. Y nosotros todavía hablamos de ellos como “estrellas vespertinas” o “estrellas matutinas”. Elena G. de White dice que “el brillo de la luna y las estrellas del sistema solar es reflejo de la luz del sol”.[22] Ella emplea la palabra “estrellas” para indicar los planetas que, como no tienen luz propia, brillan reflejando la luz que reciben del sol. Así, está la posibilidad de que la expresión “también las estrellas”, de Génesis 1:16 pueda referirse a los planetas de nuestro sistema solar.

 En resumen, mientras es verdad que los adventistas sostenemos firmemente que la tierra fue creada por voluntad divina en un período de seis días aproximadamente 6.000 años atrás, no afirmamos que todo el universo estelar se originara en aquel tiempo. Existe la posibilidad de que el resto de nuestro sistema solar haya sido creado entonces. Sin embargo, no hablamos dogmáticamente de este punto. Otros cuerpos celestiales existían antes de la creación de nuestro mundo. No intentaremos decir cuánto más viejos son que la tierra, porque las Escrituras no nos dicen específicamente cuándo fueron creados. Muchos de ellos pueden tener millones de años más que este pequeño planeta en que habitamos.

Sobre el autor: Redactor del Índice de los escritos de Elena G. de White.


Referencias

[1] El Deseado, pág. 364; El Conflicto, págs. 12, 572, 609, 714; Patriarcas y Profetas, pág. 355.

[2] El Deseado, pág. 15; Patriarcas y Profetas, pág. 55.

[3] Lecciones Prácticas, pág. 163; El Deseado, pág. 309.

[4] Consejos para los Maestros, pág. 54.

[5] Testimonies to Ministers, pág. 324.

[6] La Educación, pág. 18; Patriarcas y Profetas, pág. 33.

[7] The Sanctified Life, pág. 77; Testimonies, tomo 4, pág. 653.

[8] The Sanctified Life, pág. 75.

[9] Consejos para los Maestros, pág. 54.

[10] Testimonies, tomo 8, págs. 258, 259

[11] El Ministerio de Curación, pág. 322.

[12] Signs of the Times, 13-3-1884

[13] La Educación, pág. 122.

[14] The Ministry, enero de 1959, págs. 43, 44.

[15] Patriarcas y Profetas, pág. 16.

[16] Id., pág. 21.

[17] Id., pág. 22.

[18] The Story of Redemption, pág. 19.

[19] Signs of the Times, 10-6-1903.

[20] Patriarcas y Profetas, pág. 343.

[21] Id., pág. 33.

[22] Obreros Evangélicos, pág. 51.