“Credenciales divinas”, “clara evidencia”, “evidencia positiva”, son expresiones empleadas por Elena G. de White cuando se refiere a los que pretenden haber sido iluminados por la luz divina. Justamente ahora, 40 años después que la Hna. White escribió su última línea, se están descubriendo nuevas pruebas que confirman claramente su don de la inspiración; y estas pruebas se presentan al público de una manera sin precedentes.
Los diarios, las revistas y los libros acumulan evidencias acerca de su veracidad. En temas que ahora interesan al público en general vemos que la ciencia médica confirma punto tras punto sus declaraciones. Como pastores e instructores bíblicos, ¿estamos dándole la debida importancia a esta situación?
La prensa pública proclama decididamente, aunque con estremecimiento, la creciente evidencia que le da un profundo y destacado significado a la advertencia de la Sra. de White dada al mundo en 1905: que “el tabaco es un veneno lento, insidioso y muy maligno”. El año pasado, en los Estados Unidos, 35.000 funerales de las víctimas del cáncer pulmonar fueron silenciosos testigos a favor de este punto. No extraña, entonces, leer artículos como los que aparecieron en el número de marzo de 1959 de Today’s Health y de The Readers Digest, con sus predicciones concernientes a las aterradoras perspectivas del futuro inmediato.
Las afanosas investigaciones realizadas en torno al cáncer añaden una evidencia tras otra para afirmar la confianza de algunas personas que hace una década o dos abrigaron la duda acerca de si Elena G. de White se introdujo demasiado en el campo de la ciencia médica al escribir en El Ministerio de Curación, pág. 241, acerca de “gérmenes de… cáncer”.
Otro aporte de clara y positiva evidencia fué hecho por las conferencias y artículos del Dr. Clive McCay, profesor de alumnos egresados de la Universidad de Cornell, y notable autoridad en nutrición. El Dr. McCay declaró que sus descubrimientos en los libros de Elena G. de White acerca del régimen alimentario, escritos “mucho antes del advenimiento de la moderna ciencia de la nutrición”, muestran que esas instrucciones no tienen rival actualmente como “una guía total”. (Véase Review and Herald, números del 12, 19 y 26 de febrero de 1959).
Pero esto es apenas un breve repaso para los que son “hijos de luz, e hijos del día” (1 Tes. 5:5).
Actualmente tenemos nuevas evidencias para añadir a las que nos han llamado la atención durante los últimos meses. Al hojear los periódicos hace un tiempo, encontramos un artículo titulado: “Los defectos de nacimiento están a la cabeza de los problemas médicos de los infantes de los Estados Unidos”. En él, el Dr. Tomás J. Rivers, vicepresidente de la Fundación Nacional, establece con cierta indiferencia algunos hechos más bien alarmantes acerca de los resultados de recientes investigaciones. Citamos algunas de sus declaraciones:
“Las investigaciones acerca de los defectos de nacimiento están estrechamente ligadas a la obra que ya han hecho los hombres de ciencia de la Fundación Nacional sobre la naturaleza de la célula viva.
“Todo ser humano se desarrolla a partir de una célula. Cómo esta célula crece y se transforma en una persona, es todavía uno de los principales misterios de la biología. Pero los hombres de ciencia de la Fundación Nacional ya han aprendido mucho acerca de una sustancia llamada ácido nucleico, que existe en el núcleo de todas las células humanas. En realidad, forma parte del núcleo celular de todos los seres vivos, incluyendo a los virus. Esta sustancia encierra la clave de la herencia y del desarrollo del embrión humano.
“De alguna manera —aunque ignoramos cómo— este ácido mantiene al zigote en sus funciones, determinando que ha de desarrollar ojos, orejas, nariz, esqueleto, órganos internos y extremidades. Por esto suele llamarse al ácido nucleico ‘el piloto automático de la vida.
“Si el ácido nucleico tiene algún defecto, las directivas que envía para el crecimiento de la célula serán imperfectas. Esta clase de ‘mala dirección’ puede producir un infante con defectos menores como miopía o ceguera para los colores, o bien con defectos graves como pie torcido o espina bífida.
“En otro caso, el ácido nucleico del embrión humano puede comenzar a obrar normalmente, y ser dañado posteriormente por algún agente externo. Por ejemplo, las radiaciones de los rayos X pueden cortar algunos de los filamentos del ácido nucleico o destruir algunas partículas de la mórula. Eso dará un infante de formación defectuosa.
“Las drogas poderosas y los narcóticos, grandes dosis de alcohol, la falta de oxígeno (hipoxia), y ciertas clases de infecciones causadas por virus, pueden provocar formaciones defectuosas similares en el crecimiento del embrión” (Herald Courier de Bristol, 15-2-59).
Esta declaración acerca de nuevos descubrimientos recién realizados por los hombres de ciencia es notablemente semejante a las palabras escritas por Elena G. de White y ampliamente difundidas por los adventistas hace 94 años. La siguiente declaración ha sido tomada de la página 51 del artículo “La enfermedad y sus causas”, escrito para el número tres de la serie de folletos Health, or How to Live (1865):
“Los médicos, por la administración de sus drogas tóxicas, han hecho mucho para aumentar la depreciación de la raza, física, mental y moralmente. A cualquier parte donde se vaya se verá deformidad, enfermedad e imbecilidad, que en muchísimos casos puede rastrearse directamente hasta las drogas tóxicas, administradas por la mano de un médico, como remedio para algunas de las dolencias de la vida” (Selected Messages, tomo 2, pág. 442).
Pero posiblemente más interesante todavía sea la asombrosa advertencia que apareció en la revista Time del 27 de octubre de 1958. En la sección titulada “Medicina”, figura un inquietante artículo de dos columnas titulado “Peligros de las drogas”, que resume los descubrimientos y conclusiones del Dr. Jesse D. Rising, de la Universidad de Kansas, publicados en Postgraduate Medicine, Primero se habla de varias nuevas y poderosas drogas acerca de las cuales el Dr. Rising previene a sus colegas médicos. Luego viene el punto -de interés particular para nosotros:
“Lo peor de todo —advierte el Dr. Rising, es que un médico que trate a una mujer embarazada con anestésicos, rayos X, ACTH u hormonas de la clase de la cortisona, puede someter al feto a una privación de oxígeno o a alguna otra amenaza. El resultado: ‘Ahora los médicos están frente a la horrible posibilidad de que ellos, en adición a ciertos “actos de Dios”, sean los responsables de muchos defectos del desarrollo’. Hace una lista de niños nacido con un ojo, corazones anormales, paladar hendido o mongolismo, y mellizos siameses.
“El médico concienzudo concluye Dr. Rising— no pensará en abandonar estas útiles (y a menudo salvadoras de vidas) drogas pero no prescribirá ligeramente, y realizará todo esfuerzo para comprender… los efectos nocivos que pueden resultar de su uso” (Time, 27-10-58).
¡Estas son palabras que hay que considerar!
Hace 94 años, una mujer sin educación médica, y con poco más de tres años de escuela primaria, escribió que “la deformidad, las enfermedades y la imbecilidad” vistas casi en todas partes eran en muchísimos casos el resultado de las “drogas tóxicas”. ¿Qué médico del mundo de hace una década habría firmado voluntariamente esta declaración? Actualmente, las autoridades médicas repiten las advertencias inspiradas dadas hace cien años.
No necesitamos vacilar para poner nuestra confianza en los consejos del espíritu de profecía. “La instrucción dada en los primeros días del mensaje debe mantenerse como instrucción segura que debe seguirse en éstos sus días finales” (Selected Messages, tomo 1, pág. 41).
¿Estamos sacando el mejor partido de las crecientes evidencias acerca de la mensajera del Señor? Cuando se haga un repaso de ellas, llenarán de asombro a cada miembro de iglesia, y confortarán todo corazón.
La Lección de las Abejas
Hace algunos años, alguien llevó un buen número de abejas a la isla de Barbada, en las Indias Occidentales, Los primeros meses las abejas trabajaron diligentemente en la acumulación de miel para el invierno que se aproximaba, Pero cuando descubrieron que estaban en una tierra de verano perenne, dejaron de producir miel, y se dedicaron a volar perezosamente, y a picar a los habitantes.
A veces pienso que así sucede con algunos de nosotros. Tenemos lo que bien pudiéramos llamar “degeneración espiritual. Dios nos ha rodeado de tantas bendiciones, que en lugar de trabajar para su gloria y para el bienestar de nuestro prójimo, empleamos el tiempo en vivir para nosotros mismos. Y nos dedicamos a “picap9 a los demás, cuando debiéramos estar atareados en juntar las dulzuras del Evangelio de vida para ofrecerlo a los demás (El Pastor Evangélico).
Sobre el autor: Director de las Publicaciones de Elena G. de White