Los esfuerzos públicos llevados a cabo durante 1958 en nuestra Asociación contaron con la excelente colaboración de los hermanos y dieron muy buenos resultados.
En Palermo, que es nuestra iglesia mayor, se dictó una serie de conferencias a cargo, primero del Dr. Fernando Chaij, continuadas luego por el pastor de la iglesia, Pablo Di Dionisio, con quien colaboraron en atender el interés dos instructoras bíblicas y un ayudante. Los resultados traen gozo al corazón. Están entrando en la iglesia personas que, por su preparación y sus talentos, consagrados a Dios en humildad, se constituirán seguramente en recursos valiosos para la ganancia de almas. Se espera que, con los ya bautizados, más de sesenta personas se unirán a esta iglesia como resultado de este esfuerzo.
La Iglesia de Florida entró en una nueva era de triunfos, así lo atestiguan las dos nuevas iglesias y un grupo organizado que se formaron en poco más de dos años por la labor de sus miembros. Allí se utilizó un nuevo método con óptimos resultados: los hermanos hicieron un trabajo de casa en casa mediante una tarjeta que contiene un cuádruple ofrecimiento, entre el cual hay un ejemplar de la Sagrada Escritura. De esta manera fueron encontradas muchas personas que se interesaron en la verdad. Llegado el momento, se las invitó a un corto ciclo de conferencias de ocho días consecutivos, iniciado un sábado y culminado el sábado siguiente con un bautismo de personas preparadas previamente. Los mensajes recibidos, la oportunidad de presenciar por primera vez un bautismo bíblico y el llamamiento que recibieron en esa ocasión, afirmaron a los nuevos en la verdad y en la decisión. Tales ciclos se repiten cuatro veces al año. La iglesia se encuentra espiritualmente eufórica, y en cuanto a los resultados concretos, se bautizaron ochenta personas.
Otro pastor logró gran éxito organizando a su iglesia en grupos de hermanos, asignándoles tareas definidas, ya sea para evangelizar distintas zonas, celebrar esfuerzos evangelizado- res pequeños, etc. Difícilmente haya estado esa iglesia alguna vez más activa ni alcanzado el número de bautismos como los de este año.
En otros lugares se ha ensayado con éxito el evangelismo infantil. Otras iglesias han prosperado bajo los cuidados de un anciano activo y consagrado que dio impulso a la obra laica. En el interior del país hay iglesias que florecen bajo la dirección de un buen colportor que, sin descuidar su trabajo, las inspira y las atiende.
Para lograr resultados como éstos y aún mejores, la fórmula variará muy poco: se necesitan hombres consagrados, cuya mente y corazón estén en la obra con prescindencia de intereses secundarios; se requiere la utilización de los talentos y el trabajo de la hermandad; se precisan métodos que apelen por su novedad, que den confianza por su buen planeamiento e inspiren por el fuego que ponga en ellos el dirigente de la iglesia.
Sobre el autor: Presidente de la Asociación Bonaerense.