Considero un verdadero privilegio poder dirigir un mensaje de Año Nuevo a cada uno de los que colaboran en el ministerio de la Palabra de Dios. Al comenzar un nuevo año, no sólo pienso en vosotros, sino que también oro porque tengáis éxito en vuestro ministerio. En tanto que nosotros, los miembros del pueblo de Dios, oramos los unos por los otros, se ganan almas para la verdad, los hombres y las mujeres adquieren conocimiento de Cristo y las vidas se transforman en un grado que la comprensión humana no puede concebir. Esa es la, verdadera obra del ministerio, que nos permite, con la ayuda de Dios, y en verdad únicamente con su ayuda, influir para cambiar de orientación la conducta humana, de las cosas de este mundo a las de las cortes celestiales.

Al pensar en un mensaje apropiado para todos frente a un nuevo año, considero óptimas las palabras del Maestro dirigidas a los discípulos, y especialmente a Simón Pedro: “Tira a alta mar, y echad vuestras redes para pescar” (Luc. 5:4). Habían trabajado toda la noche sin resultado. Aunque estaban desanimados por la inutilidad de sus esfuerzos, cobraron ánimo ante las palabras de Jesús, y Simón respondió: “Mas en tu palabra echaré la red”. Los discípulos se dieron cuenta de que había llegado el momento de obedecer sin reservas la voluntad de su Maestro a fin de obtener un mayor fruto. Esta era su esperanza. ¿Cuál fue el resultado? “Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se rompía”.

Lo único que puedo esperar y desear para cada uno de vosotros, como un sincero deseo de Año Nuevo, es que tiréis a alta mar, para que con el poder de Dios y con su ayuda —y él está dispuesto a concedérnosla si permanecemos humildes y obedientes a su plan—, alcancéis en 1959 un éxito de una magnitud desconocida hasta ahora. Vivimos en un período especial de la historia. En los días en que Jesús andaba y hablaba con sus discípulos, les dijo: “Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mat. 13:16, 17).

Este nuevo año pone frente a nosotros posibilidades que ni soñaron los profetas de antaño. Jesús mismo nos eligió sus mensajeros, según leemos en Juan 15:16, y nos ha ordenado para el ministerio evangélico para que en este año trabajemos y produzcamos fruto, y que ese fruto sea duradero. Jesús nos ha dejado esta maravillosa promesa: “Para que lodo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. Que Dios os bendiga con el cumplimiento de esta promesa del Maestro, y que él nos guíe en este nuevo año.

Sobre el autor: Presidente de la División Sudamericana.