I
No tendrás amigos íntimos ajenos a tu iglesia. Recuerda que si quieres evitar que los jóvenes los tengan, debes darles el ejemplo.
II
No te harás un ídolo de ninguno de los miembros de tu iglesia. No le rendirás pleitesía disculpando sus pecados, ni ten la iglesia, ni en su casa, ni en sus negocios. No mostrarás preferencia por él ni lo adularás por su dinero, por su influencia o por sus talentos, porque Jehová tu Dios te ha puesto para que reprendas el pecado en todos.
III
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, y aun en tus sermones y oraciones lo pronunciarás con reverencia, evitando su repetición innecesaria, pues no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
IV
Acordarte has del día de reposo para santificarlo, predicando sermones espirituales y presentando siempre al Crucificado como único remedio para todos líos males. Sólo así lograrás corregir los errores de tus feligreses y podrás inducirlos al arrepentimiento. Seis días visitarás a los miembros de tu iglesia y el séptimo les presentarás la Palabra de Dios, mostrándoles que Jehová hizo los cielos y la tierra en seis días de 24 horas y reposó en el séptimo, bendiciéndolo e instituyéndolo como día de descanso.
V
Honra a cada uno de tus feligreses delante de los demás, y nunca hables mal de ninguno, pues Jesús murió por todos. De modo que, si quieres ser grandemente apreciado en la iglesia, debes honrar a todos por igual.
VI
No matarás con tu indiferencia a los miembros humildes o sin talentos destacados o a aquellos con los cuales no simpatices.
VII
No adulterarás la Palabra de Dios mezclándola con teorías y enseñanzas humanas.
VIII
No hurtarás la reputación del miembro que te haya criticado; antes procurarás corregirte si su crítica es razonable.
IX
No levantarás falso testimonio contra ninguno de tus feligreses, exagerando un simple error o tratando de hacerlo aparecer como un pecado grave; antes serás justo y equitativo en todo.
X
No codiciarás la iglesia de tu colega en el ministerio, no codiciarás sus talentos, su simpatía personal, su don de administración, su oratoria, ni cosa alguna de él.