El canto es uno de los medios más efectivos para impresionar el corazón y la mente del hombre con las verdades espirituales; por lo tanto, si el evangelista emplea efectivamente la música, ésta le ayudará a obtener decisiones para Cristo.

Moisés sabiamente presentó la verdad en canto a los israelitas. El amor, la misericordia y la dirección de Dios fueron expresados en melodiosos acordes, y los corazones y las mentes de todos quedaron impresionados por su bondad y un sentimiento de su propia necesidad.

Los que hoy predican el último mensaje de salvación y advertencia al mundo también pueden impresionar los corazones de los hombres con las grandes verdades de la expiación y la segunda venida de Cristo utilizando los mismos métodos que Moisés empleó hace más de tres mil años. En nuestras reuniones de evangelismo podemos conducir la mente de nuestros oyentes lejos de esta tierra maldita por el pecado, a un lugar de serenidad: nuestro hogar celestial. Cantando los hermosos himnos evangélicos podemos mostrar claramente a nuestros oyentes que a través de la oscuridad que rodea actualmente a los habitantes del mundo brilla la bendita luz —la “bendita esperanza” del retorno de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

El empleo debido del canto proporcionará el siguiente poder:

1. Poder para impresionar el corazón con la verdad. Debemos lograr esto si queremos obtener decisiones para Cristo.

2. Poder para avivar el pensamiento. Este avivamiento del pensamiento capacitará a nuestros oyentes para comprender la verdad que los libertará de la confusión.

3. Poder para subyugar las naturalezas rudas e incultas. La vieja naturaleza debe ser subyugada antes de que los hombres puedan aceptar a Cristo.

4. Poder para promover una acción, armónica. A menos que impulsemos a los hombres y mujeres a la acción, nuestros llamamientos habrán fracasado.

5. Poder para abrir las fuentes del arrepentimiento y la fe. Ningún hombre puede encontrar justificación y paz con Dios antes de abrir estas fuentes.

6. Poder para ahuyentar la tristeza y los presentimientos negativos. Con las tinieblas y la tristeza que reinan en el mundo se acentúa la necesidad de este poder.

7. Poder para dar a la vida un nuevo significado y un nuevo propósito. En esto consiste la finalidad del Evangelio de Cristo.

8. Poder para impartir valor y alegría. Este valor es necesario en nuestro mundo de temor y angustia. Una persona necesita valor para decidirse por Cristo y para seguir en su senda.

9. Poder para atraer a las almas al Evangelio. En esta época cuando resulta tan difícil atraer a los oyentes, no debemos desestimar el poder cautivador del talento de la música dado por Dios.

10. Poder para resistir la tentación. La música al abrir las fuentes del arrepentimiento y la fe, ayuda a las personas a aferrarse a la gracia divina.

11. Poder para resistir el desánimo. ¡Cuánto necesitan este poder tanto el evangelista como los oyentes!

12. Poder para ahuyentar a los ángeles malignos. Esto permite que el Espíritu Santo y los santos ángeles influyan irresistiblemente en las mentes y los corazones de nuestro auditorio.

13. Poder para perseverar en la experiencia cristiana. Así puede detenerse la apostasía y fortalecer a nuestros conversos.

El servicio de canto es muy importante en el evangelismo, pero no debe ser una manifestación teatral o un concierto. No debe ponerse el énfasis en los himnos cantados o en los cantantes, sino en Cristo. “La ciencia de la salvación debe ser la carga de cada sermón, el tema de cada himno” (Evangelism, pág. 502). Los cantantes debieran conocer bien los himnos que cantan, y debieran cantarlos con espíritu y comprensión. Puede organizarse un coro con los mejores cantores. Sus voces pueden guiar a la congregación en el canto. En nuestras reuniones de evangelismo debemos hacer hincapié en el canto de la congregación. “No siempre unos pocos deben cantar los himnos. Dejad que la congregación cante con tanta frecuencia como sea posible” (Testimonies. tomo 9, pág. 144). El interés en el servicio de canto puede aumentarse con el empleo debido de instrumentos musicales hábilmente tocados.

El canto también puede emplearse durante el sermón, sin previo aviso, para impresionar el corazón y la mente con algunos puntos importantes de la disertación. Si se está predicando acerca del tema “El hijo pródigo”, puede hacerse una pausa de algunos minutos en el momento oportuno para que un solista cante, por ejemplo, el conmovedor himno “¿Dónde se encuentra mi hijo hoy?” Cantado de corazón y con sentimiento, conmoverá a los oyentes.

En la elección de música especial debemos esforzarnos por conseguir los cantos de la mejor calidad posible, pero no debiéramos emplear a músicos mundanos para que actúen en nuestros servicios; además, debe evitarse la música que no sea religiosa. La siguiente declaración debiera guiarnos en nuestra selección de los cantores: “Los himnos en que cada palabra se pronuncia claramente, en un tono musical, son los himnos en que ellos [los ángeles] unen sus voces a las nuestras. Reciben las estrofas que se cantan de corazón con el espíritu y el entendimiento” (Evangelism, pág. 510).

Sin embargo, posiblemente el empleo más importante del canto sea el que se hace durante la hora de los llamamientos en la reunión de evangelismo. Cuando el evangelista comienza sus invitaciones, puede acompañarse con música, sin anuncio previo. Puede emplearse un solo, dúo, trío, cuarteto o coro. Algunos evangelistas hacen sus invitaciones al público únicamente entre los intervalos de las estrofas del himno cantado. Los cantores que colaboran en esta clase de llamamiento deben observar atentamente al predicador para saber cuándo deben intervenir. Otros ganadores de almas prefieren que el solista cante suavemente mientras ellos hacen la invitación, en tanto que la congregación ora. En esa atmósfera de oración el Espíritu Santo puede emplear la música para abrir las fuentes del arrepentimiento y la fe, y para impresionar los corazones con la verdad.

Que Dios nos ayude, como evangelistas, a emplear la música para proporcionar la alegría del cielo a los hombres, como lo hizo Jesús. “El rayar del alba lo encontraba a menudo en algún retiro, sumido en la meditación, escudriñando las Escrituras, o en oración. Con su canto daba la bienvenida a la luz del día. Con himnos de acción de gracias amenizaba las horas de trabajo, y llevaba la alegría del cielo a los rendidos por el trabajo y a los descorazonados” (El Ministerio de Curación, pág. 46).

Sobre el autor: Pastor de las iglesias de Salem y Swedesboro, Nueva Jersey, EE. UU.