Hace dos años visité el Museo de Historia Natural de Chicago. Recorrí con especial interés la sección de alimentos y nutrición. Cerca de la entrada leí una insólita definición de lo que es el hombre. Decía más o menos así: “El hombre es una masa de proteína (músculos) sobre una estructura de minerales (huesos) protegido por grasa, excitado por carbohidratos y activado por vitaminas”.
Si a esto añadimos alimentos de volumen y agua, tendremos los siete elementos esenciales requeridos por el organismo para su desarrollo, reparación, energía, y para realizar los procesos normales de la vida. Estos elementos son proporcionados por los alimentos que comemos, el aire que respiramos y el agua que bebemos.
En este artículo estudiaremos únicamente lo que se relaciona con las proteínas. Sin embargo no debemos olvidar que todos estos elementos son tan esenciales como las proteínas, y que las funciones del organismo se verán entorpecidas si se deja alguno fuera de la lista.
Prácticamente todos los alimentos en estado natural contienen algo de proteína, pero las frutas tienen una proporción muy baja. Los artículos alimenticios que tienen mayor proporción de proteína son llamados alimentos proteinados. En este grupo entran las nueces (nueces, almendras, maníes), los cereales, las legumbres (arvejas, porotos, lentejas, etc.), la leche y los productos a base de leche, los huevos, la carne (incluyendo peces y aves), y los granos.
Las personas que obtienen todas sus proteínas del reino vegetal son llamadas vegetarianas; las que incluyen, además, leche y huevos, son llamadas lactovegetarianas o lacto-ovo-vegetarianas; y las que incluyen toda clase de proteínas en su alimentación son llamadas no vegetarianas.
En la sección científica de la revista Newsweek del 2 de diciembre de 1957, apareció un artículo que predecía lo que sería el mundo en el año 2057. Entre otras predicciones de lo que sucedería cien años más tarde, el Dr. James Frederick Bonner, hombre de ciencia del Instituto Tecnológico de California, Pasadena, sugería que todo el mundo sería vegetariano. ¿Por qué razón? Porque la población sería tan grande que no quedaría lugar para criar ganado destinado a la alimentación; por lo tanto el hombre tendría que subsistir directamente de los productos de la tierra.
Pocas semanas después, cuando el Dr. Bonner fué entrevistado en un programa de TV, declaró que de cada diez calorías dadas a un animal en su alimentación, el hombre recibía de vuelta una sola. Declaró que este proceso de obtener alimentos era muy caro y dispendioso.
La declaración del Dr. Bonner me hizo recordar otra cosa que había visto en el Museo de Chicago. Era un cartel que demostraba que se requerían cuatro toneladas de alimento para producir un novillo de media tonelada. De los cuatro mil kilos utilizados, 3.250 k serían de pasto, 600 k de granos, 25 k de minerales y vitaminas y 125 k de concentrados proteínicos. Por su parte, este novillo proporcionará 289 k de carne, de los cuales 10 k serán de filete (lomo). No hay duda de que éste es un método dispendioso y deficiente de utilizar cuatro toneladas de alimento para producir 289 k de carne.
Probablemente será una sorpresa para más de uno saber que más de la mitad de los 2.500 millones de habitantes del mundo son vegetarianos. Veamos algunas de las causas de este hecho. Ante todo diremos que la industria de la carne no produce lo suficiente para satisfacer la demanda del mercado mundial. Otra causa es de orden económico, puesto que mucha gente no puede pagarse un régimen a base de carne.
La religión desempeña un papel importante en este problema, porque vastos sectores de población son vegetarianos por su creencia religiosa. que les hace considerar sagrada la vida animal. Esto se refiere especialmente a los millones de hindúes y a los habitantes de ciertas regiones de la China.
Otra causa por la que la gente es vegetariana es el estado de enfermedad que impera en los animales, que parece aumentar cada año. He descubierto que hay muchos vegetarianos entre los inspectores de carne. ¿Parece extraño que practiquen el vegetarianismo?
La revista World Health Organization News Letter, en su número de noviembre-diciembre de 1956, dice que hay unas 200 enfermedades que se transmiten entre los animales, y que casi la mitad de éstas pueden contagiar al hombre.
Algunas personas son vegetarianas debido al sufrimiento que experimentan los animales en el matadero a causa de los despiadados procedimientos a que los someten. Otros han descubierto que gozan de mejor salud cuando no consumen carne.
El Dr. Eduardo H. Ahrens, investigador del Instituto Rockefeller, dijo ante una reunión de la Asociación Médica Americana en la que se trataba el tema de las grasas en la nutrición, que el régimen más importante para los enfermos del corazón o para los propensos a las afecciones cardíacas era el vegetariano. Este régimen excluye la yema de huevo y todos los productos lácteos, excepto los preparados con leche descremada.
Hace poco encontré a un joven que había descubierto que podía pensar con más lucidez y concentrarse mejor en el estudio cuando seguía un régimen vegetariano. Se había dado cuenta, además, de que así podía mantener mejor controlado su cuerpo. Mucha gente ha hecho el mismo descubrimiento.
El régimen afecta profundamente la vida espiritual y la disposición de la persona, y cuando éste incluye la carne, la percepción espiritual se torna menos aguda. La experiencia de los hijos de Israel es una buena ilustración para lo que decimos. Cuando, debido a su insistencia, Dios les dió carne, padecieron de pobreza de espíritu. Dios les había dado un régimen vegetariano en el desierto en vista de razones definidas. Leamos lo que dice al respecto el libro Counsels on Diet and Foods [Consejos sobre el Régimen y la Alimentación], de la Hna. White:
“En el desierto los previno por boca de Moisés, especificando que la salud sería la recompensa de la obediencia. La condición de la mente tiene mucho que ver con la salud del cuerpo, y especialmente con la salud del aparato digestivo. En términos generales, el Señor no proporcionó carne a su pueblo mientras estuvo en el desierto porque sabía que ese régimen produciría enfermedad e insubordinación. Les prohibió el uso de carne de animales muertos con el fin de cambiar su disposición y poner en ejercicio activo las facultades superiores de la mente. Les dió el alimento de los ángeles, el maná del cielo” (pág. 375).
La Encyclopedia Americana, tomo 27, pág. 720, hace el siguiente comentario al tratar el tema del vegetarianismo:
“Tiende a suavizar la disposición —a tornarnos más serenos y menos agitados, agresivos y violentos. Es práctico y racional. Debiera ser aceptado si se tiene el ideal de establecer una educación para las razas de los hombres que deben ser amables, inteligentes, artísticos, amantes de la paz, y al mismo tiempo prolíficos, vigorosos y activos”.
Leamos esta otra declaración del espíritu de profecía:
“El régimen a base de carne cambia la disposición y fortalece la propensión animal. Estamos formados de lo que comemos, y el comer mucha carne disminuirá la actividad intelectual… Cuando la parte animal del hombre es fortalecida por el comer carne, las facultades intelectuales disminuyen en forma proporcional. Si se descarta la carne, puede lograrse y mantenerse con más éxito una vida religiosa, porque este régimen estimula a una actividad intensa las propensiones sensuales, y debilita la naturaleza moral y espiritual” (Counsels on Diet and Foods, pág. 389).
De manera que los vegetarianos pueden vivir en un plano físico, mental y espiritual superior. Creo que ésta debiera ser la base para recomendar el cambio de régimen.
Este cambio de los hábitos de alimentación implica la reeducación del organismo para que acepte el nuevo programa. Si una persona no ha sido vegetariana y ha estado comiendo carne tres veces al día, puede disminuir su uso a una vez por día, y luego a dos veces por semana, y finalmente descartarla por completo. De esta manera es posible reeducar el gusto en un tiempo comparativamente breve, y prepararlo para disfrutar de los alimentos que Dios le dió al hombre en el Huerto de Edén.
En la obra citada del espíritu de profecía hay algunas declaraciones que quisiéramos traer a la atención:
“Debieran verse grandes reformas en el pueblo de Dios que pretende esperar la pronta venida de Cristo. La reforma pro salud debe realizar entre nuestro pueblo una obra que aún no ha hecho. Hay quienes debieran despertar a los peligros del comer carne, y que persisten en comer la carne de los animales, poniendo de esta manera en peligro la salud física, mental y espiritual. Muchos que hoy están convertidos a medias en la cuestión del comer carne se apartarán del pueblo de Dios para no seguir más con ellos” (Id., pág. 382).
Y en la página 407 leemos:
“Se abandonará el régimen a base de carne. La carne de los animales no seguirá formando parte de nuestro régimen; y miraremos con disgusto las carnicerías”.
En la página 400 se da una sugestión práctica que será de ayuda para cambiar los hábitos de alimentación:
“Si nuestro apetito clama por la carne de los animales muertos, es necesario ayunar y orar para que el Señor dé su gracia para vencer los deseos carnales que batallan contra el alma”.
Finalmente, formulémonos las siguientes preguntas:
“¿Cuándo se pondrán de parte de los principios correctos para el tiempo y la eternidad los que conocen la verdad? ¿Cuándo serán fieles a los principios de la reforma pro salud?” ¿Cuándo aprenderán que es peligroso utilizar la carne como alimento? Se me ordena decir que si alguna vez fué seguro comer carne, no lo es ahora” (Id., pág. 384).
La mensajera del Señor pregunta: “¿No es tiempo de que todos abandonen el uso de la carne como alimento? ¿Cómo pueden seguir utilizando un alimento que tiene un efecto tan pernicioso sobre el alma y el cuerpo, los que procuran llevar una vida pura, refinada y santa, para gozar de la compañía de los ángeles celestiales? ¿Cómo pueden quitarle la vida a seres creados por Dios y consumir su carne con deleite? Vuelvan más bien al alimento sano y delicioso que le fué dado al hombre en el principio, y tengan ellos mismos, y enseñen a sus hijos a tener misericordia con los seres mudos que Dios ha criado y ha puesto bajo nuestro dominio” (El Ministerio de Curación, pág. 298).
Sobre la autora: Dietista de la Fundación Internacional de Investigaciones de la Nutrición.