Conclusión
No existe un plan que se adapte a cada caso en la entrevista para consejo matrimonial. Los mejores resultados por lo general se obtienen cuando la entrevista se desarrolla informalmente. Quizá requiera un esfuerzo conducir una entrevista informal provechosa, pero la persona que está en dificultad responde más favorablemente en un tipo de conversación franca que en un pomposo estilo de preguntas y respuestas. Además, una entrevista formal le permite al consejero adaptar su método a las necesidades individuales del caso. Las siguientes sugerencias se ofrecen como pautas.
Sea cordial
Recuerde que su cliente está ya bajo presión emocional y que una entrevista en la cual se discuten problemas personales significa una situación dolorosa. Intense el empleo de un lenguaje y de actitudes que ayuden al cliente a sentirse cómodo más bien que a ponerse a la defensiva. Comience la entrevista con la simple pregunta: “¿De qué desea que hablemos?” Eso lo hace sentirse al cliente más aliviado que si de pronto se le preguntara: “¿Cuál es el problema?”
Mantenga la confianza del cliente en usted
Las personas que se hallan en dificultades vacilan en confiarlas debido al temor de que, a su vez, les sean dichas a otros y así ciertas cosas por las cuales son muy sensibles lleguen a ser del dominio público. Es bueno darle una garantía en este asumo antes de que se presente la oportunidad para hacer preguntas. Dígale: “Antes de que nuestra charla continúe, permítame decirle que reconozco que las cosas que usted me está comentando son personales. Le prometo no contárselas a otros sin su autorización”.
Deje que el cliente llore
Las personas que están con problemas en su matrimonio, sean hombres o mujeres, a menudo están emocionalmente aturdidas. Una vez que se encuentran frente al escritorio de un consejero, se produce una relajación. Los asuntos acerca de los cuales hablan tienen muchas connotaciones emocionales. Con frecuencia, en la primera entrevista el cliente comienza a llorar a medida que relata la historia. Algunos se sienten abochornados cuando esto sucede y es bondadoso de parte. del consejero hacer algunas declaraciones animadoras y continuar con la entrevista como si no hubiera ocurrido nada desacostumbrado. Puede simplemente decir: “No se preocupe por las lágrimas; sólo indican que usted está reaccionando normalmente”.
Busque indicios
Un buen consejero escucha mucho más de lo que habla, pero su acto de escuchar no es pasivo. Mientras lo hace, su mente debe estar activa en el esfuerzo de penetrar más allá de las palabras que se hablan, con la esperanza de descubrir los problemas básicos. Debe evitar sacar conclusiones demasiado pronto, pero debiera estar alerta ante las evidencias de circunstancias tan fundamentales como el egoísmo, la dominación de los parientes, la ansiedad en asuntos económicos, la rivalidad por el dominio y las diferencias entre marido y mujer que provocan su entrada consciente en el conflicto.
No haga sondeos
Tanto como le resulte posible, evite las preguntas directas. Deje que descanse sobre el cliente la mayor parte de la responsabilidad para hablar de los hechos que tienen significado. Si el cliente sospecha que el consejero está tratando de satisfacer su propia curiosidad con sus asuntos personales, se pondrá en guardia antes que sentirse cómodo. La mayoría de la gente responde desfavorablemente a las preguntas directas. Es mejor dirigir la conversación formulando una pregunta ocasional intencionada o haciendo un comentario también ocasional. Es aun permisible preguntar: “¿Lo he entendido correctamente en este punto?” o estimular la cooperación del cliente diciendo: “¿Y a usted qué le parece eso?”
No tome posiciones
El error más fácil de cometer en el aconsejamiento es simpatizar demasiado con la parte que le habla primero, formando juicio sobre el problema básico antes de haber oído la otra cara del relato. Mientras escucha la narración del cliente, pregúntese para sí: ¿Qué hay detrás de estas palabras? Recuerde para sus adentros que en la mayoría de los casos de dificultades conyugales la responsabilidad descansa por partes iguales sobre el esposo y la esposa. Otra pregunta que usted debe tener presente, y para la cual en última instancia necesita la respuesta es: ¿Qué ha hecho esta persona para agravar su relación con su compañero de matrimonio?
No juzgue con dureza
El consejero de éxito evita ser crítico o expresar condenación. Esta conducta des anima al cliente para que siga diciendo más y lo hace temer de que la suya sea ya una causa perdida. El consejero no debiera pasar por alto el pecado, pero tampoco debiera sorprenderse por las “cosas terribles” que su cliente pueda decir. Antes que asumir el papel de juez, debiera decirle: “Usted tiene un serio problema”. O quizá podría preguntarle: “¿Qué le dice su conciencia?” o “¿Qué es lo que dice la Biblia?”
Tómese el tiempo necesario
Hay un factor tiempo en el aconsejamiento de éxito que lo hace imposible de cumplir en una entrevista como el consejero hubiera deseado. Le lleva tiempo a una persona en dificultad desentrañar la relación de causa y efecto de su problema. Además, cuando las emociones son muy agudas se produce interferencia en la capacidad para pensar con claridad. Por lo tanto, a veces es necesario que el consejero diga: “Pienso que por ahora es suficiente. Continuemos en otra ocasión”. Las entrevistas largas tanto como las muy frecuentes a menudo estorban el progreso. Una hora es por lo general suficiente para la entrevista, y una vez por semana sería el intervalo ideal. Con frecuencia hemos quedado satisfechos de ver cuánto progreso ha hecho el cliente por su propia cuenta durante la semana que transcurrió entre una entrevista y la otra.
No se espacie demasiado en el sexo
Por alguna razón, la opinión popular cree que el consejero matrimonial es un sexólogo y que el aconsejamiento en este terreno consiste especialmente en una discusión acerca de las relaciones sexuales. Según la opinión de muchos consejeros matrimoniales, los problemas sexuales son en realidad síntomas antes que causas de la dificultad. Por lo tanto la conducta más segura que el consejero puede seguir es mirar más allá de la manifestación de incompatibilidad sexual para descubrir el temor básico, la inseguridad básica o el egoísmo básico.
Evite pontificar
Con frecuencia se formula la pregunta: ¿Cuánto consejo debiera dar un consejero? La respuesta es que debiera evitar ser arbitrario y debiera animar al cliente a sacar conclusiones y a hacer decisiones propias más bien que a depender de que el consejero le diga lo que tiene que hacer. Lo que el cliente descubre por sí mismo (una vez que ve la escena montada) influye sobre él mucho más que el consejo formal que usted pueda darle. Usted puede promover el progreso preguntándole: “¿Se siente resuelto?” Si parece incapaz de tomar sus propias decisiones, dígale entonces: “Estas son las decisiones que usted necesita hacer en seguida”. En conexión con esto también es aconsejable asignarle al cliente alguna tarea de lectura, y cuando vuelva, se le debe preguntar qué ha aprendido de eso.
Presente un desafío espiritual
Como cristianos, nuestra mayor oportunidad en el aconsejamiento matrimonial consiste en dirigir los pensamientos del cliente hacia la Fuente de su fortaleza espiritual. Pregúntele si cree que Dios tiene un interés personal en cada uno de sus profesos hijos. Luego pregúntele si tiene fe suficiente como para creer que Dios permitió la dificultad presente como medio para un bien posterior (véase Heb. 12:6.) Luego pregúntele si es capaz de discernir la razón por la que esa experiencia puede haber ocurrido en su vida. Si la respuesta es negativa, anímelo entonces a orar pidiendo luz de manera que pueda relacionarse con la experiencia en una forma que fortalezca el carácter —sea el carácter de él o de los que estén implicados en el problema. (Léase Job 42:10.) En algunos casos, cuando el cliente parece haberse sentido particularmente tentado a hacer algo pecaminoso, es mejor recalcar: “Esa fue una tentación de Satanás”, que censurar abiertamente la conducta del cliente.
Concluya con oración
Esta es la oportunidad del consejero para sentar un precedente por el cual ese individuo aprenderá a llevar sus problemas al Padre celestial. Usted puede introducir la oración diciendo simplemente: “Estos problemas son demasiado grandes para que podamos resolverlos con nuestra fuerza humana. Inclinemos nuestra cabeza en oración un momento antes de que usted se vaya, y pidámosle a Dios que intervenga y dirija todo”.