En estas columnas continuamos con el análisis, iniciado en el número anterior de El Ministerio, acerca de las características principales de algunas denominaciones religiosas. El propósito que nos anima al tratar este tema, es ofrecer algunas sugerencias que pueden ayudar al obrero evangélico a obrar con tacto en su trato con los miembros de las demás denominaciones.
Los episcopalistas
La Iglesia Episcopal cuenta con una numerosa feligresía distribuida en todo el mundo. Conserva las normas de la Iglesia Anglicana de Inglaterra. W. Norman Pitlenger, articulista que escribió acerca de esta denominación en la revista Look, indica que ésta reconoce una iglesia “alta,” una “baja” y una “popular,” y también una variedad de liberalismo. “Los episcopalistas acuden a las Escrituras, a la tradición y a la experiencia personal, así como a la razón, para lograr la vindicación de la verdad de la fe cristiana. En la Iglesia Episcopal se aceptan de buen grado las diferencias de énfasis, siempre que se mantengan las afirmaciones centrales.”—”A Guide to the Religions of América,’’ pág. 54.
Aunque las Escrituras constituyen un gran terreno de prueba para toda doctrina, la Iglesia Episcopal no acepta la infalibidad de la Biblia. Su sacerdocio y su forma de gobierno en general son católicos. Observa lealtad a la sede de Cantorbery. Sin embargo se define a sí misma como una iglesia que es católica protestante.
Es de interés para los adventistas saber que los episcopalistas consideran que en la bebida y el juego “no son puritanos.” Creen que Dios quiere que el hombre goce de la vida. En este respecto, tanto como el juego de cartas y en el baile, la iglesia ha observado una actitud liberal.
Aunque hay episcopalistas que conceden importancia a la segunda venida de Cristo, su interpretación difícilmente puede considerarse un mensaje desde el punto de vista adventista. La iglesia se adhiere a la ortodoxia en cuanto a la Trinidad y otras doctrinas, tales como al nacimiento de la virgen. Además, no propicia ni condena la confesión auricular. Para nosotros, esto sería transigir. Pero esta denominación observa algunos puntos fuertes, a los cuales haríamos bien en prestar atención cuando entramos en contacto con sus miembros. Tienen en común con nosotros las doctrinas de la Trinidad. la expiación, y la muerte y resurrección de Cristo. Le sugieren al predicador evangélico dónde puede comenzar a explicar la Biblia. Cuando se habla con un episcopalista, es necesario ser cuidadosos al tratar el tema del bautismo y de la Santa Cena. En este caso será de ayuda informarse en los antecedentes históricos y doctrinales de la denominación.
La Iglesia Episcopal tiene mucha disposición para la obra misionera. Desempeñó una parte importante en los comienzos de la historia de los Estados Unidos. Observa un justo orgullo en sus tradiciones nacionales.
Los metodistas
Ahora nos referiremos a la Iglesia Metodista. El Dr. Ralph W. Sockman, quien escribió el comentario acerca de su denominación en la revista Look, es una reconocida autoridad ministerial, con más de 26 años de experiencia en la predicación radial. El Dr. Sockman define el metodismo como “una mezcla singular de cristianismo neotestamentario, de la reforma protestante, y de la influencia de Juan Wesley.” Las raíces del metodismo arrancan del anglicanismo. La denominación no es tan tradicional como individualista, cosa que se explica por su fundador, Juan Wesley. El movimiento comenzó con un espíritu de oración y con un interés por los más abandonados. Este grupo, el Club Sagrado de Oxford, ponía de relieve algunas reglas de conducta y de observancia religiosa. Su sinceridad y celo no tardaron en originar otro grupo religioso, el cual se convirtió en los Estados Unidos en la “Iglesia Metodista.” Este nombre deriva de sus preceptos metódicos y de sus hábitos de devoción.
El metodismo introdujo algunos cambios y modificaciones en el anglicanismo. Su manera de poner énfasis en la gracia y la santidad, su credo menos ritualista, su vivo interés en la temperancia y la reforma, originaron varios grados de metodismo en el Nuevo Mundo. Aquí encontró un terreno excelente donde los derechos y las necesidades del hombre podían hallar expansión. Los 9.000.000 de metodistas que hay en los Estados Unidos forman parte de los 14.000.000 que hay en todo el mundo. Esta denominación ha hecho una gran contribución a la civilización. Podríamos agregar que el Ejército de Salvación fué influido por el metodismo, y que es contemporáneo suyo. En lo que se refiere a la forma de gobierno, el adventismo ha absorbido mucho del metodismo. Los metodistas también no han animado en gran medida en nuestros primeros intereses respecto de la reforma.
Estamos en condiciones de afirmar que nuestros buenos amigos los metodistas, corren el peligro de perder su celo de los comienzos acerca de importantes reformas, tales como la corrección de los hábitos de beber y fumar. En el campo doctrinal reconocemos un énfasis excesivo sobre la gracia en relación con la Ley de Dios. En este punto podemos procurar una mejor comprensión de los metodistas. Ellos sostienen que los adventistas poseen “otro Evangelio”—la salvación por la observancia de la Ley. El énfasis que ponemos en la obediencia de toda la Ley de Dios no debe eclipsar la verdad de que el hombre es salvado por la sangre expiatoria de Cristo, y no por la Ley. Creemos con los metodistas, que la obediencia es meramente el fruto de la salvación, obtenida mediante la sangre derramada en el Calvario. Análoga a esta doctrina, es la de la gracia y la santidad. La verdadera santidad la constituye la vida cristiana progresiva en cada punto de la luz revelada. El metodismo ha confundido la santidad con el perfeccionismo de naturaleza instantánea. Al enseñarles nuestro mensaje, conviene ser comprensivos y más bondadosos que dogmáticos. Muchos adventistas tienen sus raíces en el metodismo.
Antes de terminar nuestro análisis, vamos a mencionar algunas otras de sus enseñanzas. El metodismo en la actualidad se mantiene vigilante respecto de las profecías bíblicas; pero ha adoptado la interpretación futurista católica, con lo cual ha perdido la fuerza de la profecía. Las diversas variantes de estas interpelaciones futuristas son desorientadoras y contradictorias para el estudiante de la Biblia que está al tanto de la interpretación historicista como único sistema sólido. Los que identifican la segunda venida de Cristo con el “rapto” de la persona de esta tierra, han descuidado tristemente el estudio de las profecías adventistas en su propio contexto. Los metodistas no están solos en este respecto. Otros grupos fundamentalistas han seguido al Dr. C. I. Scofield, renombrado intérprete de las profecías bíblicas, quien tomó su sistema de los Hermanos de Plymouth, que revivieron el sistema futurista de la Contrarreforma durante las primeras décadas del siglo XIX.
Este sistema divide arbitrariamente la historia de la iglesia en “dispensaciones.” No toma en cuenta para nada a la cronología. Los aspectos escatológicos están centrados alrededor del anticristo de la profecía y del regreso de los judíos a su Palestina natal. Un elaborado rabinismo se establecerá después del “rapto.” el cual ocurrirá siete años antes de la “revelación de Cristo.”
Más caprichosa es la esperanza paradójica de que la dispensación de la Ley del Antiguo Testamento ha sido seguida por la dispensación de la gracia del Nuevo Testamento. Se interpreta la gracia como una liberación del deber de obedecer los diez mandamientos, y en forma más específica, de acatar la observancia del sábado como el verdadero día de reposo. A pesar de que este sistema pretende ser fundamentalista, en realidad marcha del brazo con el modernismo. Sostenemos con toda humildad que los adventistas han reconocido el carácter engañoso de esta enseñanza confusa, y que poseen un firme mensaje profético para esta hora.
Los grupos pentecostales
En la actualidad se ha puesto un nuevo énfasis en los milagros, en los dones de curación y en los del Espíritu. Sin embargo, el don del Espíritu Santo se ha identificado con el “movimiento de lenguas,” con sus dudosas confusiones y a menudo indignas profanaciones de la casa de Dios. Los grupos “independientes” se gozan en su individualismo, y a menudo desconocen su antepasado cristiano metodista.
El obrero evangélico nunca debiera intentar ridiculizar estas ideas extremistas. Algunos sinceros buscadores de la verdad pueden ser inducidos a descarriarse, pero la Palabra de Dios siempre separa la paja del trigo. Los adventistas poseen una luz muy sana y clara acerca de la verdadera santidad. Contamos con alguna experiencia acerca de ciertas clases de especiosa santidad, después de lo ocurrido en el movimiento de 1884. Los adventistas hacen hincapié en que el progreso en la santidad también requiere que se le preste atención al régimen de alimentación; y además, creen que la vida saludable es importante en el proceso de la santificación. Hay mayor poder en vivir en forma saludable, que en las pretensiones de los “sanadores por la fe.” Pero no necesitamos menospreciar el verdadero don de sanidad de la iglesia. Además, un pueblo santificado guardará un día de reposo santificado. Nuestras enseñanzas acerca del sábado cristiano debieran constituir un verdadero incentivo para los buscadores de santidad.
Los cuáqueros
Los seguidores de Jorge Fox recibieron en Inglaterra el apodo de cuáqueros. Fué durante el turbulento siglo XVII, en ocasión del juicio de los magistrados, cuando “temblaron ante la Palabra de Dios.” Este curioso grupo ha hecho su contribución a la religión, de manera especial en el Nuevo Mundo. Los cuáqueros sostienen que no son ni protestantes ni católicos, sino que constituyen una “tercera posición.” Con los evangélicos y los adventistas, los cuáqueros sostienen firmemente que es posible acercarse directamente a Dios, sin la intervención de un intermediario, sea éste predicador o sacerdote.
Creen que el conocimiento de Dios se alcanza mediante la “luz interior.” Anteriormente se los llamaba “hijos de la luz y amigos de la verdad,” porque estaban dispuestos a recibir la verdad revelada y la que estaba por revelarse.
Su fe se distingue por la sencillez en el vestir, la piedad en el culto y la comunión espiritual. Sus meritorias reformas, su correcta manera de vivir, y su filantropía, son características que comparten con los adventistas. Sin embargo, para nosotros, las doctrinas cuáqueras carecen de certidumbre. El cuaquerismo necesita un mensaje definido acerca del regreso inminente de Cristo. Las doctrinas bíblicas deben enseñarse al cuáquero con una nueva significación.
Además, señalamos que el “servicio,” el término cuáquero para designar la obra misionera, constituye un valioso esfuerzo en pro de la iglesia en estos últimos días. Tenemos la impresión de que llegará el día cuando nuestros amigos los cuáqueros responderán al mensaje del pronto regreso de Cristo en persona. Si el instructor bíblico comparte este mensaje con ellos, podrá ver que obra impulsado por una serena sinceridad. (Continuará)
Sobre el autor: Secretaria adjunta de la Asociación Ministerial de la Asociación General.