No pretenda que todos miren las cosas desde su punto de vista y sostengan su opinión. Si se trata de un error, dé oportunidad a los demás para demostrarlo. Si cede alguna vez ante la opinión de los otros, fortalecerá su confianza y obrará sobre una base más firme.
Israel deseaba un rey; pero el Señor sabía que eso no les acarrearía ningún bien. Pero llegó el día en que Dios consintió y les dio una oportunidad. En su condescendencia, hasta les buscó él mismo un rey.
Dios admite el pecado en el universo, pero sabe que los principios divinos triunfarán al fin.
Los temperamentos exaltados siempre son difíciles de manejar; pero por mucho que lo sean, nunca deberíamos afanarnos por librarnos de ellos. Si Vd. se impacienta por demostrar su superioridad, está cometiendo un grave error. Terminará por rodearse de un grupo de individuos sin ideas, quienes se inclinarán ante Vd. y le rendirán acatamiento. Pero nunca serán motivo de honor o inspiración para Vd. Permita que sus compañeros de la junta actúen libremente en las reuniones. Impóngase una línea de conducta definida; presénteles algo en qué ocuparse; y no los mire como elementos fastidiosos, ni trate de librarse de ellos. A menudo le prestarán valiosa ayuda. No los considere como enemigos u opositores. Es conveniente relacionarse con caracteres firmes, aunque no siempre estén de acuerdo con Vd.
Trate de ser razonable, liberal y tolerante con ellos, y verá cómo le retribuyen en la misma forma. Compórtese con ellos como desearía que se comportasen con Vd. Concédales una oportunidad y no los deseche. Estudie la personalidad individual de cada uno y colóquelos donde puedan servir mejor.
Si actuamos con espíritu recto, todo lo que nos parecía indigno e irreformable desaparecerá como tamo que el viento dispersa.