Durante algunos años, la iglesia central de Río de Janeiro se reunía en un salón viejo y pequeño que había sido refaccionado a fin de que pudiera servir para los servicios religiosos, a pesar de que su feligresía seguía creciendo. Con el aumento de ésta, llegó a ser más y más necesario obtener un lugar más amplio que pudiera representar la obra en una forma mejor. Vimos la necesidad de un edificio de iglesia desde el cual se pudiera esparcir la luz del mensaje en toda la metrópoli.

Con mucho trabajo y sacrificio se construyó el nuevo templo, y en la mañana del 27 de marzo de 1937 fue dedicado al Señor. No hay duda que ése fue un éxito significativo en la historia del pueblo adventista de Río de Janeiro.

Al pasar los años se hizo necesario alterar y mejorar el edificio y esto le ha dado una apariencia más noble que antes. En el hermoso edificio que presentamos a nuestros hermanos en la fotografía que acompaña, se reúnen 400 miembros para alabar y adorar a Dios.

Es cierto que el número de miembros no habla elocuentemente del progreso de la iglesia; no obstante, en esta misma ciudad hay una nueva y promisoria congregación, filial en cierto modo de la iglesia central. Este grupo se reúne en el suburbio de Botafogo, el distrito aristocrático de Río donde tenemos cerca de cien miembros que se regocijan en el mensaje adventista. La nueva iglesia es el resultado del anhelo mantenido durante años de llevar el mensaje a nuevos barrios de la ciudad a aquellos que están “sin esperanza y sin Dios en el mundo.”

Ciertamente podemos decir que Dios está dirigiendo su obra en esta progresista ciudad, y su bendición hará que la semilla sembrada resulte en rica cosecha.