Luego de un viaje, Elena de White habló acerca de la feliz experiencia de haber cantado con un grupo de hermanos: “El sábado tuvimos un servicio de canto. El Hno. Lawrence, que es músico, dirigió el canto. Al parecer todos los pasajeros del coche disfrutaron mucho con el servicio, y muchos de ellos se unieron al canto” (El evangelismo, p. 367). La bendición del cántico en grupo también fue experimentada por el pueblo de Dios en su peregrinación en el pasado: “Así como los israelitas cuando andaban por el desierto alegraron su camino con la música del canto sagrado, Dios invita a sus hijos de hoy a alegrar por el mismo medio su vida de peregrinaje. Pocos medios hay más eficaces para grabar sus palabras en la memoria que el de repetirlas mediante el canto. Y esa clase de canto tiene un poder maravilloso” (La educación, pp. 167, 168).

Las familias son un ejemplo perfecto de los Grupos pequeños. Los padres y los hijos deben cantar diariamente en alabanza a Dios. Además, en un Grupo pequeño, el cántico debe ser constante, uniendo a los participantes bajo una bendecida atmósfera celestial. Fue así en el pasado, y puede suceder hoy. Todavía refiriéndose al viaje anteriormente mencionado, Elena de White escribió: “El domingo realizamos otro servicio de canto, después del cual el pastor Corliss pronunció un corto discurso usando como tema las palabras: ‘Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios’ (1 Juan 3: 1). Los pasajeros escucharon atentamente y al parecer apreciaron lo que se dijo” (El evangelismo, p. 367).

Problemas y soluciones

Algunas personas presentan dificultades que, supuestamente, impiden el cántico en los Grupos pequeños. Observe algunas de ellas y cómo es fácil resolverlas:

No tenemos instrumentos. Para cantar, no es necesario el acompañamiento instrumental. Evidentemente, contribuye a la buena presentación del cántico, pero no es indispensable. A veces, incluso es más bonito cantar sin acompañamientos.

Hay una persona desafinada que desentona. Realmente, no es fácil cantar las diferentes notas de la melodía al lado de alguien que canta la misma nota durante todo el tiempo. Pero no piense en descartar al cantante desafinado; no lo ridiculice ni lo humille. Con amor y cariño, póngase cerca de él y cante correctamente. Actuando con paciencia, perseverancia y respeto, he visto transformaciones maravillosas en ese sentido.

Nadie conoce la música. Cantar en alabanza a Dios no es privilegio exclusivo de músicos especializados. Sin duda, una persona entrenada puede ayudar bastante en el liderazgo del cántico, pero todo lo que se necesita en el Grupo pequeño es la buena disposición para alabar al Señor con alegría y gratitud. Los momentos de alabanza son oportunidades de comunión con Dios y de unidad en el Grupo pequeño.

¿Dónde puede encontrar material adecuado? Lo ideal es tener un piano o teclado, para que haya acompañamiento en vivo durante la alabanza. Pero en el caso de que no sea posible, se puede usar un CD o DVD del Himnario Adventista, o los producidos por el Ministerio Joven. Hay muchos playbacks de solistas que también son adecuados para los momentos de alabanzas de los Grupos pequeños.

Preparación y participación

Finalmente, considere las siguientes sugerencias adicionales:

* Haga de los momentos de alabanza una ocasión espiritual. “Debe haber una conexión viviente con Dios mediante la oración, una conexión viva con Dios en cantos de alabanza y agradecimiento” (ibíd., p. 363).

* Prepárese. Evite la improvisación y la desorganización.

* Intente llamar la atención al mensaje de la letra. Haga que las personas canten con espíritu y entendimiento. “Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración” (La educación, p. 168).

* No cante rápido, pero tampoco haga que el cántico quede “arrastrado”. Recuerde que las personas necesitan respirar.

* Intente hacer participar a todos los integrantes del Grupo pequeño. El cántico debe ser incluyente, no excluyente.

* Cante, cante, cante. Se ha dicho que “quien canta, sus males espanta”.

Creo maravillosa la oración del salmista: “A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva” (Sal. 104:33). Que este sea el continuo deseo de nuestro corazón. Que el Señor nos bendiga e inspire en la utilización de la alabanza en nuestros Grupos pequeños.

Sobre el autor: Director asociado de Comunicación de la Asociación General de la IASD.