Cuando el amor de Dios entra en nuestro corazón, mostramos un interés amoroso por las demás personas. El resultado es maravilloso.

En el libro de Hebreos, está escrito: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Heb. 13:2). Esas palabras no perdieron su fuerza con el pasar del tiempo. Hacen alusión al incidente relatado en el capítulo 18 de Génesis, cuando Abraham, demostrando cortesía y hospitalidad, sin saberlo, recibió a ángeles y al mismo Hijo de Dios en su casa. Pablo también aconseja a los creyentes de Roma: “Practiquen la hospitalidad” (Rom. 12:13, NVI).

En una investigación realizada por Roland R. Hegstad, varias personas no adventistas fueron invitadas a visitar una iglesia, comprometiéndose a hacer posteriormente un informe sobre el tratamiento recibido allí. Una de las visitas relató lo siguiente: “Ninguna palabra de bienvenida transmitida por algún diácono o recepcionista. Encontré lugar para sentarme sin que nadie me ayudara. Nadie habló conmigo, nadie me sonrió. Los visitantes que eran amigos de los miembros fueron presentados. Ni siquiera repararon en mí. Cuando salí, un diácono de la puerta dijo: ‘Hola’. Los miembros fueron fríos e indiferentes”.[1]

La Iglesia Adventista invierte miles de dólares en la impresión de literatura, manutención de programas radiofónicos y televisivos, además de muchos otros métodos de propaganda, con el fin de atraer a las personas a nuestras iglesias. De hecho, según el informe de la División Sudamericana, 140.887 personas visitaron las iglesias durante el año 2007, sin mencionar las que no fueron computadas. Pero ocurre un fenómeno curioso: cuando alguien que fue alcanzado por alguno de estos instrumentos de promoción, o a través del contacto personal, va a la iglesia, no existe una estructura adecuada para recibirlo, aun en la programación sabática. Considerando que una persona, al dirigirse a la iglesia, lo hace desprovista de muchos conceptos, necesitamos ser conscientes de que allí tenemos un candidato a convertirse en miembro de iglesia.

Algunas iglesias experimentan un buen crecimiento después de haber perfeccionado el programa de recepción y atención de los visitantes. En la Iglesia Central de Piracicaba, San Pablo, en el Brasil, el 20% de los bautismos realizados en 2006 fueron alcanzados gracias a la atención dispensada a las personas que visitaron la iglesia. Decenas de personas han sido bautizadas gracias al funcionamiento de una clase especial de visitas en la Escuela Sabática, en la Iglesia Central de Cachoeiro do Itapemirim, Espirito Santo. Igualmente, en el distrito de Vila Nova Cachoeirinha, en la capital paulista, un sistema de llamadas telefónicas transmitidas luego del culto ha demostrado ser una herramienta poderosa para alcanzar a los visitantes.

Estos son buenos ejemplos de lo que ha sido hecho; pero ¿qué más se podría hacer para perfeccionar la estructura de nuestras iglesias con el fin de recibir adecuadamente a los visitantes? En este artículo, sugerimos algunas ideas, con la esperanza de poder ayudar a su iglesia a practicar una hospitalidad salvífica.

Recepción bien preparada

Tener un ministerio eficaz de recepción no es producto de la casualidad, sino que requiere tiempo y dedicación. Lo primero que hay que hacer es organizar al equipo. Identifique, en su iglesia, a las personas que tienen habilidad para este trabajo; es decir, que hayan recibido el don de la hospitalidad (1 Ped. 4:9). Entrene y capacite a estas personas. Escogido el equipo, los participantes (según la escala establecida) deben estar en sus puestos 45 minutos antes del comienzo de la Escuela Sabática, listos para recibir y saludar a los miembros y a los amigos que llegan al templo.

Discreta y educadamente, deben intentar saber si aquella es la primera vez que el visitante llega a la iglesia, cuál es el medio por el que fue atraído (invitación de amigos, literatura, radio). Luego, es conveniente compartir las siguientes informaciones:

  • Estructura física de la iglesia (localización de los baños, bebedero).
  • Entrega del boletín con la programación del día.
  • Literatura disponible (Biblias, himnario, tarjeta con un mensaje bíblico, folletos).
  • Indicación de la sala para niños (en el caso de que estén presentes), conforme a la edad.
  • Indicar, en el boletín, el lugar para señalar si desea una visita, oración especial o estudios bíblicos.
  • Conducir al visitante a la clase específica (el instructor de esa clase debe recibirlo con toda atención).

Clase acogedora

Una segunda característica de la iglesia hospitalaria es una clase de visitas acogedora. El mejor espacio de la iglesia debe estar reservado para esa clase. Debemos hacer todo lo posible para que el ambiente sea acogedor y fraterno. Acoger a las personas significa prestar atención a sus necesidades y ponerse a disposición de cualquier ayuda. La manera en que tratamos a las visitas en la iglesia es el factor determinante para que vuelvan o no.

Si no hubiere un lugar específico para las visitas, ciertamente, no se sentirán cómodas, dado que la toma de registro, el tema de la lección y otros elementos de una clase normal son desconocidos para ellas.

En la iglesia de Piracicaba, varios miembros bautizados asisten a la clase de visitas. Juntamente con el maestro, estos miembros tienen la función de dar atención especial a los visitantes, para que se sientan bien. Son personas entrenadas para crear un ambiente de aceptación, interacción y buena voluntad.

Tema apropiado

Debemos evitar que, en la clase de visitas, se expongan temas polémicos, que puedan suscitar preconceptos y apartarlas, posiblemente, con una idea errónea acerca de quiénes somos. La Biblia nos enseña prudencia en relación con esto: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Heb. 5:12-14).

Elena de White escribe: “Sed muy cuidadosos de no presentar la verdad de una manera que despierte el prejuicio y cierre la puerta del corazón a la verdad, Manifestaos de acuerdo con la gente sobre todo punto donde podáis hacerlo en forma consecuente. Vean ellos que amáis sus almas, y que queréis estar en armonía con ellos hasta donde sea posible”.[2]

En el sitio www.escolasabatina.com.br puede encontrar material apropiado para la clase de visitas. Recuerde incluirlas en el programa de adoración, motivándolas a participar de la alabanza, las oraciones y del estudio de la lección. Al comienzo, es conveniente no recoger ofrendas en la clase de visitas, dejándolas a voluntad para ofrendar en el momento oportuno durante el sermón.

Atención posterior

¿Qué debemos hacer con las visitas, una vez terminado el culto? Aquí van algunas sugerencias:

  • Agradecer la presencia, invitándolas para el sábado siguiente o a algún programa especial que atienda sus necesidades.
  • Ofrecer ayuda para regresar a casa; tal vez, alguien puede acompañarlas hasta el estacionamiento o la parada de ómnibus.
  • En el caso de que se ofrezca un almuerzo de confraternización sabática en la iglesia, invite a las visitas a formar parte de este evento. Los miembros de iglesia pueden, oportunamente, prepararse para invitar a una visita a almorzar.

Herb Miller afirma que “ningún otro factor marca mayor diferencia en mejorar el incremento de miembros anualmente que una visita inmediata al hogar de los que asisten por primera vez a su iglesia”.[3] De acuerdo con los resultados de una investigación que realizó, si la visita se realiza dentro de las 36 horas siguientes, unos 15 minutos, habrá un 85% de probabilidades de que regrese a la semana siguiente. Si la visita es hecha dentro de las 72 horas, las oportunidades caen al 60%. Si fuera visitada después de una semana, las oportunidades de regreso son todavía más reducidas: 15%. En el caso de que la visita sea realizada por el pastor, las oportunidades son todavía mayores. Una cosa es cierta: cuanto más rápido sea visitada la persona, mejores serán los resultados.

Finalmente, es verdad que podemos ofrecer el mejor entrenamiento y establecer un ministerio óptimo de recepción. Pero, por sobre todo, debemos tener amor sincero, que proviene de Dios y fluye espontáneamente de nuestro corazón. Así, realmente mostraremos un interés amoroso por las demás personas

Sobre el autor: Director de Ministerio Personal y Escuela Sabática de la Unión Este Brasileña.


Referencias

[1] Roland R. Hegstad, Ministerio (setembro/outubro de 1999), pp. 17-19.

[2] Elena G. de White, El evangelismo, p. 107.

[3] Roland R. Hegstad, Ibíd.