“Predicar cada noche es una experiencia rejuvenecedora, una ocasión espiritualmente revolucionaria para mí”
Desde hace cuarenta años, el Pr. Mark A. Finley se dedica a la predicación del evangelio en todo el mundo. Evangelista por vocación, a los 60 años, conserva el entusiasmo, el vigor y la disposición que solamente el amor por lo que hace puede proporcionar. Los cambios tecnológicos y culturales del mundo no representan una dificultad para él, que se mantiene actualizado y modernizando métodos, con el propósito de que la predicación sea cada vez más relevante para un público diversificado y exigente.
En 1995 inició la evangelización vía satélite y, desde entonces, ha realizado campañas “en casi todos los continentes”, llevando al bautismo a más de un millón de personas.
Ex orador del programa “Está Escrito”, el Pr. Finley es vicepresidente mundial de la Iglesia Adventista. Casado con Emestine Finley, es padre de tres hijos: Debbie, Rebeca y Mark Jr. En esta entrevista concedida a Nikolaus Satelmajer y Willie Hucks, editores de la revista Ministry, habla de su pasión por la evangelización.
Ministerio: ¿Qué lo llevó a dedicarse a la evangelización vía satélite?
Mark Finley: En 1995, los líderes de la iglesia analizaron su crecimiento en Norteamérica. La evangelización estaba perdiendo su efectividad en algunos segmentos poblacionales, y la gran pregunta era: ¿Qué podemos hacer para estimular e inspirar a los pastores con las posibilidades de la evangelización? ¿Qué podemos hacer para causar un mayor impacto en Norteamérica? Comenzamos a explorar las posibilidades tecnológicas, en una época en que ninguna otra confesión religiosa había utilizado el satélite de manera significativa, en una campaña de evangelización. Pocos años antes, George Vandeman condujo un seminario vía satélite para ocho lugares. Warren Judd, Dan Houghton y yo realizamos un seminario de entrenamiento laico con este método, en California, y percibimos que su empleo en la evangelización era perfectamente viable. Hasta aquí, la iglesia ha realizado doscientas campañas en casi todos los continentes, y ha bautizado a un millón y medio de personas.
Ministerio: ¿Cuál fue su sentimiento al realizar su primera campaña evangelizadora vía satélite?
Mark Finley: Recuerdo perfectamente que, cuando me dirigía al palco en Chattanooga, Tennessee, en 1995, sabía que tenía 676 iglesias conectadas a ese primer evento evangelizador vía satélite. Para algunas personas, esta clase de evangelización parecía impersonal, pero no fue así. Las personas se identificaron con la predicación.
Recibimos muchos mensajes de todo el país. Una pareja, por ejemplo, que estaba a punto de separarse, nos envió un correo electrónico que decía que, al escuchar las predicaciones, aceptó a Cristo y estaba dispuesta a darse una segunda oportunidad. En otro mensaje, un joven adicto a las drogas decía haber sido liberado en Cristo. Esto nos trajo una grandísima satisfacción.
Ministerio: ¿Cómo consigue comunicarse con una audiencia tan variada, en diferentes partes del mundo, con diferencias culturales, lingüísticas e ideológicas?
Mark Finley: Ya he realizado 21 campañas vía satélite. En la primera, intenté predicar en 40 idiomas para 40 diferentes culturas, a través de 40 traductores. Pero luego descubrimos que ese no era el mejor camino para evangelizar. Entonces, me volqué por ir a las grandes ciudades del mundo y predicar para los respectivos países, ajustando el mensaje a la cultura local. El secreto es la contextualización. Por ejemplo, las ilustraciones africanas son diferentes de las asiáticas. Cada cultura es única. Paso algún tiempo intentando comprender la región a la que voy a predicar, los hábitos de la población y sus antecedentes históricos. Las imágenes también ayudan en la contextualización. Si estoy predicando en Filipinas, no es conveniente presentar imágenes de personas rubias con ojos azules. Si les estoy hablando a africanos, debo usar historias locales. La verdad bíblica es la misma, pero debe ser contextualizada.
Ministerio: ¿Que’ métodos utiliza en la preparación de los pastores y las iglesias para una campaña vía satélite?
Mark Finley: Acostumbro a utilizar lo que llamo las cinco verdades eternas de la evangelización. Primera: las iglesias crecen cuando hay reavivamiento espiritual. Entonces, incentivamos a los pastores a buscar ese reavivamiento en las respectivas iglesias, lo que significa crear una ofensiva de oración. Segunda: las iglesias crecen cuando sus miembros son entrenados y equipados. Sobre esta base, se realizan seminarios de entrenamiento, que ayudan a las personas a descubrir sus dones. Tercera: las iglesias crecen cuando hay diferentes frentes de evangelización, lo que implica la formación de grupos pequeños, parejas misioneras, clases bíblicas, programas de salud, seminarios sobre familia y otros eventos que causen impacto en la comunidad. Cuarta: las iglesias crecen cuando hay un programa de cosecha. Entonces, animamos a las iglesias a realizar una campaña de evangelismo de cosecha cada año. Finalmente, las iglesias crecen cuando son nutridas. Es necesario establecer un plan de predicación, visitación y participación de los miembros, de manera que todos sean alimentados y fortalecidos espiritualmente.
Ministerio: ¿Cuánto tiempo debe durar la fase de preparación del territorio que será evangelizado?
Mark Finley: Un camino seguro para el fracaso en la evangelización es descuidar la preparación. Si alguien piensa que una campaña vía satélite es una panacea para la conquista de nuevos miembros, y que todo lo que se necesita es conectar el proyector, ciertamente fracasará. Seis meses antes del evento, es necesario organizar el programa de oración intercesora, haciendo una lista de exmiembros, familiares, amigos e interesados, orar en favor de esas personas y visitarlas. Organice equipos de oración y visitación. Realice seminarios para la comunidad y permanezca comprometido con la oración intensa. Con esta preparación, las reuniones tendrán éxito. Es la realidad del principio bíblico: todo lo que fuere sembrado, eso se cosechará.
Ministerio: Vivimos en la era posmoderna, en que existe falta de interés por escuchar el mensaje bíblico. ¿Cuál es su perspectiva acerca de esto?
Mark Finley: Esencialmente, la posmodernidad es la ausencia de Dios en la vida. Compare nuestros días con los de Pablo. Hoy, tenemos una película llamada “Gladiador”, miramos la pantalla y vemos a personas que se masacran. La Roma antigua inventó el gladiador; solo había que ir al Coliseo para verlo. Muchas películas que hoy miramos son imitaciones del primer siglo. Considera la lujuria. Los romanos tenían sus fiestas y las disfrutaban durante meses. Esa era una sociedad moralmente impía y pervertida. Los romanos construían anfiteatros y estadios en toda ciudad, buscando placer a través de los deportes, las escenificaciones y los juegos. Pero Roma no solo era placer; tenía un costado erudito e intelectual. Los romanos tenían un ángulo filosófico que se remontaba a los griegos Sócrates y Platón. El judaismo causó poco impacto en la vida diaria del pueblo. Contra este pasado de placer, entretenimiento, cultura, filosofía, poder militar y negación del verdadero Dios, que traía como resultado una vida sin significado, Pablo habló de la locura de la predicación y de cómo el evangelio podía satisfacer las necesidades humanas. La orden de Jesucristo para su iglesia, de ir y predicar el evangelio, no se ha hecho menos importante por causa de la sociedad posmoderna. No existe en la Biblia un solo lugar en que seamos orientados a usar un abordaje sociológico o humanista. No leo en la Biblia algo así como: “Id, predicad filosofía”. La sagrada orden del Cristo resucitado fue la siguiente: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15). Para ser fiel al mandamiento bíblico, la iglesia debe ser fiel a la comisión de Cristo. ¿Debemos predicar en un lenguaje que el pueblo comprenda? Ciertamente. ¿Debemos hablar a las necesidades de la sociedad contemporánea desde una perspectiva bíblica? Evidentemente, sí. La iglesia ¿debe continuar buscando nuevos caminos para alcanzar a la sociedad actual? Definitivamente, sí. ¿Debemos adaptar los requerimientos y el mensaje de las Escrituras para acomodarlos a un estilo de vida secular? Jamás.
Ministerio: ¿Cómo evalúa los cambios que han existido en los métodos de evangelización con el pasar de los años?
Mark Finley: En los años ‘70, cuando pasé a dedicarme exclusivamente a la evangelización, nuestro principal impulso era la verdad proposicional. Por ejemplo, si predicaba acerca del estado de los muertos, mi preocupación era probar claramente que la muerte es un reposo hasta la resurrección. Así, tomaba todos los textos bíblicos para probar ese argumento y desafiaba las interpretaciones erróneas. Lo mismo sucedía con las demás doctrinas. Con el pasar de los años, cambió la pregunta principal. La sociedad ya no pregunta, necesariamente: ¿Qué es la verdad? Su preocupación ahora es: La verdad ¿es relevante? Hoy, a pesar de eso, todavía muestro la esencia de la enseñanza bíblica, pero dedico menos tiempo a intentar probar la naturaleza de la muerte, y más tiempo a mostrar la esperanza de la resurrección para los que están enfrentando la muerte. Proclamo la verdad del sábado, pero incluyo el significado del reposo en Cristo. De esta manera, ligo lo proposicional a lo relacional. En nuestros días, no es algo común que el evangelista predique y el pueblo sencillamente escuche. Hoy, el evangelista enfatiza la interacción y la conexión entre el evangelista y su audiencia. Veo otra base para el cambio en Apocalipsis 14:6 y 7, que habla del evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo. El evangelismo debe ser multicultural. El mundo cada vez es más pequeño. El evangelista debe comprender la diversidad y ser sensible a las personas de diferentes antecedentes. Creo que nuestro mundo está caminando hacia una crisis estupenda, y cuando eso ocurra habrá una prontitud, una apertura y una receptividad al evangelio como jamás se ha visto. Las sociedades en transición están mucho más abiertas al evangelio. Por otro lado, si nuestros dones y habilidades para la evangelización se atrofian, por no aprovechar las oportunidades presentes, no estaremos preparados para las puertas que Dios abrirá en el futuro próximo. Debemos predicar, predicar, predicar y predicar. El Señor actuará en nuestra vida, gracias al Espíritu Santo.
Ministerio: ¿Cuál es el impacto que el acto de predicar y evangelizar ejerce en su crecimiento espiritual?
Mark Finley: Para mí, el evangelismo es transformar vidas. Me impulsa a vivir en oración, de rodillas, y me dirige a la Palabra de Dios. Predicar cada noche en una reunión de evangelización es una experiencia espiritualmente rejuvenecedora. Vamos a suponer que la reunión comienza a las 19. Estoy en el auditorio entre las 17:30 y las 18. Me siento en una silla del palco y miro cada uno de los asientos. Imagino que, en determinado lugar, estará un señor de 78 años. En otro, una madre soltera con dos niños en su regazo. En otro, estará una pareja con sus 30 años. Visualizo la audiencia entera y oro en favor de cada persona. Allí, medito en el poder de la Palabra de Dios y le pido ese poder. Es una ocasión espiritualmente revolucionaria para mí. Todas las veces que me levanto para predicar, es como si el sermón quemara dentro de mi alma, y no puedo esperar el momento de contar la historia de Cristo. Todo pastor que esté comprometido con las juntas, el cuidado de las finanzas, pero no con la evangelización, está impidiendo su propio crecimiento espiritual. Todo pastor que no participa de estudios bíblicos, Grupos pequeños, o cualquier otra forma de evangelización, fácilmente queda sobrecargado y se desanima. Llevar personas a Cristo es la sangre en las venas del pastor. Hago evangelización hace cuarenta años y, al terminar una campaña, no puedo esperar para empezar la siguiente.
Ministerio: Analizando nuestro pasado, como iglesia, verificamos que los pioneros no iban a predicar a lugares en los que tenían el éxito asegurado. Iban donde necesitaban ir, y hacían lo que se tenía que hacer.
Mark Finley: Exactamente. Si la evangelización se convierte en un juego de números, eso significa un escarnio al llamado que Dios nos hace. Muchos jóvenes predicadores piensan que algunos pastores experimentados han evitado la evangelización porque lo ven solo como una forma de manipular a las personas para llevarlas al bautismo. Pero la evangelización es la proclamación del evangelio y de la verdad de la Palabra de Dios, presentar la invitación del Espíritu Santo, permitir que Dios mueva los corazones y transforme vidas. Eso es la esencia de la más elevada vocación. Dios no nos llamó al éxito; nos llamó a ser fieles. Y, si somos fieles, él asumirá la responsabilidad por el éxito de las reuniones. Si los jóvenes predicadores conservan eso en mente, no se quedarán preocupados por el éxito. Prediquen la Palabra, y dejen los resultados a Dios.
Como predicadores, nuestra responsabilidad es dar a nuestra audiencia la oportunidad de responder al evangelio, sin preocuparnos por cuántos responderán. Dejemos eso con Dios.
Ministerio: ¿A qué le atribuye el hecho de que los predicadores no hacen, hoy, tantos llamados como en el pasado?
Mark Finley: Como bien afirmó Charles Spurgeon, un pecador tiene corazón y mente. Sé que Billy Graham tiene muchas cartas en sus archivos, que le fueron dirigidas por psicólogos. Esas cartas lo elogian por hacer llamados. Los psicólogos pueden no concordar con todo el contenido de la predicación de Billy Graham, pero concordaban con la importancia de ofrecer a las personas la oportunidad de responder a un llamado, solo desde el punto de vista de la salud interior. Ellos creen que el hecho de que las personas tomen alguna decisión es catártico. ¡Esto es extremadamente fascinante! Así, los predicadores no deben olvidarse de que las personas son seres físicos, mentales y espirituales. Tienen emociones e intelecto, y el evangelio debe apelar a cada aspecto de la vida. Otra razón por la que algunos predicadores temen hacer un llamado es que no comprenden el papel del llamado. ¿Por qué hacer un llamado, si Dios ya lo sabe todo? Leemos, en Proverbios 16, que cuando tenemos ciertos pensamientos y actuamos en relación con ellos, esos pensamientos son fortalecidos. Los pensamientos llevan a las acciones, que a su vez llevan a los pensamientos anteriores. Cuando hacemos llamados, cooperamos con el Espíritu Santo en el trabajo de fortalecer e intensificar los pensamientos, de manera que la persona se comprometa sólidamente con Cristo. Como predicadores, nuestra responsabilidad es dar a nuestra audiencia la oportunidad de responder al evangelio, sin preocupamos por cuántos responderán. Dejemos eso con Dios.
Ministerio: Si Cristo volviera en nuestros días, ¿qué cree que le gustaría estar haciendo cuando eso suceda?
Mark Finley: Tengo dos sueños que me gustaría ver realizados cuando Jesús vuelva. Uno de ellos es estar predicando y haciendo un llamado, verlo aparecer y, entonces, ascender juntamente con él. Pero hay otro sueño mucho más acariciado: me gustaría estar haciendo el culto con mi esposa, mis tres hijos, sus cónyuges y sus hijos. Quiero ver que todos sean salvos. Esa será la mayor alegría de mi vida.
Sobre el autor: Editor y editor asociado, respectivamente, de la revista Ministry.