Necesitamos avanzar en la utilización de instrumentos exactos que ayuden en el progreso de la misión.

Como pastores y miembros de la Iglesia Adventista, todos deseamos verla crecer vigorosamente en los aspectos cuantitativos y cualitativos. Deseamos conquistar un número cada vez mayor de miembros y hacerlos participar del discipulado, al igual que de actividades que les proporcionen un sólido crecimiento espiritual. Pero, además de los proyectos de trabajo en marcha, ¿de qué otra forma los pastores pueden ser ayudados a estimular a sus líderes asociados y congregaciones locales a buscar ese modelo de crecimiento sustentable? Existe una propuesta, utilizada por muchas iglesias que crecen equilibradamente, cuyo paso inicial es el cálculo estadístico de su crecimiento.

Con las informaciones obtenidas, las iglesias tendrán un incentivo más y podrán trabajar sobre bases más sólidas.

Se trata de un método científico de comprobada eficacia. Es técnicamente denominado cálculo de Tasa de Crecimiento Anual (TCA) y, en consecuencia, Tasa de Crecimiento Decadal (TCD).

Conociendo la TCA y la TCD

Tomemos un ejemplo de una iglesia real, a la que llamaremos “Iglesia A”, y su crecimiento neto anual, al igual que el crecimiento global durante una década.

Observe con atención: el punto de partida para el cálculo es el año 1996, y la primera línea contiene el número de miembros al 31 de diciembre de cada año. La TCA se saca haciendo una regla de tres simple: 162 x 100/157 = 103,2. Es decir, la iglesia experimentó un 3,2% de crecimiento, de 1996 para 1997. El mismo método es utilizado para el cálculo de TCD: 432 x 100/162 = 266,7. Restando 100, tenemos un crecimiento de 166,7% durante la década.

La escala del crecimiento

Después de estudiar las TCD de varias iglesias, los eruditos han establecido la siguiente escala de evaluación.

Cuando se mantiene un control detallado de por lo menos una década del crecimiento de la iglesia, el pastor tiene mejores condiciones de acompañar la realidad de lo que sucede en su congregación. Una iglesia que bautiza muchas personas, pero pierde muchas otras por apostasía, necesita diagnosticar las razones e implementar los programas necesarios para resolver el problema. Por otro lado, si una iglesia pierde pocas personas, pero tampoco bautiza, necesita implementar actividades de reclutamiento misionero, entrenamiento, capacitación y descubrimiento de dones espirituales; y realizar campañas de evangelización, entre otras actividades misioneras.

El abordaje de los cálculos de la TCA y la TCD facilita que la iglesia tenga una comprensión más amplia de sí misma y del trabajo que necesita ser realizado. Hasta el cambio de pastor en 2001, la “Iglesia A” no vivía al pleno potencial de crecimiento. Con la llegada del nuevo pastor, un nuevo estilo de liderazgo fue implantado, y la Tabla 3 nos revela los resultados de esto.

Observe en la tabla la TCA de ofrendas y de diezmos, y compárela con la TCA de miembros. En 2001, hubo un aumento considerable en la TCA de miembros. Si se hubiera mantenido con el ritmo de crecimiento hasta el año 2000, la iglesia habría presentado una modesta TCD de 20,4%. Percíbase entonces que el problema no se restringe a los números bajos. Pero, por falta de conocimiento, las personas habrían dejado de ser conquistadas y no habría recursos disponibles para el trabajo.

Pero ahora tome nota de los diezmos de esa misma iglesia. Hasta el año 2000, la TCA de los diezmos y ofrendas estuvo cerca del mismo ritmo “pobre” del crecimiento en número de miembros. El cuadro cambió a partir de 2001. Cuando alguien le imprime un ritmo más vigoroso de trabajo, la iglesia percibe que está creciendo, que la misión está siendo cumplida, y los resultados son vistos. Los miembros confían más y desean invertir en la causa.

La tabla 4 muestra una iglesia diferente a la iglesia plasmada en las tablas 1 y 3. Con la llegada de un nuevo pastor, la iglesia de la tabla 4, que llamaremos “Iglesia 1”, después de experimentar un ritmo pobre de crecimiento, creció y dio como fruto dos nuevas congregaciones (Iglesias 2 y 3).

La iglesia madre (Iglesia 1) aumentó sus TCA a partir de 2002, año en que invirtió mucho en evangelismo. El cambio de pastor, efectuado en 2004, no alteró el ritmo, pues la iglesia continuó creciendo en el establecimiento de nuevas iglesias.

Realidades observables

Ante lo que fue expuesto por los números en las tablas, es posible llegar a conclusiones significativas:

* Las iglesias nuevas crecen más que las iglesias antiguas.

* Las iglesias menores crecen más que las iglesias mayores.

* Las iglesias en las que los miembros son entrenados y participan activamente de la misión, pierden menos miembros que las iglesias que crecen exclusivamente por el trabajo del ministerio asalariado.

* Las iglesias que tienen un programa eficiente de discipulado, crecen más y pierden menos.

* Las iglesias situadas en áreas de migración (nuevos barrios, áreas de catástrofes) son más susceptibles al crecimiento.

* Las iglesias cuya franja etaria de miembros es más joven, crecen más que las iglesias cuyos miembros tienen mayor edad

* Las iglesias con familias jóvenes y sin hijos, o con hijos pequeños, crecen más que las iglesias sin ese grupo de personas.

* Las iglesias cuyos miembros tienen un rendimiento económico más alto tienden a crecer menos que las iglesias cuyos miembros tienen entradas más modestas.

* Si realmente estamos comprometidos con el crecimiento de la iglesia y con la incorporación del mayor número posible de personas en el Reino de Dios; si nuestro compromiso es con la expansión del evangelio y la creciente influencia de Dios sobre los corazones humanos, necesitamos también crecer en nuestra comprensión acerca de cómo hacerlo y, principalmente, cómo crear una cultura corporativa saludable en que todos sepan y entiendan, por todas las señales emitidas, el camino de ese crecimiento sustentable y saludable.

Sobre el autor: Profesor del Seminario Teológico de la UNASP, Engenheiro Coelho, Rep. del Brasil.